Adiós, mundo cruel (o la importancia de saber barrer)
El robot Roomba-620 había revolucionado el mundo de la limpieza doméstica. Por ese motivo, los Pómez no tardaron en adquirir uno. Esa familia no pensó en el efecto que causa en las máquinas una jornada laboral de veintitrés horas. Tampoco sopesaron la posibilidad de que un robot llegase a suicidarse.
Bienvenido a 50palabras Iago.
ResponderEliminarPobre robot y menuda familia, estar barriendo 23 horas al día por mucho robot que sea no hay quien lo aguante, normal que se suicide. Me encanta el nombre que le has puesto a la familia.
Original y buen relato Iago.
Un abrazo.
Las máquinas, cada vez más perfectas, pueden llegar a tener su corazoncito, más si se trata de un humanoide. Al de tu relato le superó la sobrecarga de trabajo, o tal vez se enamoró de forma imposible de la dueña.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido
Iago, bienvenido a la familia.
ResponderEliminarLo del robot de tu micro, es un abuso laboral en toda regla, hasta las máquinas sufren de agotamiento y eso tiene sus consecuencias.
Bien contado.
Besos
Muchísimas gracias, de verdad
ResponderEliminarSolo pensarlo me da cansancio. ¿Pero qué ha hecho esa familia con él?
ResponderEliminarUn sonrisa, a pesar del suicidio, me ha dejado. Un beso.
Lo doméstico a veces es mortal.
ResponderEliminarUn saludo :)
Has conseguido hacerme sonreír, Iago. Te felicito por tu microrrelato. Un saludo.
ResponderEliminarEnhorabuena, magnífico relato! Un giro futurista al tema clásico de los derechos de los... ¿ciber trabajadores? Me ha encantado Iago.
ResponderEliminarParece que el creador del robot, al igual que la familia, no contemplaron esta contingencia, la autodestrucción a causa del estrés. Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarEs que es muy duro trabajar 23 horas al día, qué familia de explotadores...
ResponderEliminarBienvenido Iago.
Besos.
Malu.
¿Qué clase de marranos son los Pómez como para tener al pobre Roomba-620 aspirando el suelo durante veintitrés horas? Este modelo es antiguo así que no sé yo si tendrá la opción de “libre albedrío”, ¿no se le estropearía el sensor y simplemente se cayó desde la terraza del quinto? Felicidades, Iago, me ha gustado mucho tu micro. Un saludo y bienvenido.
ResponderEliminarY luego lo mal pagados que están. Espero que ese suicidio no caiga en saco roto y nos haga replantearnos muchas cosas.
ResponderEliminarEnhorabuena, Iago. Muy ingenioso, fresco y divertido tu relato.
Saludos de bienvenida.