La puerta
Tras esas puertas, que serán abiertas por vez primera, habita lo desconocido. Abrir el picaporte o girar el pomo nos crea cierta incertidumbre, desazón. ¿Con qué o con quién nos encontraremos luego?
Aquella fría mañana, Sebastián llegó al despacho temprano, como solía. Abrió. Entró. Nada más se supo de él.
José Antonio nos has dejado un relato con muchos secretos.
ResponderEliminar¿Qué puertas son esas? ¿Adónde nos llevan? Son el camino a la vida, o tal vez a la muerte. Yo pienso, y me quiero decantar porque esas puertas son el camino al más allá, o por lo menos a mi esa desazón de la que hablas, me la produce eso, ¿qué hay después de la muerte?
Como ves muchas preguntas, y muchas respuestas.
José Antonio me ha gustado mucho, para mí un 50palabras completo, redondo, muy bueno.
Te eche de menos en marzo, pero abril no ha podido empezar mejor.
Un abrazo.
Pues eso mismo, Javier, que las puertas son el camino siempre a algo, al que o se entra o del que se sale... Pero en mi historia, la puerta que abre Sebastián es un misterio que deseo que cada lector sea capaz de desvelar o imaginar. Todo puede valer, que no quiero que mi relato sea una puerta infranqueable.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Respecto a mi ausencia en marzo, pues las circunstancias y, sobre todo, el atasco de microhistorias que hay y que el bueno y paciente Álex tiene que componer de la mejor forma.
Un abrazo de vuelta para ti.
UUUUUhh, José Antonio. Intrigante relato,¿qué abrá detrás de esas puertas para no regresar jamás? ¿Hay un monstruo, otro mundo, la misma parca que te siega la vida? Puestos a imaginar, prefiero pensar que hay un mundo nuevo, tan interesante que Sebastián, tú protagonista, no quiere regresar.Abrazos, me ha parecido un buen micro. Abrazos.
ResponderEliminarPerfectamente válida tu opción, Carmen. A veces se descubren nuevos horizontes que nos hacen que dejemos a un lado los que teníamos conocidos. Dejemos a Sebastián en el otro lado...
EliminarGracias por comentar y por esos abrazos.
Qué inquietante! Qué bien nos has atrapado, José Antonio. Me quito el sombrero ante tu habilidad para dejarnos con la piel de gallina. Enhorabuena!
ResponderEliminarMe alegro de que así haya sido, Belén. ¿No es esa, la de atrapar al lector, una de las premisas básicas que debe regir en un microrrelato? Tú, bien lo sabes y nos lo demuestras en cada ocasión.
EliminarMuchísimas gracias.
Si es que no aprendemos. Mira que nos lo enseñan nuestros prohombres: puertas giratorias. No hay nada más seguro.
ResponderEliminarMuy bueno y escalofriante, J.A.
Besos.
Muy bueno Patricia. No hay nada más inquietante que una puerta giratoria.
Eliminar¡Ja, ja, ja, ja! ¡Qué bueno, Patricia!
EliminarBien es verdad que las puertas giratorias son muy seguras, pero tienen el inconveniente de que no nos llevan a ningún lado. Entramos, giramos, salimos y vuelta a empezar. Eso sí, esos prohombres que citas, entran, giran y salen... con los bolsillos llenos y sin apenas o nulo esfuerzo.
Muchas gracias por tu aleccionador comentario y muchos besos, que te los mereces.
A mi me ha recordado al realismo mágico, y me ha encantado José Antonio, porque soy una freak de la ciencia ficción. Felicidades por tu micro.
ResponderEliminarUn abrazo
Raquel, perdona que me cuele un momento. Pero al mencionar tu afición por la CF, quería recomendarte un relato de nuestro admirado Pablo que es una verdadera delicia. http://estanochetecuento.com/recuperando-el-brillo-plateado-que-iluminaba-la-oscuridad-pablo-nunez/
Eliminar¡Vaya, Antonio! Muchas gracias por el detalle y tus palabras. Siempre lo digo y acabas dándome la razón: tan buen escritor, como persona.
EliminarRaquel, para que te deleites más aún que con el mío. He tomado este relato al azar, que es una obra de arte.
