Ya me avisaron
Iba por delante, o escondida, o a mi lado y ahora tras de mí, siempre me acompañaba. Vigilándola miro hacia atrás, aunque eso me pueda traer fatales consecuencias, como la que estoy viviendo mientras caigo al abismo de este pozo que no vi.
"No te fíes ni de tu sombra".
"No te fíes ni de tu sombra".
Algo tan etéreo y escurridizo, que no deja de acecharnos, que se atreve a duplicar nuestra imagen sin permiso, no puede ser de fiar. Si además nos han advertido sobre ello, hay que andarse con ojo. Hasta aquí todos compartimos más o menos lo mismo, pero lo de tu protagonista es un auténtico caso de mala sombra, que nada tiene que ver con tus letras luminosas y fiables.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Isidro
También ocurre que aunque mil veces nos avisen, mil veces caeremos y nos fiaremos de algo o alguien. pero los humanos somos así ¡Qué se le va a hacer! Es parte de la chispa de la vida.
EliminarMuchísimas gracias por tus comentarios.
Un fuerte abrazo, amigo Angel.
Si es que no hacemos caso. Mira que te lo habían dicho. Espero que el pozo esté a oscuras para que, al menos, no tengas que compartirlo con ella.
ResponderEliminarEn el fondo, luego nos acostumbramos a ser acompañados por ella y si nos falta nos mosqueamos o es que es un día gris. jejeje!
EliminarMuchas gracias Patricia. Espero que en una próxima quedada microrrelatista nos conozcamos personalmente. Me ha dolido no poder asistir a Zaragoza.
Un abrazo.
Por tanto, ¿estamos cautivos de nuestras sombras?
ResponderEliminarSaludos.
No. Las cautivas son ellas. Despues del percance, uno va aprendiendo. jejeje!
EliminarMuchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo.
Intuyo que la intención de la sombra no era matarlo, después de todo, los fantasmas no tienen sombra.
ResponderEliminarMuy bueno, Isidro.
Creo que la sombra es indefensa y sabe que su existencia está condicionada a tu vida desde que te "alumbran"
EliminarMuchas gracias Vicente por comentar
Un abrazo.
Peter Pan perdió la suya y se lo cosió. Claro, que él podía volar. Que mala sombra tuvo tu protagonista.
ResponderEliminarMe encantó, Isidro.
Un abrazo.
Sabes que el caso es quejarse, si se tiene... porque se tiene y si no se tiene, porque te falta.
EliminarQue paren el mundo qeu yo me bajo!
Un abrazo querido amigo.
Muy mala sombra la de tu protagonista, eso le pasa por no fiarse ni de su propia sombra e intentar separarse de algo que es imposi le.
ResponderEliminarBuen relato Isidro.
Un abrazo.
Sí, tuvo un poco de mala sombra.
EliminarMuchas gracias Javier por tus amables comentarios.
Un fuerte abrazo.
La sombra nos acompaña siempre, pero es traicionera. Se queda atrás en el momento más peligroso. La vemos moverse y jugar con el protagonista en el relato, hasta que acaba con él.
ResponderEliminarMuy buen relato, Isidro.
Un abrazo.
A veces no nos la podemos quitar ni con espátula. jejeje!
EliminarSiempre te agradezco tus gentiles comentarios.
Un beso.
Siempre concuerdo con ésto. Tendré más cuidado para la próxima, no aspiro la misma suerte que la de tu protagonista. Abrazos y muchos besos mi Isidro.
ResponderEliminarMe alegro que te sirva y cojas la idea para que no te ocurra lo que a mi protagonista.
EliminarMil gracias por tu agradable comentario.
Un beso.
Las sombras son juguetonas, te siguen, se esconden, te alargan, desparecen... Pero cuando quieren ser malas te despistan para que caigas en ese pozo lleno de oscuridad como en el que ellas viven.
ResponderEliminarBuen 50, lleno de luz y buen hacer,
Un beso Isidro.
Pero finalmente nos acostumbramos a nuestras sombras como a nuestros gozos (Gonzalo Torrente) y forman parte necesaria de nuestras vidas.
EliminarMuchísimas gracias por pasarte por aquí y comentar.
Un beso amiga M. Belén
Isidro, si es que no escarmentamos y aunque nos adviertan siempre volvemos a caer en el abismo. La sombra forma parte de nosotros mismos, somos inseparables y es imposible de controlar. Habrá que acostumbrarse a ella y no hacerle caso. Yo a la mía le he tomado cariño, aunque cambia mucho de forma y de lugar, al final vuelve conmigo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos
Estoy contigo: No escarmentamos.
