En abril, palabras mil
Durante aquellos días primaverales diluvió torrencialmente, hasta el punto de que el pueblo se anegó. Entre los edificios afectados, la biblioteca.
Cuando se retiraron las aguas, por calles y plazas, aparecieron esparcidas, en caótica distribución, millares de palabras que pendían ahora, como hojas verdes, de las ramas de los árboles.
Cuando se retiraron las aguas, por calles y plazas, aparecieron esparcidas, en caótica distribución, millares de palabras que pendían ahora, como hojas verdes, de las ramas de los árboles.
José Antonio bella imagen la de ver colgando de los árboles las miles de palabras llevadas por el agua. Habrá que cogerlas y ordenarlas para hacer buenos relatos como este.
ResponderEliminarMe ha gustado José Antonio.
Un abrazo.
Ahora, con el buen tiempo, me gusta caminar a la sombra de los susurros que se desprenden a mi paso. Sobre todo al anochecer, cuando las palabras más siniestras me esperan para guiarme hacia tu escondite...
ResponderEliminarEsto me has hecho imaginar, destilador de palabras.
Abrazote.
Que imagen tan hermosa y poética has recreado J. Antonio.
ResponderEliminarUn saludo,
Bonita imagen nos has dejado, árboles llenos de palabras. Es poético.Un beso.
ResponderEliminarQué preciosidad de cuento, y qué apropiado para el tiempo que está haciendo, al menos en Sevilla. Gracias J. Antonio por estas 50 palabras.
ResponderEliminarHermoso relato con tanta imaginación como magia, con tanta magia como poesía.
ResponderEliminarEnhorabuena, José Antonio.
Que las palabras se esparzan por millares por las calles; con un poco de suerte, en esta primavera húmeda alguna germinará para conformar una buena historia. Otras habrá que sacrificarlas, no habrá otro remedio cuando inevitablemente se conviertan en mitin de campaña electoral. Un relato de un amante del lenguaje.
ResponderEliminarUn abrazo, José Antonio
Las palabras vuelven a su hábitat natural: los árboles y el paisaje, huyendo del encierro del papel... Me ha gustado mucho, José Antonio. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Una primavera colmada de lluvia de palabras, que fantástica imagen nos dejas. Habrá que esperar a que el sol las caliente, las seque y podamos disfrutar de su verdor y tu imaginación.
ResponderEliminarFelicidades por tan buen 50.
Un beso José Antonio.
Las palabras cuelgan de las ramas de los árboles y ahí, entre magníficos vocablos, los pájaros erigirán sus delicados nidos. Luego, las aves cargarán el peso del lenguaje sobre sus alas mientras los hombres mudos se miran los unos a los otros con ganas de levantar el vuelo.
ResponderEliminarPrecioso y además preciso, José Antonio.
Vicente
Lluvia de palabras. Palabras mil por doquier.
ResponderEliminarMe imagino estar a la sombra de las palabras que penden de esos árboles y me quedo embobada con esa imagen.
Muy bonito José Antonio. Te felicito por lo original que es tu propuesta y por las bellas imágenes que sugiere, además de por lo bien escrito que está, pero eso, viniendo de ti no es ninguna sorpresa.
Un beso fuerte.
Malu.
Un micro lleno de imaginación y fantasía. Tal vez el viento se lleve todas esas palabras (de lo que ya tiene costumbre)y escriba mensajes en el aire. Tu micro es de esos que te invitan a seguir imaginando. Precioso y original, José Antonio.
ResponderEliminarMuy sugerente, he visto esas palabras brotando de los árboles, esperando ser elegidas por algún escritor para crear un relato. Tú has sabido escoger cincuenta de ellas y ordenarlas perfectamente, para lograr este micro mágico. Un abrazo.
ResponderEliminarHe paseado por Estepa y he podido ver a un recolector de palabras que las iba escogiendo con sumo cuidado, haciendo paquetitos de cincuenta palabras con ellas.
ResponderEliminarEnhorabuena por tan buena cosecha.
Un abrazo.
Pablo.
Deberíamos hacer una quedada cincuentista a ese pueblo antes de que llegue el otoño, y entre todos, recolectar palabras de las ramas de los árboles y poner un poco de orden en esa caótica distribución. Un micro muy inspirador, José Antonio. Un beso.
ResponderEliminarMira tú Jose Antonio, lo bonito que sería poder leer dándose un paseo, triste para la bibliotecaria que tendría que hacer la recoleccion de tan extraña cosecha. Es bonito el micro. Abrazos.
ResponderEliminarJose Antonio, un bello relato, en el nos llenas los árboles de palabras. Lo ideal sería que floreciesen en la mente de los que las leyesen, creando bellas historias para contar.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Enhorabuena.
Besos
Bonita imagen nos dejas: las palabras colgando de las ramas de los árboles. Han florecido!
ResponderEliminarAhora se podrán leer historias mientras caminas por la calle.
Un beso.
Además del ingenio que rebosa tu relato, José Antonio, y esa belleza poética de las palabras vistas como hojas de un árbol, has resultado ser un profeta. ¡Madre mía cuánta agua, estos días!
ResponderEliminarAbrazo.
Palabras colgadas de los árboles como gotas de lluvia, listas para madurar y ser huésped de la imaginación. Letras, lluvia, primavera; compones un relato muy sugerente que culmina con esa poderosa imagen de las palabras aferradas al ser vivo más longevo, el único capaz de echar raíces.
ResponderEliminarUn precioso relato, José Antonio, enhorabuena.
Un abrazo.
Supongo que aquellos días primaverales fueron parecidos a estos que, en la actualidad, estamos disfrutando / sufriendo, no sé lo que habrán anegado o anegarán tantas aguas llevadas por los ríos, quizá también se vea afectada alguna biblioteca, por si acaso, echaré de vez en cuando una ojeada a los árboles por ver si cuelga de ellos alguna palabra, igual hasta cuelga algún verso suelto, un aforismo o un microcuento, nunca se sabe lo que puede hacer el capricho de las aguas. Por si acaso, voy a hacer acopio de unas cuantas de esas palabras a ver si soy capaz de pergeñar con ellas algo poético.
ResponderEliminarTambién sería un buen ejercicio de la imaginación el ir colocando palabras en las ramas de los árboles, en sus hojas, en sus flores, sea como fuere, el microcuento ha reverdecido en letras tras esas crecidas y esas inundaciones, ahora sólo cabe esperar una buena cosecha.
Felicidades, José Antonio, por esta sorpresiva floración lingüística, un abrazo.
A mí lo que ocurre en tu esquisito relato me sugiere una reacción por parte de esas palabras que, aunque estuvieran bien guardadas, seguramente habían venido observando una notable merma en el interés de la gente por entrar a leerlas, y a la menor ocasión han salido a mostrarse a los ojos de todos.
ResponderEliminarHermosísima historia, surrealista y poética, indicativa del gran amor de su autor por el mundo de las palabras.
Enhorabuena, amigo José Antonio, y gracias por enriquecer con ella el imaginario de cuantos compartimos esta querencia.
Un abrazo.
Perdón, quise decir "exquisito".
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