Espero que te guste. Bueno, estoy seguro que te va a gustar. Ahí te lo dejo.
http://estanochetecuento.com/las-perseidas-del-tiempo/
Saludos.
Raquel, agradezco de corazón tu comentario y mucho más que te haya encantado. Eso del realismo mágico son palabras mayores que me abruman algo.
EliminarMi objetivo ha sido escribir un micro que dejase muchas puertas abiertas (y nunca mejor dicho). Que para ti es ciencia ficción, pues ¡¡genial!!
Abrazos.
Jose Antonio, que bien nos has abierto la puerta a este mes de abril con este magnífico relato. A mi me sugiere abrir esas puertas, el miedo a lo desconocido y que una vez lo haces descubres que lo conocido ya no es lo que quieres y decides no volver a la rutina, seguir avanzando.
ResponderEliminarUn nuevo relato que invita a la reflexión.
Enhorabuena!
Besos
Es lo que tiene una puerta. O mejor dicho, lo que hay tras una puerta. No sabemos qué y ello nos incita (o nos invita), no sin temor, a abrirla.
EliminarSi he conseguido tu reflexión, Pilar, me doy por más que satisfecho.
Besos y muchísimas gracias por tu amable comentario.
Más allá de jambas y dinteles, las puertas incluyen una gran carga simbólica. Cruzar o no el umbral es en esencia el veredicto de nuestra voluntad ante la posibilidad de cambio. La desaparición de Sebastián es un misterio para todos, excepto él. Quizás sencillamente esté esperando sine die, como muchos otros olvidados, a que alguien se interese aunque sea un poco y golpee la puerta.
ResponderEliminarMagnífico, José Antonio.
Un fuerte abrazo.
Vicente, esa era la idea. Ahora bien, no es la única. Que cada lector o lectora busque la explicación más convincente para el misterio de la desaparición (o no) de Sebastián.
EliminarMuy agradecido por tu acertado comentario y me alegra que te haya gustado.
Intrigante. Te deja expectante. Saludos
ResponderEliminarMe alegra enormemente, Rosa, que te haya intrigado y que te hayas quedado expectante.
EliminarSaludos para ti.
Incertidumbre la que nos has creado tú, José Antonio, y miedo, y curiosidad, y conmoción, y sobrecogimiento, y repelús, y hasta un poquito de reconcomio y un mucho de interpelación.
ResponderEliminarCreo que a partir de ahora voy a dejar todas las puertas abiertas, a ver si tengo suerte y entras por una de ellas.
Te eché de menos el mes pasado; me alegra un montón que hayas vuelto.
Un cariñoso abrazo
Pues sí que he generado estados diferentes, Margarita. Me alegro de ello como me alegro de que me invites con esas puertas abiertas que me ofreces. Siempre es mejor eso que mirar por el ojo de la cerradura... ;)
EliminarY ya sabes el atasco de relatos que hay. Llegué un poquillo tarde y me quedé fuera del mes. Pero me vino bien, porque marzo fue un mes de magníficos relatos (con solo echar un vistazo a los finalistas ya se dice todo). Además estaba de jurado. El mío habría quedado muy mediocre entre tantas y tantas buenas historias.
Un abrazo para ti. Y un beso también.
A Sebastián no se le puede negar que tiene un trabajo absorbente, tanto, que a partir de ahora será a jornada completa, noche incluida. El que no se haya vuelto a saber nada de él puede ser muy bueno o muy malo, sin término medio, aunque me inclinaría por lo segundo, más acorde con el tono misterioso del relato, un drama de terror a partir de la realidad cotidiana. Me ha recordado al corto "La cabina", con José Luis López Vázquez.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan Antonio y gracias por abrir esta puerta tan interesante
(Perdón, "José Antonio" -en qué estaré yo pensando-)
EliminarComo siempre, ¡qué buen tino tienes, amigo Ángel, en tus comentarios!
EliminarEsa era mi idea desde que lo escribí: generar un misterio que llevara al lector o lectora a que pensara que algo malo le ha tenido que pasar al protagonista, el tal Sebastián de quien nunca más se supo. ¿Qué le pasó? Ese es el misterio que cada cual tiene que suponer. Se aceptan ppropuestas, pero de antemano adelanto que pueden ser muchísimas. Algunas incluso podría ser que ni yo mismo las hubiese imaginado.
