La mella del olvido
Inerte, evoca un tiempo en el que lucía cuidados tirabuzones e impolutos encajes. Mañanas inagotables de juegos, tardes de té y noches cálidas bajo el pequeño, pero férreo, abrazo de Lucy.
Relegada entre las sombras del arcón, un permanente abandono acentúa el decrépito en su mellado armazón de frágil porcelana.
Relegada entre las sombras del arcón, un permanente abandono acentúa el decrépito en su mellado armazón de frágil porcelana.
Un magnífico relato que nos cuenta el triste final de una muñeca. Pero, ¿qué pasó con Lucy? Puede que una amiga envidiosa le robara su preciosa muñeca, o que ella misma se cansara de ella, o que la muerte las separara, o que descubriera su alma endemoniada y la encerrara para siempre... Múltiples soluciones para un enigma que nunca sabremos.
ResponderEliminarExcelente, Matrioska.
La explicación es sencillota, Lucy creció y dejó de jugar con muñecas. Dudo que se acuerde de su inseparable amiga de la infancia a la que, seguramente, su madre cansada de quitarle el polvo, ocultó en el arcón para siempre. Muchas gracias, Patricia. Besicos.
EliminarYa le he puesto cara a la muñeca. Y casi a Lucy, pero no puedo evitar una extraña sensación entre misterio y terror que me producen ciertas muñecas de porcelana, encajes, cabello -casi- real y ojos que se abren y se cierran con el menor movimiento, tanto a la luz como en la oscuridad... ja ja ja...!
ResponderEliminarNo sigo. Me doy miedo yo solo.
Muy buen relato. Te envío un beso y un me gusta (No se lo digas a la muñeca. Quizás sea celosa)
¿Sabes que mi intención primera fue la de un micro de miedito? Me imaginé a la muñeca medio caída en un rincón lúgubre, con la porcelana descascarillada, con un ojo cerrado y el otro sin pestañas abierto de par en par. Me dio tanto canguelo que para evitar malos sueños cambié la historia y la encerré para siempre en un arcón. :) Muchas gracias, Isidro y un beso de vuelta para ti.
EliminarEsta muñeca me estremece porque es ella la que tiene memoria de Lucy. Memoria inerte.¿Pero tienen memoria los objetos? ¿Sufre la muñeca condenada en su ayer perpetuo y sin presente, encerrada en el arcón? Nos has puesto a cavilar, Matrioska. Me gusta. Saludos.
ResponderEliminarEsa era la idea. ¿Se humanizan los objetos después de significar tanto para alguien, en este caso una niña? ¿Sienten nostalgia del amor que recibieron? ¿Les causa dolor el olvido y el abandono? Seguro que no, pero… Muchas gracias por tu comentario, Manuel. Un saludo.
EliminarA mí me ha encantado tu micro, Matrioska. Me ha dejado una escena de nostalgia, de aquellas muñecas de nuestras abuelas. Un micro lleno de imágenes color sepia muy bien ejecutado, lo que ya viene siendo habitual cada mes.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo.
El color con el que quería envolver el micro era precisamente ese, el sepia del ayer y la añoranza. Un beso grande, Pablo, y muchas gracias.
EliminarDonde se pierde el horizonte.
ResponderEliminarBuen relato. El inicio: inerte,... Es magnifico.
Muy literario.
Saludos.
Muy agradecida por tu comentario, Jose Juan. Un saludo.
EliminarA la belleza de tu escritura, agregas una situación potencialmente inquietante, como en “El Columpio”, y el resultado es un gran relato, de esos que no se olvidan fácilmente.
ResponderEliminarEnhorabuena, Matrioska.
Besos
Muchas gracias, Georges, es un placer contar siempre con tus amables y animosas palabras. Un beso muy grande.
EliminarGenial relato Matrioska, de que manera tan dulce, con las palabras exactas nos cuentas la historia de una muñeca de porcelana , que vivió su epoca de esplendor y ahora duerme en un arcón.
ResponderEliminarDespués de leerte pienso que la muñeca tiene frágil su porcelana y su corazón.
Muy buen relato Matrioska, me ha gustado mucho.
Besos.
Lucy se fue haciendo mayor y el tiempo de compartir juegos se dilató hasta relegar por completo a su fiel compañera. Muchas gracias, Javier, y muchos besos.
EliminarTras el esplendor, el olvido. Que personas y objetos queden difuminados sólo es cuestión de tiempo, algo inevitable y evidente. Esa muñeca de porcelana tendría mucho que contar, es el vestigio de algo que existió y ya no. Hay muy pocas cosas que pueden sobrevivir al manto de los años con todos sus avatares, las palabras están incluidas en ese selecto grupo, esas que tú manejas tan bien.
