Vacaciones pagadas
Aspirando la brisa del mar se aclaró los pulmones. Entre todas las siluetas arrellanadas en el muelle reconoció a una. Pasmado, se acercó para dirigirle la palabra:
—¡Amigo, no puedo creerlo! ¡Me dijeron que habías muerto!
—Gente bien informada. A mí, en cambio, otros me aseguraban que tú seguías vivo.
—¡Amigo, no puedo creerlo! ¡Me dijeron que habías muerto!
—Gente bien informada. A mí, en cambio, otros me aseguraban que tú seguías vivo.
Un relato tan conciso como sorprendente y demoledor al final. Me ha encantado. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
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Gracias por tus impresiones, Fernando. Revisaré tus redes.
EliminarSaludos.
Vicente buen relato, un muerto que no sabe que está muerto, un dialogo bien centrado y que nos lleva a convertir el relato en uno de misterio.
ResponderEliminarMe ha gustado Vicente, enhorabuena.
Un abrazo.
¡Qué bien que te haya gustado, Javier!
EliminarMil gracias.
Un abrazo.
¡Puro Rulfo! No voy a decir lo que tengo ganas de decir porque me castigará el mandamás. Pero que si pudiera diría lo que no puedo decir.
ResponderEliminar¡Qué grande, Vicente!
Yo sí que puedo decirte que eres la mar de generosa, Patricia y que todas las noches le pido a San Rulfo el milagro de escribir decentemente.
Eliminar¡Gracias!
Un fuerte abrazo y otra pluma para tu sombrero.
Vicente
Aunque ya lo haya dicho Patricia, lo digo yo también, porque así lo creo, ¡qué grande eres Vicente!
ResponderEliminarMe encanta el micro que nos dejas este mes.
Te mando mi enhorabuena y un gran beso.
Malu.
¡Gracias, Malu! Me pone muy contento que te haya agradado mi propuesta.
EliminarUn abrazo
Grande, Vicente. estupenda vuelta de tuerca en esta impecable historia. ¡Bravo!
ResponderEliminarUn me gusta como una catedral, amigo mío.
Pablo.
Vaya, don Pablo, llamarme grande a mí que te miro hacia arriba.
EliminarSi te ha gustado, entraré a esa catedral a dar las gracias.
Un afectuoso abrazo.
Vicente
Como dicen en mi tierra "el muerto al hoyo y el vivo al bollo", aunque en este caso los dos vivos están en el hoyo, en el más puro estilo de la comedia de postguerra. Parece, salvando las distancias un epigrama de Marcial. Enhorabuena Vicente, un abrazo.
ResponderEliminarQué bueno que salves las distancias, son muy grandes, Pepe. Je, je, je.
EliminarMil gracias por tus alentadoras palabras.
Otro abrazo de vuelta.
Brillante la elección d un entorno portuario como lugar de paso, como antesala del confín que delinea el horizonte del océano, y absolutamente magnífico el diálogo final entre esas dos sombras del muelle. Cuatro frases precisas, concisas, que emocionan por su ingenio y por las que sólo cabe sentir admiración.
ResponderEliminarUn relato maestro, Vicente. Has creado un micro que es carne de vitrina.
Enhorabuena. Un abrazo.
Admiración la que siento yo por tus letras, estimado Antonio. Desde el primer borrador, sentí que el mar debía estar presente en este relato con un mensaje eterno bordado en sus escarceos.
EliminarGracias, muchas gracias.
Vicente
No tengo ni idea de cuáles son los ingredientes, las técnicas y los modos que debe tener un micro para estar bien contado; ni siquiera sé si tiene que tener ingredientes, técnicas o modos. Pero sea lo que sea lo que tiene que tener, el tuyo lo tiene, seguro.
ResponderEliminarTono, naturalidad, ritmo, empatía, brisa marina, diálogo, intriga y efecto final. ¿Se puede pedir más?
Sí, yo creo que sí; se puede pedir que llegues a la final (Patriciaaaa, ¡cobarde!) ;)
Un cariñoso abrazo, Vicente.
Margarita, el gran Oscar –Wilde- decía que para escribir no existen más que dos reglas: tener algo que decir y decirlo.
EliminarA mí con las teorías literarias y las poéticas me ocurre lo que le ocurría a Gila cuando se aprendía una frase en inglés, por ejemplo: Mi teacher is rich. Luego se preguntaba en qué conversación podía meterla.
Mmhh... Empiezo a creer que el primer ingrediente es llamarse Margarita. La técnica: el talento y la imaginación. Y el modo, el más dulce de decir las cosas. Finges amnesia, querida amiga.
EliminarSin hablar de finales, por este medio he recibido más premios de los que merezco.
Gracias de corazón por tus palabras invaluables y tu abrazo, te envío otro igual de sentido.
Vicente
Enrique,
EliminarOscar Wilde, uno de mis escritores favoritos, era, además de bullanguero, un genio. Aquí no es la excepción.
