La última aventura
Nunca antes sentí nada igual. Mis madres me decían que hiciera este viaje, que lograría una utopía: ser feliz.
Terminó la cuenta atrás. Empecé a flotar. Aquí, un año dura un mes.
Todos los días saludaré a mis madres desde aquí, al pasar desde el cielo por donde ellas viven.
Terminó la cuenta atrás. Empecé a flotar. Aquí, un año dura un mes.
Todos los días saludaré a mis madres desde aquí, al pasar desde el cielo por donde ellas viven.
No sé si logrará la utopía de ser feliz en su última aventura,y aunque el tiempo pase deprisa, da la sensación de estar en una inmensa soledad.
ResponderEliminarBuen relato Javier.
Un abrazo.
Qué buena interpretación, Javier, si bien es cierto que el relato tiene un ritmo muy rápido, es uno de los relatos que más me gustan de los que he publicado y escrito. Transmite problemas como la adopción, la homofobia, la hipotética imposibilidad de ser feliz en este planeta azul y, como bien mencionas, la soledad.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, y un abrazo fuerte. FJavier.
En cierta charla motivacional escuché al orador decir, palabras más, palabras menos, algo así: «¿Quieren tener una existencia sin tener que preocuparse de nada? Entonces... ¡muéranse! No es posible disfrutar de lo bueno de la vida sin transitar lo malo y resolverlo».
ResponderEliminarMuy buen cincuenta, F. Javier.
Saludos.
Muy buena reflexión la de ese orador, Vicente. Tiene todo el sentido del mundo, ya que si no conociésemos lo malo ¿cómo íbamos a concebir qué es lo bueno (y el Argumento Ontológico no vale)?
EliminarMuchísimas gracias por tu felicitación. Un saludo. FJavier.
F. Javier, cuando hablas de dos madres, supongo que se trata de una adopción por una pareja gay, incomprendida por los que las rodean.
ResponderEliminarPrefieren que no dañen a su hijo invintándolo a marchar para ser feliz.
El problema es que se ve condenado a irse del planeta para conseguirlo y tener que vivir solo el resto de sus días.
Qué triste que la homofobia impida que las personas vivan en paz y tal y como deseen vivir.
Me ha gustado F. Javier.
Besos
Así es, Pilar. Que dos mujeres (o dos hombres) se quieran no debería de ser un problema a la hora de criar y educar a un hijo. Desafortunadamente, es algo que existe en estas 50 palabras, lo que lleva al hijo a iniciar una aventura como selenita que será la última experiencia emocionante de su vida.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Pilar, y me alegro sobremanera de que te haya gustado; esa era mi misión.
Un abrazo. FJavier.
Utopía infinita, buscando desde lo etéreo aquello que no pudo obtenerse en el mundo material.
ResponderEliminarGracias por brindar esas cincuenta palabras al espacio utópico que todos conformamos en este blog.
Gracias a ti por tus bonitas palabras, Ricardo. ¡Que algún día la utopía sea una realidad!
EliminarSaludos. FJavier.
Más respeto por los demás tendría que haber, cierto es.
ResponderEliminarA ver si cuando vuelve del viaje ha avanzado un poco el pensamiento en la tierra.
Un saludo.
Exactamente, M. Carme. Esperemos que los cambios sean para mejor.
EliminarSaludos. FJavier.
Un relato que infunde esperanza, la que se desprende de la certidumbre de que nada termina del todo, que el final puede ser el paso a otra dimensión más dichosa, sin que se pierda el vínculo con aquellas personas a quienes se estuvo unido y a las aún no les ha llegado la hora. Una "última aventura" que no es despedida, sino hasta siempre. Cincuenta palabras con perspectiva optimista.
ResponderEliminarUn saludo, F. Javier
Todo lo bueno y todo lo malo de tu protagonista parece que viene de sus madres. Nacer/crecer en una familia "diferente" marca para bien y para mal. Desafortunadamente las "madres" ya no están con él, pero le han dejado valores y fuerza suficiente como para emprender una última aventura que yo auguro será del todo positiva.
ResponderEliminarTu relato es tan profundo como intenso, Javier.
Enhorabuena, te mando un beso.
Malu.