Cosas que se dicen
La ruptura fue dolorosa. Juré no volver a emparejarme. Anímicamente inestable, acudí a una charla sobre autoayuda.
—Vive con calma —dijo el orador—. La compañera de asiento cortó mis ronquidos con golpecitos. Le propuse tomar algo.
Mientras salía con ella escuché: "No tropieces con la misma piedra". Hice oídos sordos.
—Vive con calma —dijo el orador—. La compañera de asiento cortó mis ronquidos con golpecitos. Le propuse tomar algo.
Mientras salía con ella escuché: "No tropieces con la misma piedra". Hice oídos sordos.
Angel como tu has dicho el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y por muy dolorosa que fuese esa ruptura me parece que volverá a caer.
ResponderEliminarEn la vida te tienes que equivocar varias veces para aprender, pero además en cuestiones de amor, donde entran los sentimientos es muy difícil decir que no al corazón.
Angel muy buen relato, me ha gustado, una historia redonda en 50 palabras.
Un abrazo.
No siempre existe una correlación exacta entre el decir y el hacer. Son realidades diferentes, de ahí la falta frecuente de coincidencia. Mejor equivocarse mil veces que permanecer inmóvil por miedo al error, incluida la cuestión amorosa, la más inexacta de las ciencias.
EliminarUn abrazo, Javier. Muchas gracias
Ángel, salvando las distancias, el decir nunca más en el amor tiene la misma valía que, tras una buena juerga, mientras se sufre la resaca, jurar que nunca más volverás a beber.
ResponderEliminarEl amor te puede estar esperando a la vuelta de la esquina y si te atrapa, ya puedes llevar todos los escudos del mundo que una mirada en el momento oportuno, te desarmará.
Como siempre, Ángel, un buen relato que lo tiene todo.
Un fuerte abrazo, amigo.
Pablo.
Escribes divinamente, repartes humanidad y dices verdades como templos. El amor, que tanta dicha o congoja causa, está ahí para que probemos, y si no, que no lo hubieran puesto. El problema con las palabras es que a veces sería mejor estar calladito, para evitar retractarse de lo dicho. Tú nunca dejes de compartir las tuyas.
EliminarGracias y otro abrazo fuerte para ti, amigo Pablo
Buen relato, Ángel. El amor es un verdadero misterio. No sirve estar prevenido, ni parapetarse tras una actitud juiciosa y precavida. Para mí, si algo tiene de mágico y hermoso enamorarse, es que siempre es algo nuevo, ilusionante... hasta que viene la parte prosaica y cotidiana de la relación y ese encanto puede esfumarse. Digo "puede" porque depende de los miembros de la pareja que eso no suceda.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Tener que pasar el aspirador, ejercitar el uso del estropajo. ñas facturas y soportar a algunos familiares políticos ponen a prueba la relación más idílica; pero como bien dices, cuando los cimientos están bien perfilados, no existe circunstancia que pueda echar abajo el edificio si se quiere mantener.
EliminarGracias por tu comentario y un abrazo, María José
Muy bueno. Somos así, no escarmentamos. Un abrazo.
ResponderEliminarSerá porque en el fondo sabemos que si no probamos nada lograremos.
EliminarGracias, Tati. Un abrazo
Pues a mí me parece mejor hacer que decir. Así, que ¡bravo! y adelante, sin pensar en el, casi seguro, batacazo. O no...
ResponderEliminarMe duelen aún las costillas por nuestro último abrazo, pero tengo morriña y te mando otro.
Y besos.
Por aquí hay mucho experto/a en saber decir, tú eres un gran ejemplo, pero también es verdad lo que acabas de expresar, hay que rendirse a la evidencia de que un hecho vale más que mil palabras y que más vale un toma que dos te daré.
EliminarDile a tus costillas que se recuperen, que no me pienso reprimir con el próximo, los fisioterapeutas también tienen que comer. Comprendo esa morriña, yo llevo encima a una prima suya que tampoco se quiere ir, será por algo.
De momento me conformaré con mandarte un abrazo civilizado y, eso sí, besos a granel.