Cobarde, no, que no quiero que me arranquen las orejas. No se me sujetaría el sombrero.
EliminarTu sombrero tiene plumas, Patricia, por eso vuela.
EliminarY a mí se me ve el plumero con estos dos contertulios de la mesa camilla. Ahora que os tengo juntos, aprovecho la ocasión para reconocer mi ignorancia y mi sonrojo ante tantas "citas" (léase también películas, canciones, anécdotas) como os sacáis de la chistera para cualquier ocasión.
Aquí todos con sombrero y yo con estos pelos. Voy a preparar un piscolabis: ¿queréis un té o mejor café?
Un vivo que se sorprende cuando cree ver a un muerto. Un muerto que hace comprender al vivo que también lo está, alguien tenía que decírselo y alguien tenía que escribir un micro tan bueno como éste. Tengo que decir que no me extraña que hayas sido tú.
ResponderEliminarOriginal, sorprendente y categórico, de los que lo dicen todo sin decirlo.
Enhorabuena y un abrazo Vicente
A mí tampoco me extrañan tanto donaire y desprendimiento en tu comentario, Ángel, es lo habitual en ti. Es un halago el que te haya gustado.
EliminarMuchas gracias. Otro abrazo de regreso.
Magnífico relato, Vicente. En el título y el primer párrafo conduces al lector por un paseo marítimo. En el segundo dejas entrever una historia, y en el tercero nos impactas con un final tan genial como inesperado.
ResponderEliminarFelicitaciones y un abrazo
¡Gracias, Georges! Tus palabras motivan, de verdad.
EliminarQué gentileza.
Un abrazo.
No sé si estoy mediatizado por la ola de corrupción que nos invade –los famosos papeles de Panamá que no servirán para ‘na’, es decir, que los de siempre seguirán trincando con una avidez insaciable, mientras los líderes mundiales harán como que se ofenden, para, pasado el temporal, maquillar un poco las leyes y volver a mirar para otro sitio-, pero el título ya me ha puesto en alerta.
ResponderEliminar¿Quién le ha pagado las vacaciones al individuo que pasea por ese muelle –estoy sintiendo ya la brisa marina y un sol brillante me está haciendo daño en los ojos-, o al que le han pagado las vacaciones es al otro que está arrellanado en el muelle y que ha sido reconocido por el anterior?
Sea como fuere, a pesar de esos perfumes marinos percibo de fondo un tufillo a corrupción. Un individuo que se hizo pasar por muerto, al estilo del Matías Pascal de Pirandello, y el otro del que el anterior dice que sabía que estaba vivo, con lo cual, se supone que corría el rumor de que había muerto. ¡Qué mosqueo!
Tras ese diálogo puede uno imaginarse multitud de situaciones oscuras, y pensar que ambos personajes son unos pájaros de cuentas en más de una de las acepciones que tiene esta palabra.
Y esa gente bien informada que aparece por ahí también da repelús. No sé si ese amigo con el que se dirige el perplejo personaje al otro es una simple fórmula, u oculta alguna relación en el pasado, por si acaso, voy a retirarme no vaya a ser que, dentro de un rato, les dé por liarse a tiros.
En fin, Vicente, como todas tus propuestas en esta página, la de esta ocasión brilla como una estrella de gran magnitud en este universo de las 50 palabras. Mi enhorabuena y mis saludos más afectuosos.
No creo que estés mediatizado, estimado Enrique. Más bien, sucede que eres una persona sensible, consciente de la situación de este mundo nuestro. Algunos cierran los ojos, tú no.
EliminarMe gusta la energía que le has insuflado a mi relato con tu interpretación.
Mil gracias, amigo.
Un abrazo.
Sin sueño, así me dejas...que gran trabajo el tuyo. Un abrazo enorme.
ResponderEliminar¡Gracias, Geyna!
EliminarOtro abrazo de regreso.
Formidable, Vicente. Cuánta belleza hay en esta escena que nos muestras y en este diálogo que, para mí al menos, resuena con ecos sobrenaturales. Sería una pena que una obra tan especial no quedara remarcada en negrita.
ResponderEliminarEnhorabuena y gracias por este regalo de micro.
Un abrazo.
Sobrenatural seguro, Enrique. Ojalá y el eco perdure.
EliminarAl contrario, gracias a ti por tu gentil comentario.
Abrazo.
Diálogo ¿imposible? entre dos amigos que se ven cada uno de la forma contraria a como se encuentran, cuando ambos están en la misma situación.
ResponderEliminarMe ha gustado el título que has elegido, porque pagadas, y más que pagadas, sí que estan esas vacaciones al más allá. Ya escuché hace mucho eso de que "la muerte sí que tiene un precio", que, por cierto, no paga quien disfruta el viaje. Y también me ha gustado esa espera en un muelle a que llegue un posible Caronte que los traslade al puerto definitivo.