Todo un honor que asemejes mi modesto relato con esa grandísima historia que fue "La cabina". NI de lejos...
Un fuerte abrazo, compañero cincuentista, y quedas absuelto de tu pecado, que podríamos calificar de venial.O mejor, de nominal.
Querido José Antonio, tu escritura es perfecta y tu vocabulario rico y amplio. Con esas armas el relato que sale de tu pluma tiene todas las de ganar. En mi encuentro sevillano con Enrique y Miguel precisamente esto es algo que nos extrañaba a los tres, el que nunca hayas ganado cincuenta con esas cualidades que te acompañan. También es verdad que eres tan generoso que con tus relatos ganamos todos los demás, y eso es de agradecer y quizá la meta a la que todos aspiramos: que ganen y disfruten nuestros lectores. Para mí ganas todas las veces que leo tus relatos y comentarios, es decir, en innumerables ocasiones.
ResponderEliminarQué decirte de este que se encuentra allá arriba: que está perfectamente estructurado y escrito, creando suspense desde el principio y dejándonos con la boca abierta al final.
Como buen micro invita a más de una interpretación. A mí me sugiere dos:
–Sebastián, al atravesar la puerta, ha viajado en el tiempo hacia otra época u otra dimensión, aterrizando en una vida paralela y diferente.
–Sebastián ha desaparecido debido a que sabía demasiado de algo incómodo. Alguna teoría de la conspiración que los poderosos no querían airear y se lo ha tragado la tierra para que su boca no delate la verdad. Esta se me ha venido a la cabeza después de leer la última y excelente novela de Juan Gabriel Vásquez “La forma de las ruinas”, en la que los testigos incómodos que pueden incriminar a los poderosos, culpándolos de algún magnicidio, desaparecen como por arte de magia tras intentar declarar lo que saben.
Como puedes ver tu relato me ha encantado. Para mí es de un 10 rotundo.
Un fuerte abrazo.
Pablo.
Bueno, amigo Pablo, ¿y qué te digo yo a ti tras leer tu comentario? ¡Me has dejado sin palabras, esas que dices que tengo y que yo creo que me faltan en circunstancias como esta!
EliminarLo primero es que me agrada enormemente el hecho de que te haya gustado mi historia de puerta y Sebastián que la abre. Sí te digo que a mí me han encantado tus interpretaciones, sobre todo la del posible ajuste de cuentas, con ese toque de quitar de en medio a quien incomoda al poder o a un grupo mafioso o similar (hay tantos). La otra tampoco está mal, pero yo soy menos fantasioso y eso de los viajes temporales y las otras dimensiones se me escapan. Ya me cuesta trabajo entender este mundo...
Agradezco ese 10, "rotundo", que me otorgas, pero seguro que a lo largo del mes salen publicados nuevos relatos que dejan al mío con un 8 raspado y contento que voy.
Y respecto a que nunca haya ganado en "Cincuenta palabras", no llevas razón alguna. Gano todos los días (o casi todos), y con toda seguridad, al mes, leyendo tan buenas historias que hacen que las mías se encojan como si tuviesen frío, con la timidez de quien se siente apabullado por otros magníficos cincuentistas de esta cada vez más enorme familia. En una ocasión le comenté a alguien de Cincuenta que parecía que era el "eterno candidato", un título que para mí es más que suficiente. De verdad lo digo porque de verdad lo siento.
Un fuerte abrazo y tenemos que conocernos en persona. Poco más de 110 kilómetros nos separan y de por medio ninguna puerta cerrada, que entre amigos no hay barrera alguna que impida consolidad una amistad.
No sé si estamos ante las famosas puertas giratorias o no, si fuera así, no me extraña para nada la desaparición de Sebastián en uno de los giros. Pero como el tema de la política me gusta lo justo, me inclino a pensar que son otro tipo de puertas. Puertas que significan inicio de caminos hacia lo desconocido, salidas de zonas de confort, permisos concedidos a uno mismo para ir a donde uno siempre quiso y no se atrevió... si hubiera sido una de estas últimas puertas a las que hago referencia, tampoco me extraña que no se haya sabido nada del antiguo Sebastián.