Me declaro fan del protagonista (del autor, ya se sabía). Un tipo que no solo se duerme en una sesión de autoayuda, sino que es capaz de pasar de estar roncando a ligar con una chica es un fenómeno. Y además, hasta oye voces...me encanta.
ResponderEliminarAbrazos, Ángel (y felicidades por tu nominación en la microbiblioteca).
Los ronquidos no parecen una buena carta de presentación, pero se ve que algunos tienen encantos que igual ni conocen, como ser auténtico, que compensan otras inconveniencias.
EliminarYo sí que soy de tu club de fans, preparando pancartas estoy.
Muchas gracias, Carles, y muchos abrazos
Muy buen relato, Ángel. Y el título resume muy bien el tema. Se podrán decir muchas cosas, pero en estos casos, quien manda son los sentimientos, e iluso quien quiera aplicar aquí conceptos que tengan que ver con lo racional.
ResponderEliminarUn cordial saludo
La naturaleza humana suele pecar de prepotencia, nos creemos capaces de controlarlo todo, cuando ni siquiera sabemos gobernarnos a nosotros mismos y ser fieles a la palabra dada. Mejor no comprometerse con afirmaciones grandilocuentes y estar abiertos a rectificar, que es de sabios.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y otro cordial saludo para ti.
!Que bueno, Angel! ¿No te hemos contado nuestra historia?
ResponderEliminarCuando te la contemos no nos digas que es un plagio.
Aunque no existe la casualidad, podria tratarse de mera concidencia. Es un buen relato y esto no es casual.
Una razo de los dos.
Si que debe ser coincidencia, porque es cierto que nadie me ha contado vuestra historia. Lo que no me cabe duda es que, conociendo a los dos, debe ser de lo más interesante. Seguro que este relatillo de ficción se queda muy corto frente a vuestra realidad. Ya os preguntaré la próxima vez que nos veamos, no voy a quedarme con la duda.
EliminarUn abrazo para los dos
Nuestras necesidades son más fuertes que nosotros (y no me refiero sólo a las fisiológicas). El anhelo de afecto nos impulsa a insistir una y otra vez, con la esperanza de que en lugar de un tropiezo encontremos una voz que nos anime a seguir andando. Extrapolando, ¿cuántos aseguran, engaándose a sí mismos, que no volverán a su deporte favorito después de una lesión?
ResponderEliminarUn acertado cincuenta extraído directamente de la naturaleza humana, Ángel.
Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Vicente
Que una persona sea querida debería ser su mayor aspiración, el resto sólo son detalles al margen, perfectamente reemplazables unos por otros. Ese anhelo de afecto que tan bien has planteado, puede ser gozoso o todo lo contrario. De ahí que cuando se produce el segundo caso hagamos serios propósitos de no volver a sufrir, pero para eso está el viento, para llevarse las palabras erróneas, válidas quizá para un momento, pero sin vocación de continuidad.
EliminarMuchas gracias por tu interesante comentario, Vicente.
Un abrazo fuerte
El hombre es el único animal que tropieza dos, tres, cuatro, cinco... veces con la misma piedra. Y es que no tenemos parece que no tenemos una personalidad coherente. Pocas veces coincide lo que piensas, con lo que dices o con lo que haces... Pero este tema creo que da para muchos relatos.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso.
Estamos en transformación constante y nunca parece que terminemos de admitirlo. Por ello deberíamos cuidarnos de hacer afirmaciones rimbombantes que pueden quedar en papel mojado. Si hay que tropezar se tropieza, me pregunto si hay otra forma alternativa de aprender que no sea esa.
EliminarSi estas cincuenta palabras no dejan indiferente ya me conformo, si además hacen pensar un poquito la dicha es completa.
Muchas gracias. Un beso, Olga
Del dicho al hecho, hay un gran trecho, vamos a ver cuánto tarda tu protagonista en tropezar con el pedrusco... Igual es una chinita y por eso no la ve...
ResponderEliminarSi te digo la verdad, soy defensora a ultranza de las piedras en el camino, sin ellas no aprenderíamos muchas lecciones.
