Incendio
La oficina estaba ardiendo. Tratando de salvarme de las llamas, salté por una ventana. Cuando llegué al suelo, me desperté sobresaltado.
—¿Qué te pasa? —me preguntó mi mujer.
—Nada.
Cerré los ojos, pero no intenté dormirme. ¿Para qué? Aunque quisiera, no podría haber salvado a los que se estaban quemando.
—¿Qué te pasa? —me preguntó mi mujer.
—Nada.
Cerré los ojos, pero no intenté dormirme. ¿Para qué? Aunque quisiera, no podría haber salvado a los que se estaban quemando.
Juan Pedro, no sé si tu protagonista se despierta de una pesadilla o en un hospital después de sufrir el incendio, fuese como fuese la situación parece ser que él no podía haberla evitado, solo salvarse a si mismo.
ResponderEliminarBuen relato Juan Pedro.
Un abrazo.
Buena historia, Juan Pedro. dejas impreso ese vínculo que perdura después de despertarnos de un sueño intenso y que de una forma u otra nos deja conmocionados.
ResponderEliminarUn buen relato muy bien contado.
Un saludo.
Juan Pedro, tras sufrir una pesadilla de esa índole uno se despierta tan angustiado que dudo que quiera volver a ella.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Enhorabuena!
Besos
Ha despertado de una terrible pesadilla con el mal sabor de boca de no haber salvado a sus compañeros. Debe haber sido muy intensa para dejar esa angustia al protagonista de tu relato.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso.
Los que hemos trabajado en ciertas oficinas entendemos perfectamente el concepto de "quemados". No hace falta fuego, la quema va por dentro...
ResponderEliminarPues yo detecto en tu historia cierto sentido del humor, eso sí, bastante sutil.
ResponderEliminarMe ha gustado, Juan Pedro, y divertido también.
Enhorabuena y saludos.
Cuando los sueños son agradables quisiéramos retomarlos si nos despertamos de improviso. En el caso de tu protagonista sucede todo lo contrario al tratarse de una pesadilla, aunque quizá lo que tema sea el remordimiento por haber huido sin auxiliar a sus compañeros. Cuando el subconsciente habla es necesario interpretarlo, pero dicen que nos muestra tal como somos.
ResponderEliminarUn saludo
Qué difícil es darse cuenta de cuándo uno cruza la frontera entre lo soñado y lo vivido. A veces, aún despiertos, nos sigue quedando mucho rato el regusto de ese otro mundo paralelo... Me ha encantado tu cuento.
ResponderEliminarUn sueño sin heridas mortales, ahí se queda.
ResponderEliminarMe gusta cómo cuentas ese estado en el que se queda como perdido nuestro cerebro cuando tiene que ajustarse de una experiencia onírica al despertar. En este caso con la angustia de no poder actuar en algo que para él sigue formando parte de su realidad. Muy buen micro, Juan Pedro. Un saludo.
ResponderEliminarMuy triste, pero has narrado estupendamente la angustia del protagonista. Besos.
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