De repente, el último verano
¡Se habían amado tanto! Debía recuperar la entrega de los primeros años. El verano podía ser crucial.
Esa calurosa tarde ella volvía a casa con dos billetes para un destino exótico. Entró silenciosa para darle la sorpresa. Bajo las sábanas, cuatro pies, dos de ellos con su esmalte de uñas.
Esa calurosa tarde ella volvía a casa con dos billetes para un destino exótico. Entró silenciosa para darle la sorpresa. Bajo las sábanas, cuatro pies, dos de ellos con su esmalte de uñas.
¡Ay, qué mal me huelen esos pies! Ese esmalte de uñas va a dar para muchas interpretaciones... Todas bienintencionadas, por supuesto.
ResponderEliminarFantástico, Carmen.
Parece que lo del esmalte es lo que más le impresiona. A ver qué se dice por aquí. Muy bien no pinta.
EliminarMuchas gracias, Patricia. Besos.
Carmen cómo siempre sorprendiendo y dejando abierta la puerta para la imaginación.
ResponderEliminarUn besazo guapa!!!
Gracias, Leire. Alguien ocupa su lugar y la imita. Quizá el título de la película nos ofrezca alguna pista.
EliminarMuchos besos.
Ah, la traición. Ojalá encuentre un mejor compañero para hacer ese viaje.
ResponderEliminarJugando:
Me gustaría que su amado apareciera en ese momento, completamente vestido, y dijera algo así como: «Querida, ellos son mi hermano y su esposa. Vinieron a pasar algunos días con nosotros».
Un abrazo, Carmen.
Vicente, me temo que no hay vuelta atrás. Dos de los pies son del marido. Ojalá no hubiera comprado esos billetes. Aunque puede elegir a alguien para no renunciar al viaje.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Carmen mi duda es si el esmalte de uñas de ella lo ha usado su marido para pintarse las suyas y está en la cama con otro hombre, eso si que seria el sorpreson total. Sea como sea, la sorpresa es mayúscula tanto para ella como para él.
ResponderEliminarBuen relato Carmen con un final muy abierto que me encanta. Me ha gustado.
Besos Carmen.
La lectura que propones, Javier, es una de las más duras. Pero cabe esa posibilidad. Sería una traición difícil de asimilar. Creo que de la impresión ha roto los billetes del viaje sin darse cuenta.
EliminarMe ha gustado mucho tu interpretación. Un abrazo enorme y un par de besos sonoros.
Carmen, me parece que tal y como indica tu título ese ha sido su último verano. No hay marcha atrás y otra ocupa su lugar.
ResponderEliminarDebería marcharse con una buena compañía a ese destino exótico y si mo sola, seguro que algo encontrará allí.
Muy bien contado amiga. Hasta el último párrafo todo parece transcurrir dentro de una historia de amor y de repente, su último verano...
Besos amiga
Ha sido, definitivamente, el último verano juntos. La sorpresa se la lleva ella. Si es mujer, le roba su lugar en la vida y en la cama. Y qué decir del esmalte...
ResponderEliminarGracias por comentar, amiga. Un montón de besos.
¡Qué vida esta!, basta que se te ocurra dar una sorpresa para que te la den a ti. Y además vaya tía más aprovechategui, no se conforma solo con el marido, para más inri se apropia hasta del esmalte de uñas. Y lo que no sabemos, que en cincuenta palabras no se puede entrar en muchos detalles. Parece que tiene los mismos gustos que la oficial. Muy logrado ese giro final de la historia, Carmen. Un último verano que refleja muy bien situaciones reales mimilares. Besos.
ResponderEliminarVisto así, Juana, es una usurpadora que viene haciendo de las suyas desde hace tiempo. Se ha ido apropiando de su personalidad, una especie de "Eva al desnudo", por continuar con títulos de películas, idea que pienso seguir de momento.
EliminarGracias por tu comentario. Besos.
Cuesta reconocer cuando es tarde o cuando se está a tiempo, sobre todo cuando esa percepción es cosa de dos. En fin, cosas que pasan, ahora lo importante es volver a hacer la cama y aprovevchar esos dos billetes para coger fuerzas y empezar de nuevo.