Relato para reflexionar sobre la condición humana, ¿somos tozudos por naturaleza o es que nos gusta tropezar una y otra vez sin pararnos a pensar el por qué de esas repetidas caídas?
Te mando un beso grande Ángel.
Malu.
Qué aburrido debe ser un camino siempre llano. Si no existieran las piedras habría que inventarlas, aunque ello supusiera vivir en un estado de tensión permanente. Si perdiésemos el gusto por aprender, aun a base de trompicones, todo quedaría vacío de sentido. Seguramente tropezamos repetidas no tanto por inconsciencia, sino debido a una esperanza permanente de que tras alguna de esas caídas seremos más felices.
EliminarGracias por tus palabras, siempre atinadas y juiciosas.
Otro beso grande, Malu
Al protagonista ya no le hace falta ayuda alguna. Ha encontrado otra piedra con la que tropezar y hacer más interesante su camino. ¿Cómo desoír la llamada del amor por muchas voces sensatas que lo prevengan?
ResponderEliminarMe encanta el detalle de que ronque en la soporífera sesión y que ella lo despierte.
Me ha gustado mucho el relato, Ángel. Un gran abrazo.
Su curación no estaba destinada a llegar a través de una charla de autoayuda, sino de una nueva presencia. Igual vuelve a recaer, pero dejaremos que lo intente otra vez. No puede engañarse, eso es lo que necesita.
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado, Carmen. Gracias por tus amables palabras y otro gran abrazo para ti
"No tropieces dos veces con la misma piedra" De acuerdo que es posible que te vuelvas a equivocar, pero es mejor quedarse quieto secando lágrimas o volver a intentar ser dichoso? Y si no lo intenta de nuevo le va a martillear esa interior voz que le dirá "podría haber resultado" o "la siguiente vez hay más posibilidades que salga bien" Para mi lo mejor es no quedarse parado, seguir la vida aunque nos podamos volver a equivocar.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. El "no" siempre se tiene, a partir de ahí todo es posible. Que nada se quede sin hacer por no haberlo intentado. Para no moverse siempre hay excusas. Nunca el camino fácil ha sido el correcto, que se enteren esas dichosas piedras de con quién tratan.
EliminarGracias por el comentario. Un abrazo
Pues yo creo que está historia va a tener final feliz, tus letras maestras seguro que conjuran al amor. Un beso, Ángel.
ResponderEliminarAcaban de conocerse pero seguro que les va a ir bien, mejor que si se quedan escuchando esos consejos generales. Dos personas que toman un cafecito juntas pueden enriquecerse mucho mutuamente. Seguro que el haber tropezado antes le habrá enseñado algo, quizá lo bastante para esquivar los siguientes baches.
EliminarGracias, Belén. Un beso
Me ha gustado mucho la ironía con la que tratas el tema de la vacuidad de la autoayuda y la forma de engañarnos cuando pretendemos cambiar algo que esta cosido en nuestro ADN. Esos ronquidos y esos oídos sordos dan un refrescante toque de humor a la rapidez con la que rompe su juramento inicial.
ResponderEliminarUna delicia más, Ángel. Me he dado cuenta de que termino de leer tus relatos con una sonrisa satisfecha. Seguramente por lo que cuidas tus historias y por tu inconfundible manera de contarlas.
Un fuerte abrazo.
Se supone que somos seres civilizados por esa capacidad aprendida que nos lleva a controlar muchas de nuestras pulsiones, algo necesario para vivir en sociedad. Otra cosa es, como bien dices, ese engañarse sobre lo que realmente se necesita bajo diferentes disfraces.
EliminarAgradezco mucho tus palabras. Aunque, si me lo permites, voy a parafrasearte un poco, pues no puedo dejar de decir que si alguien cuida sus historias y las narra de forma envidiable es Don Antonio Bolant.
Un abrazo fuerte
Nunca se sabe querido Ángel, hasta el final todo son conjeturas.
ResponderEliminarAbrazotes
Sólo el tiempo quita y da razones, lo demás sólo son palabras expuestas al primer viento, o, si se prefiere "cosas que se dicen", que vaya usted a saber.
