Punto de inflexión
Finalizaban los setenta cuando Fredy "La gacela" Murray, treinta combates invicto, con la dentadura completa y un rostro inmaculado, llegó a la pelea del siglo, con la corona mundial en juego, contra John McLester, "la apisonadora de Brooklyn". Dos meses después le ofrecieron el papel protagonista en El hombre elefante.
Me encantan y me divierten tus relatos. Muy sugerente y persuasivo micro, pero yo en los deportes de lucha, no hice ni las prácticas.
ResponderEliminarNo conozco a tus personajes -perdón por mi ignorancia-, desconozco si trata de boxeo u otra disciplina de lucha. Tus personajes no sé si estarán "sonados", pero a mí no me suenan (me sueno solo).
Amigo Rafa, es para mí un placer leerte, pues siempre me arrancas una sonrisa.
Un fuerte abrazo, padrino.
Personajes ficticios, ahijado, y pretende estar ambientado en un ring de boxeo. Celebro tu sonrisa.
EliminarAbrazo.
Rafa está claro que fue un verdadero punto de inflexión ese combate en la vida de "La gacela", la paliza que recibió por parte de "la apisonadora..." fue tal qué como le dejaría la cara para que le ofreciesen el papel del "Hombre Elefante".
ResponderEliminarBuen relato Rafa.
Un abrazo.
Sí, la gacela no supo o no pudo escapar a la apisonadora. Pero bueno, no hay mal que por bien no venga.
EliminarAbrazos, Javier.
Rafa, yo como Isidro no tengo ni idea de este deporte, pero,por el nombre de cada uno de ellos puedo intuir la diferencia de fuerzas que hay entre ambos. El resultado se veia venir... en ese momento al perdedor le cambia la vida y el rostro.
ResponderEliminarBuen relato.
Enhorabuena!
Besos
Fuerza contra velocidad. Esta vez triunfó la fuerza.
EliminarGracias, Pilar.
Besos.
¡Que pena de rostro! Debió quedar fatal para que le ofrecieran el papel del "hombre elefante". Es que una gacela contra una apisonadora... jajaja.
ResponderEliminarMuy bueno, me ha gustado leerte. Un beso.
Al menos no necesitó maquillaje para la película.
EliminarGracias, Olga.
Besos.
Está claro que nunca hay que confiarse, que todo puede cambiar en un momento; que por muy voraces que podamos ser, siempre hay un pez más grande que nosotros. Pasar de un extremo a otro en poco tiempo no es algo tan extraño, menos en un deporte como el boxeo. Tengo una curiosidad, no sé si el título es una errata o responde a algún patrón que se me escapa.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa
Lo de "puto de inflexión" era una errata bastante gorda de la que me acabo de dar cuenta. ¡Disculpas! (aunque ha sido gracioso).
EliminarYa me parecía, pero nunca se sabe por donde puede salir el arte, menos aún el del sorprendente Rafa. En todo caso sí que ha sido gracioso. Aparte de eso, estás en todo, Álex.
EliminarHe llegado tarde para ver la errata. Ya te imagino, Ángel, tratando de descubrir quién era el depravado. jajajaja.
EliminarAbrazo.
Gran historia. Para colmo, a tu protagonista le quitó John Hart el papel protagonista. Como siempre, un relato lleno de aire fresco que provoca gran placer leerlo. Eres un crack, rafa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Perdón, Rafa con mayúsculas. Escritor con mayúsculas también.
EliminarDos artes tan antagónicos, boxeo y cine, unidos en un micro.
EliminarGracias, Pablo.
Abrazo.
Ja, ja, ja. Con qué gracia lo cuentas, Rafa. Muchos peleadores han terminado sus carreras de manera muy similar. Afortunadamente, y más en la actualidad, la fama conseguida les permite probrarse en otros ámbitos. ¿Verdad, Manny Pacquiao?