ResponderEliminarBuen relato, Carmen.
Un abrazo
Desde luego ella no supo reconocer el momento en que su mundo se derrumbaba y creía estar a tiempo de salvar su matrimonio. Pero la vida ya le tenía preparado su primer golpe.
ResponderEliminarGracias por comentar. Un abrazo.
¡Menudo chasco! Pero así es la vida a veces.
ResponderEliminarBuena síntesis de lo que son los desengaños amorosos.
Saludos, Carmen.
Muchas gracias, Carles. Un abrazo.
Eliminar¿Cómo expresar el dolor al quedar desilusionados después de un fracaso amoroso? Tu lo has hecho muy bien. Sólo le falta al relato las palabras de reproche de ella, y el "esto no es lo que parece" de él.
ResponderEliminarMuy buena la imagen de las uñas esmaltadas. Un beso, Carmen.
No podemos cuantificar su dolor ni el efecto que le producen esas uñas esmaltadas. Quizá ni el posible viaje pueda mitigar su pena.
EliminarGracias por tus palabras, Olga. Un beso.
Yo he rizado el rizo como Javier y también he pensado que había sido el marido el que se había pintado las uñas... Ahora solo me falta saber si los otros dos pies llevan pedicura completa...
ResponderEliminarMuy bien llevada esa traición. Y sí, me da que es el último verano.
Beso grande Carmen.
Malu.
Imaginemos que es el marido quien lleva pintadas las uñas. Su sorpresa es doble. Veremos cómo lo supera.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Malu. Un beso.
Las billetes en la mano, un cuerpo en una cama que no le corresponde, su esmalte en unas uñas ajenas. Tres ingredientes explosivos que hacen que ese verano haya de ser, forzosamente, el último entre ellos. Como ya se ha dicho, tu protagonista merece encontrar a alguien digno para que le acompañe en su viaje, que podría ser el preludio de una nueva vida, si es que la pobre es capaz de reponerse tan rápido de la impresión. Una situación que bien podría ser cinematográfica, como el título, aunque perfectamente posible.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Lo has sintetizado muy bien, Ángel. Muchas novedades para asimilar a un tiempo. Y, siguiendo el título de la película, ya que lo mencionas, cabe la posibilidad de que se trastorne.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Al final de tu relato lo que más fuertemente se queda es la imagen de los dos billetes, muestra de la ilusión de la protagonista, y ese esmalte en unas uñas ajenas, evidencia de que la relación furtiva no era de un solo día. Muy bueno, Carmen. Es difícil contar más y mejor con estas 50 palabras.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
La historia del marido no es una aventura pasajera, desde luego. Ahí está ese esmalte delator. A saber qué más detalles femeninos están utilizando desde hace tiempo sin que ella lo sospeche.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Enrique. Un abrazo.
A veces las sombras caminan por delante.
ResponderEliminarA esta mujer la sombra la ha atrapado por completo.
EliminarSaludos.
Pobre chica, se le quedla ilusion a los pies, aunqeu ni pintados.
ResponderEliminarQue buen relato para darle la vuelta a la sorpresa. Es original y ejemplarizante, sobretodo para aprender a es escribir.
Genial.
Un abrazo de los dos.
Mal le pinta la suerte, que le ha dehecho la ilusión.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, José María.
Abrazos para los dos hasta el próximo encuentro.
En general es muy difícil, y para mí imposible, que unas relaciones deterioradas vuelvan a ser lo que fueron. Aunque muchos mantengan contra viento y marea la ilusión de que es posible.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato, y genial ese toque tan colorido como definitivo que le das con el esmalte de uñas.
Un cordial saludo, Carmen.
Estoy de acuerdo contigo, Georges. Hay situaciones irreparables y esta es una de ellas. No es una caña al aire, desde luego, sino una infidelidad que está más que asentada.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Un abrazo.
Una cana* (las cañas para cuando se les pase el sofoco)
Eliminar¡Vaya estampa! Ella intentando recuperar lo perdido con unos billetes en la mano y él perdiendo lo que podía ser recuperado con unos pies enredados entre los suyos. Ese esmalte da a entender que no es un simple aquí te pillo aquí te mato. En fin, que lo mejor que puede hacer es aprovechar esos billetes y convertirlos, de repente, en el primero de muchos otros veranos. Muy buen micro, Carmen. Enhorabuena. Besicos.