EliminarMuchas gracias por comentar, Javier.
Abrazos
Je,je,je...Se auto-ayudó suficiente. Me encanta la ironía, sólo escuchó los golpecitos je,je,je,...
ResponderEliminarBesicos,Ángel
Cada uno oye sólo lo que quiere escuchar. Todo depende de donde vengan las palabras. Que no falte la ironía, y el buen humor si es posible. Me alegro de que te haya hecho reír.
EliminarBesos, Carmen
Creemos que tomamos decisiones y la vida nos vive sin que podamos hacer nada por evitarlo. ¿Cuánto de intencionado y cuánto de consustancial al ser humano hay en nuestros comportamientos? He ahí la cuestión. Me ha gustado mucho tu cuento.
ResponderEliminarEs interesante tu planteamiento, tanto que difícilmente puede tener una respuesta cabal. Dicen que somos dueños de nuestro destino, y puede que sea cierto en parte, pero también es verdad que vivimos a expensas de los condicionantes externos, como si unos hados caprichosos entrechocaran unos dados para dirigir nuestros pasos en un tablero.
EliminarMe alegro de que te guste. Gracias por tu comentario y un saludo, María José
Olvidándonos de los olvidos.
ResponderEliminarLa afirmación más categórica puede quedar en agua de borrajas en cuestión de instantes. Una mirada, unos ojos, son capaces de desmontar y contradecir cualquier argumento verbal.
EliminarGracias por comentar y un saludo
Eres un crack, no tengo palabras, etc.....
ResponderEliminarEspero no decepcionarte si digo que no soy ningún crack. En cuanto a palabras, puedo regalarte ésta: gracias.
Eliminardios los cria y ellos se juntan. Me ha encantado Angel. Saludos, Antonio Ortuno
ResponderEliminarHola Antonio. Esa charla sobre auto ayuda al menos ha "ayudado" a que se conozcan. A partir de ahí ya es cosa de ellos. Me alegro de que te guste y de coincidir contigo también por aquí.
EliminarSaludos
Es que la soledad y el deseo de encontrar la "piedra filosofal",ciega y hace que tropecemos siempre en distintas piedras.
ResponderEliminarMe ha gustado, Ängel.
Saludos desde mi correo.
Las piedras en el camino y los palos en las ruedas, algo con lo que no queda más remedio que lidiar, de poco sirve esconderse.
EliminarGracias y un abrazo, María Jesús
Así somos, las malas experiencias no nos paralizan del todo, aminoramos y decimos que nunca más, con más o menos vehemencia, pero al fin y al cabo, queramos o no, todos seguimos en movimiento en esta gran rueda que nunca deja de girar. No sé cómo lo haces, Ángel, pero las cincuenta palabras te cunden siempre que da gusto. Felicidades y un beso grande.
ResponderEliminarAquello de "paren el mundo que yo me bajo" es de lo más socorrido para decirlo, pero la rueda siempre gira, con nosotros en ella, queramos o no. Tú sabes bien, Matrioska, que cuanto menos espacio mejor se aprovecha todo, o al menos se intenta.
EliminarMuchas gracias y otro beso para ti
El personaje protagonista de este micro da para un guion cinematográfico. La fuerza de su propósito de enmienda es inversamente proporcional a la mínima oportunidad que se le presente. Ironía y frescura en estado puro. Muy bueno.
ResponderEliminarHablar es fácil, mantener la coherencia y la palabra dada es otra cosa. Por eso, quizá sería más prudente no incurrir en afirmaciones tajantes. Todo está en continua transformación para dar por sentado que unas circunstancias o una realidad resultan inamovibles.
EliminarAgradezco mucho tu comentario, Manuel. Te envío un saludo
Ay las rupturas...
ResponderEliminarDesde luego, nunca se sabe qué nos depara el destino, y como hemos oído muchas veces: nunca digas nunca jamás, o de este agua no beberé, o ...
Creo que les va a ir muy bien - al menos durante una temporadita ;-)
Un beso Ángel.
