La muerte que dio vida
Golpes certeros, latigazos implacables, saña enfermiza fueron a una sobre aquel hombre inocente.
Su carne fue desgarrada para que la mía sanara, su vida se iba en lugar de la mía. Silente sufrió mi dolor; sangre vertida en tierra, tembló ésta al ser rociada por ella.
Amor infinito... Bondad inmerecida.
Su carne fue desgarrada para que la mía sanara, su vida se iba en lugar de la mía. Silente sufrió mi dolor; sangre vertida en tierra, tembló ésta al ser rociada por ella.
Amor infinito... Bondad inmerecida.
Veo cierto paralelismo en tu relato con la Pasión de Cristo.
ResponderEliminarAl margen de creencias religiosas, te felicito porque hay que ser muy valiente, con la que está cayendo, para expresarse tan libremente.
Un saludo, Martha
Martha, totalmente de acuerdo con Margarita.
ResponderEliminarMuy bien aprovechadas tus 50 palabras.
Besos.
Martha bienvenida a 50palabras.
ResponderEliminarUn texto que casi parece uns oracion, en el que expresas mucho sentimiento.
Un abrazo Martha.
Bienvenida, Martha. Interpreto, al igual que mis compañeros, una versión personal de la muerte de Cristo.
ResponderEliminarBien contado. Un abrazo.
Fuerza verbal y sentimiento sincero en unas palabras que parecen dictadas desde la fe, algo no muy corriente en estos tiempos que vivimos,más basados en la falta de creencias, el apego a lo científico y lo material.
ResponderEliminarUn saludo
Interpreto lo mismo que se ha dicho por aquí. Nos has contado la Pasión de Cristo con mucha fuerza, pero a la vez con serenidad y dulzura.
ResponderEliminarBienvenida Martha.
Malu.
Yo también creo que aquel sobre quien se ensañan es Cristo. En cualquier caso, la narración del sacrificio que dibuja el relato está muy lograda.
ResponderEliminarSaludos.