ResponderEliminarUn abrazo, Matrioska
Cada etapa en la vida está marcada por algo, la niñez de Lucy se acabó, pero no así la función para la que fue creada la muñeca de porcelana, que ahora se siente abandonada. Muchas gracias, Ángel. Un abrazo grande.
EliminarMuy poético y muy bien escrito.
ResponderEliminarSaludo.s
Muy amable, José Ramón, muchas gracias. Un saludo.
EliminarCon qué facilidad das vida a un pedacito de porcelana, Matrioska. Vuelves entrañable a un ser inanimado que nos hace ver las huellas de la infancia de nuestros antepasados.
ResponderEliminar¡Conmovedor!
Felicidades.
Un fuerte abrazo.
Como comento a Manuel más arriba, esa era un poco la intención, dotar de sentimientos a un ser inanimado que durante años formó parte importante en la vida de una pequeña. Gracias por conmoverte y un fuerte abrazo para ti también. :)
EliminarUna muñeca de porcelana llena de nostalgia por el esplendor de los días de la infancia de su dueña... En su fragilidad está llena de vida.
ResponderEliminarUn bello micro, Matrioska, y eso que me dan cierto repelús este tipo de muñecas.
Besos.
Aunque parezca contradictorio, tampoco yo soy muy amiga de muñecas, y menos de las de porcelana. :) Muchas gracias por comentar, Carmen, y muchos besos.
EliminarEscribes el relato con tanta vida, que la palabra inerte queda olvidada (como la muñeca) en ese baúl y resucitas los abrazos y mimos de su compañera Lucy.
ResponderEliminarEs muy fácil decirte siempre, eres muy buena regalando sentimientos.
!Enhorabuena!
Besos a esgalla.
Una inerte con mucha vida y, sobre todo, mucho sentimiento en su corazón de porcelana. Besazos, mi bella Maite y muchas gracias.
EliminarTodo envejece y todo tiene su momento. Ya sabemos que el tiempo muerde y deja mella, pero también los cimientos de lo que somos ahora, como los juguetes; esas piezas maestras del puzzle de la infancia que nunca nos abandonarán.
ResponderEliminarUn relato cálido, tierno y con mucha personalidad, Matrioska.
Magnífico.
Un fuerte abrazo.
Pasa el tiempo, vamos creciendo y evolucionando y para ello tenemos que ir abandonando y quemando etapas con todo lo que ello conlleva. Muchas gracias, Antonio. Otro fuerte abrazo de vuelta.
EliminarMatrioska, preciosa manera de llevarnos a recordar la infancia que el tiempo hace mella en nuestra memoria a causa del olvido. Precioso relato, aunque para mi resulte inquietante la imagen de esa muñeca de porcelana ajada por el tiempo, me asusta!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Matrioska.
Besos
Parece ser que pese a que he intentado dulcificar a la muñeca, sigue estando ahí presente esa imagen de rechazo en nuestras mentes. :) Muchas gracias por comentar y muchos besos, Pilar.
EliminarAunque los juguetes no tienen sentimientos, son de las cosas que más emociones nos suscitan. Cuando somos niños, la alegría del juego. Cuando crecemos, la nostalgia del recuerdo. Con tus palabras tan bien escogidas has logrado que, por un momento, escuchemos latir un corazoncito bajo la piel de porcelana de esa muñeca antigua. Precioso, Matrioska. Besos.
ResponderEliminarLos juguetes nos traen al presente esa inocencia y esas fuertes emociones que solo se experimentan en la infancia. Muchas gracias, Juana. Un beso grande.
EliminarMatrioska, precioso y delicado micro nos presentas. Casi tan fragil como el corazon abandonado del juguete. Ellos no olvidan que les amamos. Me ha producido una cierta melancolia. Abrazos.
ResponderEliminarTal vez el amor solo lo ponemos nosotros hacia esos seres inanimados, pero correspondido o no, solo su presencia nos hace conmovernos por dentro. Muchas gracias, Carmen. Un fuerte abrazo.
EliminarEl olvido es injusto, imposible, e inutil, dicen que la infancia marca el futuro. Pobre muññeca, debes sacarla otra vez a jugar.... Aunque mejor seria olvidarse del vaul y vaciarlo. Es un buen relato evocador y mágico.
ResponderEliminarBesos de los dos.
Creo que la única oportunidad de esa vieja muñeca es seguir aparcada en el arcón, tal vez con los años sea la propia Lucy la que viaje al pasado, la recuerde, y vaya a rescatarla de su injusto abandono. Muchos besos también para los dos.
EliminarHola Matrioska, que bonito y nostalgico relato nos has regalado... El triste presente de una muñeca de porcelana...