ResponderEliminarIntrigante e interesante micro para estrenar el mes de abril. Impecable, querido José Antonio.
Te mando mi enhorabuena y un beso grande.
Malu.
Querida Malu, ¡qué agradezco tus palabras!, con esas propuestas de interpretación tan variadas que, al parecer, te han sugerido mi relato. Y lo más importante de todo, que todas ellas pueden ser válidas y acertadas. Sobre si son puertas giratorias o no, más arriba, a Patricia Richmond, le dejo claro mi idea sobre las mismas. Pero no, paa tu tranqulidad, no lo son...
EliminarMe encanta (y me gusta mucho) que te haya resultado intrigante e interesante. Eso sí, queda por detrás del tuyo, esa historia que tan bien has sabido tejer con tan poco.
Gracias y un besote para ti.
Qué sensación más inquietante creas. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias, Aurora, por tu comentario. Ese era el objetivo, generar cierto desasosiego, desazón escribo en el propio relato. Me alegra que, por lo visto, lo haya conseguido.
EliminarUn clima inquietante, una desaparición, una puerta que conduce, quizás, a un no lugar. Siento miedo, pero también mucha curiosidad. ¿Qué tal unos golpecitos en la puerta para ver si vuelve y nos cuenta algo?
ResponderEliminarMe ha encantado, José Antonio. Un abrazo.
Me gusta ese "a un no lugar" que dejas escrito, Carmen. No me gusta haberte asustado, lejos de mi intención. Siempre puedes llamar a la puerta, pero tal vez entonces sí que podrías sentir miedo... Sobre todo si alguien te responde sin que lo esperes. Es lo que tienen las puertas, que no sabemos si hay o no hay detrás alguien o algo.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario y un abrazo para ti.
Suspense en estado puro. Genial, José Antonio.
ResponderEliminarGenial tu comentario, Alma Rural, porque ese ambiente de suspense es el que aspiraba a conseguir en mi cincuenta. Y paarece que lo he logrado según deduzco de tus palabras y de anteriores (casi todos) comentarios.
EliminarMuchas gracias.
Cada puerta que abrimos en nuestra vida es una bifurcación de nuestro camino; nuestra vida cambiará. La puerta que abre Sebastián espolea nuestra imaginación y hace que el relato siga vivo en nuestra mente. Muy bueno, José Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Salvador. Te digo lo que ya he tenido la oportunidad de decirle a otros compañeros cincuentistas. Mi idea inicial era dejaros un relato que quedara abierto a la imaginación, siempre acertada, de quien lee. Efectivamente, las puertas (que no tienen que ser de madera, de cristal o metálicas) son caminos abiertos o que tenemos que abrir que la vida dispone ante nosotros. El resto es ya responsabilidad nuestra.
EliminarUn abrazo para ti.
Magnífica puesta en escena... me parece oír el chirrido de la puerta, al abrirse. ¡Muchas felicidades, José Antonio!
ResponderEliminarUn chirrido inquietante, tanto como no saber qué ha podido pasarle al bueno (o no tan bueno) Sebastián en aquella mañana, fría para más detalle.
EliminarGracias por tus palabras, María José.
Como un segmento de un sueño que se hubiera transportado a una estampa cotidiana, tu relato recrea la irrealidad onírica sobre algo tan convencional como un lugar de trabajo. Y por eso es inquietante, porque transmite el temor que sentimos cuando las cosas dejan de ser lo que siempre han sido, con ese miedo infantil e irracional a lo desconocido, a lo inesperado. Todo ello aderezado con un final abierto a la especulación, al desasosiego de la imaginación.
ResponderEliminarQuerido, José Antonio, has tejido con hilo de sueños un gran relato desde la maestría de tu creatividad. Normal que te echara de menos el mes pasado.
Un abrazo.
¡Espléndido tu comentario, Antonio! Aunque nada bajo el sol, si ya nos tienes acostumbrados a esos certeros comentarios que nos ofreces casi a diario (muchas veces mejores incluso que el relato que comentas, como es el caso). Ese final abierto, a mi juicio, es lo mejor que tiene mi relato, porque dejo que sea el lector o la lectora quien siga la historia. Interpretaciones, las que sean necesarias. Ya he dejado escrito que incluso algunas de esas, con toda seguridad, ni yo mismo las habré pergeñado.