En fin, que me ha gustado mucho tu propuesta de este mes, Vicente. Así que va mi me gusta y aprovecho la ocasión para enviarte un abrazo y mi coletilla de "Nos seguimos leyendo".
Por supuesto que nos seguiremos leyendo, José Antonio. Al menos yo, no pienso perderme ninguna de tus joyas cincuentinas (si me permites llamarlas así).
EliminarSospecho que ese Caronte ahora es capitán de algún crucero.
Muchas gracias por tu amabilidad.
Un abrazo.
Genial relato el que nos regalas, Vicente. Sabe a misterio y a realismo mágico el diálogo entre los dos muertos. La escena no podía tener mejor ambientación para adentrarnos en un más allá de corte onírico.
ResponderEliminarEl final es propio de un experimentado narrador como tú.
Mi enhorabuena. Un gran abrazo.
Muchas gracias, Carmen. Como he dicho en otro comentario, me pareció que la presencia del mar en el relato era imprescindible y sí, tienes toda la razón, lo envuelve todo en un ambiente propio del reino de los sueños.
EliminarLa mucha o poca experiencia que poseo se debe en gran parte a la lectura de compañeros tan brillantes como tú.
Otro abrazo de vuelta.
Bueno y ¿para qué más? Al buen entendedor no le hacen falta palabras, tampoco al buen "explicador, contador" (o como prefieras). Para muestra, un ejemplo, uno de los buenos
ResponderEliminarMuchas gracias, Luisa. Lo cierto es que a ti nunca te faltan palabras de aliento para los demás.
EliminarUn saludo afectuoso.
Vicente, cómo nos has llevado de vacaciones al Más Allá! Por lo visto debe de ser muy difícil de asimilar que uno está muerto si cree que está de crucero.
ResponderEliminarMuy bueno! Me ha encantado la naturalidad que muestras en el diálogo. Como el que no quiere la cosa...
Enhorabuena!
Besos
Desde luego sí que debe ser difícil asimilar una muerte tan inesperada. Pero, ya entrados en materia, me parece que también recibirá alguna que otra sorpresa positiva en este último viaje.
Eliminar¡Muchas gracias!
Un gran abrazo.
Osea, que: "no estaba muerto, estaba de parranda..."
ResponderEliminarEl diálogo me parece de lo más sugerente, nos hace dudar de quien es el vivo y quien es el muerto, aunque a mi me parece que estaban muertos los dos.
Muy bueno. Un beso
En efecto, la interpretación de origen es esa: los dos están muertos. Sin embargo, me apeteció utilizar un final ambiguo para potenciar la historia. Porque, ¿qué es más interesante? Un muerto que se cree vivo o un vivo que se cree muerto. Yo no lo sé.
EliminarUn fuerte abrazo.
Vicente
Gran relato....directo a la nominación, seguro..
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Rafael.
EliminarUn cordial saludo.
Vicente
¡¡Genial, Vicente!! Me ha encantado. Pienso que hablas de dos muertos muy vivos... En la conversación de ambos se ve la afición al cotilleo que tanta gente tiene. Saludos.
ResponderEliminarMuy vivos, sí señor. Ja, ja, ja. El chismorreo no termina con la muerte al parecer.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar, María José.
Un saludo.
Letanías de muerte que les enfrenta a sus realidades, uno en vida, a su visión, y otro en muerte, a su condición todavía en tránsito en su mente. Me ha gustado mucho este cruce de caminos a la brisa del mar. Un abrazo, Vicente.
ResponderEliminarAsí es, Salvador. Realidades contrastantes.
EliminarAgradezco mucho tu lectura y comentario.
Otro abrazo.
¡Qué gran micro! El decorado es perfecto y el diálogo inmejorable. Sensacional. Muchas felicidades, Vicente. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminar¡Gracias, Matrioska!
EliminarOtro abrazo, aún más fuerte.
Simplemente genial, Vicente. Has tenido una idea muy brillante presentando a esos dos muertos, uno consciente de su estado y el otro todavía confundido. ¡Enhorabuena! Un abrazo de admiración.
ResponderEliminarMil gracias, Juana.
EliminarEspero que mi idea haya llegado a «buen puerto».
Admiración la que te tengo desde hace mucho, maestra.
Abrazos.
Fascinante relato, Vicente.
ResponderEliminarYo espero quedarme en tierra todavía una buena temporada.
Saludos cordiales.
Lo mismo espero, je, je, je.
EliminarMil gracias, Carles.
Sorprendente giro final! Y bien escrito.
ResponderEliminarBuen micro Vicente.
Un abrazo.
¡Gracias, M. Carme!
EliminarOtro abrazo de vuelta.
Me gusta mucho tu micro porque a mi me interesa escribir sobre esas fronteras entre la vida y la muerte, entre la vigilia y el sueño, y como algún comentarista ha dicho, es Rulfo portuario, con ese giro final que parece situar a los dos personajes a la espera de Caronte. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarEs un tema de lo más interesante, Miguel.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar.
Abrazo.