ResponderEliminarAhora bien, poniéndonos un poco comerciantes, las muñecas de porcelana son muy valoradas en las tiendas de antigüedades, he visto unas verdaderas reliquias (de esas que dan miedo), a un alto precio en dichas tiendas.
Un abrazo,un beso y un enorme saludo.
Un expositor en una tienda de antigüedades no sería mal final para quien tuvo todas las atenciones en su época de esplendor. Muchas gracias, Jean, y muchos saludos, besos y abrazos. ;-)
EliminarUn ser inerte, evocador, relegado, abandonado, decrépito, mellado y frágil.
ResponderEliminarUn contraste entre una pasado de luces y un presente de sombras.
No se me ocurre un uso más eficiente de cincuenta palabras.
Besos, Matrioska, y felicidades por el relato.
Menos de la mitad has necesitado tú para bordar ese resumen del micro. Muchas gracias, Notinc, es un gusto siempre encontrarme con tus palabras, como las del resto de compis de batallas. Un beso muy grande.
EliminarPrecioso relato Matrioska!! Enhorabuena
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. :) Un beso, guapa.
EliminarCuando el paso hacia delante en la vida te hace abandonar los juegos de la inocencia entre muñecas de porcelana y tés imaginarios... Cuando se arrinconan esos sueños de la infancia...
ResponderEliminarTierno y buen 50 con su puntito de melancolía.
Precioso como tú Matriosca.
Mil besos.
De una manera o de otra, todos hemos ido cerrando etapas y abandonando lo que en cada una de ellas nos sirvió para afianzarnos y seguir creciendo. Muchas gracias, mi bella Mª Belén. Un beso enorme.
EliminarEn todos esos recuerdos que evoca creo que reside el verdadero valor de la muñeca, por otro lado un compuesto de diversos materiales con forma humana. Sea como sea, qué difícil resulta desprenderse de ciertas cosas. Es como si con ellas arrojaras una parte de tu vida. A mí me ocurre sobre todo cuando son pertenencias de mis hijos.
ResponderEliminarPrecioso relato, Matrioska, exquisitamente escrito y con todo lo necesario para que llegue adentro.
Enhorabuena y un beso.
Es difícil desprenderse de esos objetos, por eso muchas veces acaban arrinconados en un arcón, desván o trastero. Y cuando es así, si después de muchos años volvemos a dar con ellos, nos desbordan miles de sentimientos fuertemente arraigados pero olvidados por el paso del tiempo. Muchas gracias, Enrique y muchos besos.
EliminarLa mayoría de los objetos más preciados en nuestra infancia pasan a formar parte del olvido a medida que nos vamos haciendo adultos. Forma parte de la vida misma y es algo que no podemos evitar. Por eso, cuando veo a mis hijas aferradas a sus mil cien inmensos peluches que casi ocupan media habitación, no me preocupo demasiado, porque sé que no será duradero. (Malamadre ON).
ResponderEliminarNostálgico relato, narrado de la forma más bella y sentida que se puede hacer para que cale hondo en el corazón de los lectores.
Un beso grande Matri.
Malu.
Jajaja. No sé, Malu, pero a mí me da que lo de “malamadre” nunca podría conjugar contigo. ;-) De todos modos, seguro que si les guardas aunque sea solo uno de esos peluches en el trastero y dentro de treinta años lo sacas y se lo enseñas, alucinarían en colores. Muchas gracias, hermosura, y muchos besos.
EliminarMis hijas ya son mayores de edad, pero aún tienen peluches que bajo ningún concepto me permiten tirar. Dile a la muñeca que tenga paciencia, el día menos pensado volverá a la estantería de los juguetes favoritos.
ResponderEliminarUn saludo
Claro que sí, mientras siga guardada en el arcón, siempre le quedará esa posibilidad. Muchas gracias, Asun. Un beso.
EliminarLa porcelana es muy frágil, pero también muy dura. Y dura, durará, mucho más que la frágil y efímera Lucy, hasta el fin de los tiempos pese a la mella del olvido. Cada vez me gusta más leerte, Matrioska, eres como una de esas muñecas rusas que se esconde y renace al mismo tiempo de sí misma una y otra vez. Un besito.
ResponderEliminarMuchas gracias, mi querida María José, tengo una buena maestra en la que reflejarme, aunque a ella a ratos se le olvide. ;-) Un beso enorme.
ResponderEliminarMe gusta tu muñeca especial, todos tenemos algo así de cuando eramos pequeños. Yo tenía un muñeco negrito que me regalaron al nacer, cuando voy al pueblo y lo veo me hace mucha ilusión. Mi hija también tiene un tigre llamado "Misifú", del que no se deshace a pesar de la edad que ya tienen los dos. Es bonito. Un besazo
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