EliminarAsí que dicho lo dicho, agradecerte que te hayas detenido un momento para dejarme un acertado comentario, que tiene más valor viniendo del justo ganador del mes de marzo. ¡Menos mal que no participé (entre otros motivos por haber llegado tarde y por el atasco que existe de relatos en espera).
Un fuerte abrazo, compañero cincuentista.
Abriendo una puerta hacia la inquietud.
ResponderEliminarExcelente.
Muy agradecido, Ricardo.
EliminarSolo faltaba que pasase eso al ir a trabajar. Puf, hasta estoy contenta de haber entrado en el despacho sin problemas pero... ¡con tanto sueño!
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja, ja! Pues no te falta razón, Luisa. Ir a trabajar, abrir la puerta y desaparecer. O que no te dejen volver, que es una forma de hacerte desaparecer.
EliminarEspero que mi cincuenta te haya despertado y que tus párpados se abrieran como una puerta más.
Un saludo.
Como a Ángel Saiz, me ha recordado La cabina y cuentos de Kafka. Muy bueno. Un saludo.
ResponderEliminarPues como a Ángel te digo que eso son palabras mayores.
EliminarMuchas gracias, Miguel, por tu calificación y por tu comentario.
Nuestra actitud ante este tipo de puertas podría decir mucho de cada uno de nosotros: de nuestro miedo o arrojo, irresponsabilidad o prudencia, de nuestra curiosidad o falta de ella, de nuestra necesidad o no de cambio, o quizá solo del grado de conformismo o de exigencia ante la vida que llevamos. Pero pienso que hay muchas de ellas a cada paso que damos. Posiblemente hayamos abierto más de una a lo largo de nuestra vida sin ser conscientes de ello. Yo también prefiero pensar que a Sebastián le fue bien al otro lado, y que no es que nadie volviera a verlo después, sino que cambió tanto tras abandonar su fría rutina, que nadie lo reconoció. Estupendo relato, José Antonio; encantado de poder disfrutar este mes de tu siempre esperada propuesta. Ya sabemos que los plazos para la publicación son superiores a un mes y tarde o temprano acabamos cayéndonos por el filo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
¡Gran comentario, Enrique (el Grande)! Buen análisis el que nos ofreces y acertado también. Quédate con el hecho de que a Sebastián no le ha pasado nada malo. Pero podría ser que sí... "Despacho". "Fría mañana". "Temprano, como solía". Esa era su rutina, que se pudo ver modificada por alo inesperado, algo que impide que no se sepa nada de él. Y que no se vuelva a saber nada más de él, que es mucho más categórico.
EliminarMe alegra que te haya encantado. Y sobre mi ausencia en marzo, pues tú tienes la clave: mi tardanza y el embotellamiento que hay, lo cual no es malo.
Un abrazo fuerte, amigo.
Un relato interesante por las opciones que deja su inquietud.
ResponderEliminarSaludos afectuosos
Muchísimas gracias, María Jesús, por tu comentario.
EliminarSaludos.
Al atravesar la puerta de tu relato un sudor frío se ha apoderado de mí. Me he encontrado con cincuenta palabras inquietantes hablando de una desaparición. Por suerte he logrado salir, a pesar de que las cincuenta me han tenido largo rato atrapada. Excelente, José Antonio. Felicidades y abrazo.
ResponderEliminarGracias, Juana, por estas palabras. Siento que hayas sentido frío e inquietud, pero por otro lado a eso aspiraba. ¡Objetivo cumplido, entonces!
EliminarMe alegra que te haya gustado y agradecido por tus elogios.
Un abrazo.
¿Y si Sebastián esa mañana, en vez de girar el pomo de siempre, se atrevió a girar el de la puerta que sabía que existía pero que nunca se había planteado abrir antes? Un micro estupendo porque hace que se dispare la imaginación a todo meter. Felicidades, José Antonio, un beso.
ResponderEliminarYa veo, Matrioska, que mi "puerta" te ha disparado tu imaginación (que por otro lado la tienes en abundancia y a las pruebas me remito).