Estoy de acuerdo contigo, durante una temporadita al menos les tiene que ir bien, así se lo deseamos. Y como se decía en el "Un, dos, tres": "Hasta ahí puedo leer", pues los detalles se nos escapan, igual que a ellos.
EliminarUn beso, Carme y, ya sabes, un placer conocerte en persona.
Se dicen tantas cosas, se oyen tantas otras que si hubiéramos de hacer caso a todas ellas nos volveríamos un poco locuelos, y si hemos de estar locos mejor por amor y por exprimir lo que la vida nos ofrece día a día.
ResponderEliminarUn 50 fantástico, de los que hacen vivirlo a la vez que lo lees, pensar además de disfrutar de su lectura.
Un beso enorme Ángel.
Si hemos de estar locos, que sea por amor. Si hay que escuchar una voz, que sea la del corazón. Hacer pensar un poco y entretener a la vez, que más puedo pedir; si además tengo la fortuna de recibir regalos como este comentario, la dicha es completa.
EliminarMil gracias por tu visita y por tus palabras, Belén. Otro besote para ti.
Por eso yo no creo mucho en los libros y cursillos de autoayuda, porque cada uno es diferente. Como dice un amiguete mío, buen articulista por cierto, "Ca uno es ca uno y sus caunás"
ResponderEliminarDe todas formas, estoy de acuerdo con la teoría en cuanto que al amor no se le pueden poner puertas ni barreras, pues casualmente éstas, son casi siempre, el estímulo y reto que lo acrecienta.
Relato en tu línea, o sea, muy bueno.
Un abrazaco, amigo Angel.
Hay estados de ánimo que dejan desarmada a la persona, que queda receptiva o cree necesitar que alguien le apuntale con consejos para poder superar el bache y seguir. Sin duda, el espacio que se abre tras una ruptura amorosa es una de esas etapas. Dicho esto, cada uno es cada uno como bien dice tu amigo y debe buscar su camino, no queda otra, aunque se exponga a nuevos resbalones.
EliminarTú sí que eres bueno, amigo.
Otro abrazaco, Isidro
Angel, qué voy a decir después de todos los buenos comentarios qur ya te han hecho.
ResponderEliminarSolo puedo decir que más vale sentir y arriesgar que no hacerlo y sufrir de soledad y hastío.
Muy buen relato.
Besos
Creo que somos unánimes, todos preferimos la acción individual a los consejos generales que puedan darnos, por mucho que se basen en estudios psicológicos.
EliminarAgradezco mucho tu comentario, que sintetiza bien la esencia de esta pequeña historia.
Besos, Pilar
Tropezar, caer, levantarse, tropezar, caer,....
ResponderEliminarCuando me levante de nuevo terminaré este comentario. XD
Saludos y suerte.
Una rueda continua en la que, por repetidos que parezcan los movimientos y altibajos, nunca son rutina y sí reto. Tendemos a pensar que las caídas son negativas o temporales, mejor nos iría si asumiéramos que constituyen parte inevitable y fundamental del aprendizaje.
EliminarGracias y saludos, José Ramón
Muchas y sabias observaciones psicológicas hay en tu microcuento, Ángel, y pienso que todos podemos vernos reflejados en él.
ResponderEliminarDe entrada, apuntaré ese diálogo permanente que mantenemos con nosotros mismos -como si, en realidad, fuésemos dos personas distintas, a veces, como el endemoniado de los Evangelios, somos legión-, en el que, realmente, llegamos a discutir con ese otro u otros que viven perdidos por nuestras circunvoluciones cerebrales; por eso, solemos ser contradictorios, ante lo cual, una de las mejores medicinas suele ser la ironía, ya que la sabiduría -la que parece que alcanzan individuos como Buda- nos suele quedar bastante lejana.
Por otro lado, apuntas muy bien esa relación de amor-odio que solemos mantener con nuestros médicos del cuerpo y del alma; ese desafecto y desconfianza, a veces, puede llegar hasta los extremos del protagonista de tu microcuento, que prefiere dar una cabezada a escuchar los consejos del pretendido especialista en las tormentas de la psique.