ResponderEliminarGracias, Matrioska, por tu comentario. Creo que a la protagonista le has subido la moral y va a aprovechar bien esos billetes. Como le coja gusto, se convertirá en una experta viajera. Y dejará de pintarse las uñas.
ResponderEliminarMuchos besos.
Muy buen relato que puede dar origen a varios y divertidos finales, porque, qué hizo la protagonista, corrió a la agencia de viaje a por un pasaje más? ¿Su compañero iniciaba una nueva andadura sexual y probó -entre otras cosas- pintarse las uñas? ¿Eran ambas sus amigas que quisieron darle un susto-sorpresa?... jejeje,
ResponderEliminarMe ha encantado por lo "serio-gracioso-evocador" del relato.
Un abrazo y un me gusta.
Cuántos finales le has añadido al micro. Le has quitado el dramatismo y ahora la protagonista puede disfrutar con sus amigas. Te lo agradecerá, por supuesto. Igual que te agradezco yo tus generosas palabras.
ResponderEliminarUn gran abrazo, Isidro.
Muy bueno Carmen. Y la otra.... mira que usar su esmalte de uñas....
ResponderEliminarMucha suerte.
Parece que a la otra le gusta todo lo que ella tiene. No se conforma con el amor del marido.
EliminarMuchas gracias, José Ramón. Un abrazo.
De entrada, decir que me encanta que hayas escogido como título de tu microcuento el de la obra de Tennessee Williams, De repente, el último verano, el cual, tanto en la obra de Williams como en tu microcuento, presagia una tragedia sentimental de esas que dejan abrasado el corazón y los ojos anegados en lágrimas, de esas que tan bien perfilaba el escritor norteamericano y a las que tanto fruto les sacó el séptimo arte, con esas películas inolvidables: Un tranvía llamado deseo, La gata sobre el tejado de zinc caliente –aquí se censuró lo de caliente-, Baby doll, Dulce pájaro de juventud, La noche de la iguana..., y tantas otras.
ResponderEliminarAparte de eso, tocas un tema eterno: el del paso del tiempo en una relación amorosa. Pues ese Yago de las relaciones sentimentales no hace nada más que decirnos insidias y minar nuestros sentimientos, y, tantas veces, suele pasar lo que ocurre en tu historia: una de las partes trata de recomponer algo que, al menos en la otra parte ya ha muerto o está a punto de hacerlo, y surge el desengaño con sus puñales de tristeza.
Y esa es otra cruel ley del amor: quien más ama de los dos es el más indefenso, al que más le puede herir el otro. En tu historia, ese otro –por lo general, los hombres son más infieles que las mujeres- ya ha optado por el engaño, quizá, con esa desfachatez típica de tantos varones, haya decidido llevar adelante las dos relaciones a la vez, pero le ha salido el tiro por la culata.
Hermoso y doloroso microcuento, como la vida misma, que se dice. Mis felicitaciones, Carmen y un abrazo.
De entrada, Enrique, gracias por detenerte en las obras de Tennessee Williams tan espléndidamente llevadas al séptimo arte. Si la obra dramática cuyo título he traído aquí presenta a las protagonistas un año después, enloquecidas por lo ocurrido el verano anterior, yo he querido relatar un drama bastante frecuente que puede tener consecuencias traumáticas en la inocente esposa. Porque esas uñas pintadas con su esmalte apuntan en dos posibles direcciones difíciles para ella: la presencia de una intrusa en su casa y en su vida o la escondida homosexualidad del marido tan tratada por el dramaturgo norteamericano. Engaño, secretos bien guardados que salen de repente a la luz, dolor, posible locura... Ojalá el micro pudiera reflejar tantos temas y sentimientos.
EliminarMuchas gracias por tu minucioso análisis. Un fuerte abrazo.
Esas uñas pintadas...me han matado, como a la protagonista. Has sabido dar donde duele. Muy bueno, besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maite. Imagino que ese detalle revelador a ella le dolió en el alma.
ResponderEliminarBesos.