ResponderEliminarMención aparte, me gusta mucho el boxeo.
Un abrazo.
El filipino, sin que le cambiaran la cara, ha llegado hasta diputado. Ya somos tres microrrelatistas que nos gusta el boxeo. Un placer.
EliminarAbrazos.
Agg, qué daño, y aun así, sonrío.
ResponderEliminarSaludos, Rafa
"La apisonadora" actuó de maquillador para la película.
EliminarGracias, Margarita.
Saludos.
Una gacela contra una apisonadora, ¡ya podía saltar!, jajaja. A esto se le llama reinventarse y aprovechar la coyuntura con un golpe, pero de efecto. Genial, Rafa. Un abrazo.
ResponderEliminarLas gacelas se escapan de muchos ataques de sus depredadores, pero de vez en cuando alguna cae. Como aquí.
EliminarAbrazos, Salvador.
Un relato contado con humor, Rafa. Los sobrenombres de los púgiles son muy divertidos y el resultado final da un poco de pena, pero tiene el tono ligero de los dibujos animados.
ResponderEliminarMuy original. Un abrazo.
Como es ficción nos podemos reir sin reparo, nadie se va a molestar.
EliminarGracias, Carmen.
Abrazo.
De gacela a elefante, tampoco está tan mal. Al fin y al cabo, lo importante es seguir dando espectáculo.
ResponderEliminarAbrazos, Rafa.
Una metamorfosis con ayuda exterior.
EliminarAbrazos, Notinc.
Treinta combates y con la dentadura intacta, estaba claro que antes o después llegaría el que se la partiera. Muy divertido micro con ese besar la lona de tu “gacela”. Ingenioso y divertido, Rafa. Un beso grande.
ResponderEliminarQuizás esa dentadura intacta y rostro inmaculado fue el estímulo de la apisonadora para ensañarse de largo.
EliminarGracias, Inma.
Besos.
En toda carrera profesional hay un punto de inflexión y a esta gacela le llegó el momento de convertirse en elefante. No ganó la corona mundial en la pelea del siglo, pero quién sabe si de esta se gana un Óscar.
ResponderEliminarSiempre tan original, eres único.
Un beso Rafa.
Malu.
La apisonadora le puso el punto de inflexión en su vida.
EliminarGracias, Malu.
Besos.
Hay que tener mucho arte y no menos ingenio para unir de una sola tacada un combate de boxeo, bastante desigual visto lo visto, con una grandísima película, nada agradable de ver (por lo menos para mí) pero innegablemente muy buena.
ResponderEliminar¡Magnífico relato, Rafael! Va, por supuesto, mi me gusta y también, por supuestísimo, va mi enhorabuena por este y todos tus cincuenta con los que siempre, mes tras mes, nos asombras.
Un fuerte abrazo y nos seguimos leyendo.
Abrumado por tus generosas palabras, José Antonio. No creo que sea cuestión de arte o de ingenio, simplemente una chispa que llega al cerebro y pilla en la memoria retazos de aquí y de allá para montar una historia. Feliz de que te haya gustado.
EliminarAbrazo fuerte.
Hay un momento en la vida que es clave para que cambie la suerte y es ese instante en que te confías por creerte grande, entonces llega una apisonadora que barre tu rostro de un golpe. Aunque como no hay mal que por bien no venga encontró una solución a modo de pantalla.
ResponderEliminarGenial siempre Rafa, con ese toque tan particular tuyo. A pesar de haberme llegado el dolor de ese combate, me queda la sonrisa al leer tan buen 50.
Un abrazo grande.
Cualquier momento puede ser bueno para cambiar de trabajo. Por ejemplo cuando una apisonadora te deja la cara echa un cromo.
EliminarGracias, Mª Belén.
Un beso.
Una idea muy simpática magistralmente (con mucho arte) contada.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa.
Gracias, Enrique, por tus generosas palabras.
EliminarUn abrazo.