EliminarYo también me he acostumbrado a la mía, que por cierto siempre pensaba que mi sombra estaba más gorda que yo. Hasta que me pesé y comprendí mi craso error.
Muchas gracias Pilar por tu agradable comentario.
Besos
Tiene su miga el relato, Isidro. Resulta que por estar pendiente de la sombra que te persigue (alguna acción o hecho del pasado, quizás), acabas cayendo en un abismo (¿de remordimientos? ¿de consecuencias? ¿de depresión?).
ResponderEliminarMuy bueno.
Abrazos.
Carles, desde ahora te llamaré Sigmun Quilez o Carles Freud. ¡Elige! Eres el nuevo padre del psicoanálisis. Jejeje!
EliminarMuchas gracias por ese profundo comentario.
Desde el diván te envío un fuerte abrazo.
Por desconfiado perdió su propia vida: la que vivía en el cuerpo que proyectaba la sombra a la que temía. Se murió de miedo, literalmente. Porque no es la sombra, es lo que no vemos en ella y nuestra imaginación construye y moldea con los peores despojos de nosotros mismos.
ResponderEliminarEsa frase final es un broche de oro porque esconde la esencia del relato: No te fíes ni de ti mismo, eres quien más te miente.
Me gusta tu relato, Isidro.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo en que nuestro peor enemigo es uno mismo, con sus luces y sus sombras, sus dudas, temores, aciertos...
EliminarMe alegra que te haya gustado. Es un honor.
Un fuerte abrazo amigo Antonio.
Me da la risa, porque tenias que haberles hecho caso. Pero ¿quien iba a decirlo ? Si no huieras sido condenado por desconfiado.
ResponderEliminarEs un buen relato Ademmás de simpatico.
Vaya un nos gusta de los dos.
Me alegra que te guste y que hayas encontrado la parte simpática de la que casi siempre intento impregnar en los micros de 50 palabras. Otra cosa es conseguirlo.
EliminarUn fuerte abrazo para los dos.
Muy ocurrente, Isidro. De un micro que podría haber quedado realmente sombrío, has conseguido un brillante resultado. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Juana por leer y comentar. Me agrada tu comentario.
EliminarUn abrazo fuerte.
¡Ay, qué mala sombra!
ResponderEliminarY mira que estabas avisado, no hay que fiarse ni de uno mismo querido Isidro.
Ocurrente como siempre, tú tienes un sello personal que no defrauda.
Un beso, Manchego.
Malu.
"El más avisado se ahoga en el vado" dice el refrán. Pues eso.
EliminarGracias por lo del sello personal. Eres muy gentil, como corresponde a una buena manchega.
Un beso manchego.
Mientras te leía, gritaba: ¡Cuidado, Isidro, que te la das! No hay mayor verdad que esa, no nos podemos fiar ni de la sombra que proyectamos y que se pega a nosotros como una lapa. Me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarCreo que te oí, pero no te hice caso. "Ya me avisaste" Cuando caí, caí en que tú eras de fiar. "Tarde piace" dicen los gallegos.
EliminarMuchas gracias por tu comentario Matrioska.
Besos.
La mía se escapa y regresa muy boba...ja,ja,ja.
ResponderEliminarCreo que lo que quieres decir es que si estás continuamente obsesionado con algo, acabarás loco. Un beso.
Correcto Maite, ese sería el sentido del relato, la obsesión por algo que casi siempre te impide apreciar el resto.
EliminarLo de tu sombra me recuerda a mi gata cuando estaba en celo. También se escaba. jajaja.
También se escapaba -quería decir-
EliminarMuchas gracias por comentar. Un beso.
Me ha gustado tu relato Isidro, tanto como para comentarlo, aunque hay alguien molesto y oscuro mirando por sobre mi hombro lo que escribo.
ResponderEliminarSaludos!!!
No sé si es sólo molesto o también celoso, pero claro no me extraña es el productor de sombras, tu inseparable SOMBRERO.
EliminarMuchas gracias por comentar y un abrazo.
De lo que no tengo duda es de que el protagonista no eres tú, Isidro, porque esta sombra parece algo mal intencionada y la tuya es muy buena.
ResponderEliminarUn abrazo de lo más confiado, amigo.
Muchas gracias por tu confianza y amistad.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Quique.