EliminarMe gusta ese girar el pomo de una manera diferente. Ahí podría, tal vez, estar el quid de la desaparición del, como digo, bueno de Sebastián (o no tan bueno).
Muchas gracias y un beso.
Donde una puerta se cierra se abre otra, dice el refrán, yo no lo tengo muy claro, aparte de eso, vete a saber qué hay detrás de esa nueva puerta que se abre.
ResponderEliminarLo cierto es que, de forma inconsciente, abrimos y cerramos puertas cada día con toda naturalidad, y quizá alguna vez una de ellas nos conduzca vete a saber dónde, quizá deberíamos ser más reflexivos con respecto a este asunto.
¿Qué le ha ocurrido al personaje del microcuento? Lo cierto es que el mundo del trabajo cada vez tiene más peligros y abrir la puerta de un despacho, una oficina o un taller, a veces, requiere el ánimo de un superhéroe.
A lo mejor, a la empresa de Sebastián la han deslocalizado, y él ha ido a parar directamente a su nueva sede, en Guinea Conakry, un suponer.
Aunque también puede que se haya topado con un punto de intersección entre dimensiones espacio-temporales, y ande ahora todo desorientado por un mundo en el que se sentirá más raro que un pulpo en un garaje. O, quizás, haya pasado a otro universo donde todo sea de color de rosa, donde los pajaritos canten y las nubes se levanten, y hasta puede que allí haya encontrado ese amor que no encontraba en este nuestro imperfecto mundo...
En fin, que las posibilidades son numerosas, y más si se dejan al arbitrio de una mente imaginativa, por tanto, si el mismo Sebastián no regresa para contarnos qué le ocurrió, podemos suponernos cualquier cosa.
Mis saludos y mi enhorabuena, José Antonio, por este microcuento que da pie para multitud de especulaciones.
Enrique, y después de leer tu comentario ¿qué te puedo decir yo? Pues se me ocurre que, efectivamente, tienes una prodigiosa e imaginativa mente, porque hay que ver las cosas que se te han ocurrido tras leer mi cincuenta.
EliminarSobre lo de si Sebastián tiene intención de regresar de allí donde se halle, pues me parece qu no, que no está por la labor. Y viene bien, porque de esa manera podemos seguir imaginando cosas sobre él y sobre lo que le sucedió tras abrir la dichosa puerta.
Muchas gracias por tu espléndido comentario que, sinceramente, me ha gustado muchísimo.
Vayan mis saludos para ti y nos seguimos leyendo.
José Antonio, realmente es intrigante el relato!
ResponderEliminarComo dices que las puertas serán abiertas por vez primera... quizá han cambiado las puertas habituales (las del trabajo) por unas especiales que te transportan lejos?
Pues con la incógnita nos dejas.
Un abrazo!
Carme.
Me alegra, Carmen, que mi cincuenta te haya intrigado, porque ese era mi principal objetivo. Y sobre tu interpretación, pues es tan válida como las de otros compañeros comentaristas, ya que mi relato queda muy abierto a eso precisamente, a diversidad de análisis. Ahora, respecto de la incógnita, te quedarás con ella como yo mismo me he quedado. ;)
EliminarUn abrazo y muchas gracias por tus palabras.
Ostras, qué inquietantes esas puertas. Y lo peor es la doble lectura, pues tanto puede referirse a una dimensión fantástica del mundo real (me encanta el realismo mágico), como ser un relato simbólico en el que esas puertas sean un camino hacia la alienación.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, José Antonio.
Abrazo.
Tanto un camino como otro, amigoo Carles, son igualmente válidos. Quédate, pues, con el que más te gusta. Yo, por mi parte, solo te confieso que esa realidad, después de que Sebastián traspasara la puerta, es mucho más mundana y real. Algo le pasó, inesperadamente, que provocó su ausencia duradera y no deseada.
EliminarGracias por tu comentario y me llena de orgullo y satisfacción (¡Ja, ja, ja!) el hecho de que te haya gustado.
Un fuerte abrazo.
Me ha gustado tu relato, José Antonio. Tiene suspenso, las palabras no sobran, el final es impactante y deja espacio para la imaginación. Saludos.
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