Por último, esa vuelta de tuerca, ese volver a empezar, cuando invita a su compañera de asiento a tomar algo. Porque, en definitiva, la tan famosa experiencia, en muchas ocasiones, y sobre todo en los lances amatorios, suele servir de muy poco, ya que no suele ofrecérsenos la posibilidad de decidir sobre lo mismo. La persona con la que iniciamos una nueva relación es otra, las circunstancias son otras, otros son los tiempos y los lugares...
Por eso, nada más sabio que hacer oídos sordos a la voz interior cuando nos dice: “No tropieces en la misma piedra”. En este caso y en muchos otros, la piedra no es la misma, quizá ni sea una piedra, y puede que la felicidad nos esté esperando en esa nueva relación, por tirar de refrán: “Quien no se arriesga, no pasa la mar”.
Me ha gustado mucho, Ángel, un abrazo.
No sabes cuánto agradezco tu comentario, que como de costumbre complementa, y de qué forma, estas escasas líneas. No puedo sino estar de acuerdo con todos tus planteamientos, si no los firmo es porque son de tu autoría. En estos tiempos marcados por la inconsciencia y el consumo rápido, detenerse para extraer cuanto de significado puede haber en algo que no pasa de ser una pequeña semilla no es demasiado usual, aunque sí para ti, que además lo haces con maestría. La ironía como arma del hombre ante lo que le supera; la asimilación o no de los consejos externos y la escucha atenta a lo que puedan transmitir esas personalidades que viven dentro de nosotros, grandes temas los que has planteado. Ahora que no nos oye nadie, me atrevo a decir que eres de esas personas a las que la sabiduría les sale hasta sin querer. Si me lo permites, voy a hacer un juego con dos vocablos: Enrique enriquece.
EliminarGracias de corazón por el tiempo que me has dedicado.
Un abrazo
Ángel, escribo esto con un poco de sonrojo por las palabras tan amables que me has dedicado, lo único que puedo añadir es que creo que la ironía sin inquina y bondadosa en el fondo, es la gran lección que nos da Cervantes, nuestro máximo escritor, quien tuvo una vida nada fácil, pero vivió mucho, vio mucho y, sin duda, aprendió mucho sobre la vida y los seres humanos.
EliminarPara mí ése es el principal leitmotiv de El Quijote. Es como si don Miguel nos dijese: “Señores, no se lo tomen todo tan en serio y tan a la tremenda, y lo que es peor, tantas veces tan a lo bestia, y ríanse y disfruten mientras puedan pues esto son dos días”.
Hay una frase circulando por internet que dice algo así "puedes tropezar en la misma piedra, pero no enamorarte de ella". Creo que somos así y no hay nada que hacer. Besos.
ResponderEliminarNo sólo somos así, sino que además no tenemos remedio. Hay cosas que se pueden elegir o desechar, enamorarse no. Todo va bien mientras haya correspondencia. Y si no, a otra cosa, a buscar más piedras, aunque a veces vienen ellas solas, sin que nadie las convoque.
EliminarGracias, Maite. Besos
Como ya te han dicho de todo, he pensado en aparcar el tema de la insistencia en tropezar del protagonista (de todos nosotros) y centrarme en ese otro personaje, el de la mujer, tambien recibiendo charlas de autoayuda y emparejándose con un tipo en parecidas circunstancias a las suyas. Y encuentro en este nuevo proyecto de pareja una historia entrañable y con gran capacidad de conmover.
ResponderEliminarMuy buena propuesta, Ángel, al tiempo que otro gran ejemplo de tu inigualable eficacia contando historias y tramas de cierta complejidad con tan pocas palabras.
Enhorabuena y un abrazo (y felicitaciones por los mil y un relatos premiados que tendrás ya, si no son más).
La mujer en esta trama parece tener un papel secundario, pero el relato no sería posible sin ella. Como él, se encuentra necesitada de consejo, de ahí que la empatía entre ambos pueda ser posible. Es por su iniciativa, propia y decidida, por lo que entran en relación.
EliminarMuchas gracias Enrique. Yo sí que te tengo que felicitar a ti por tus éxitos, que no son pocos, y por esas letras maestras que todos admiramos.
Un abrazo fuerte