¿Cómo encendiste mis deseos?
Mientras dormía ajena a la tensión que flotaba en el aire, él suspiró por un recuerdo lejano.
—¿No siempre hay una única manera de desear? —se interrogó con aire de pensador.
Tras prolongada tensión, el orgasmo sólo le consintió el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, pero no la palabra.
—¿No siempre hay una única manera de desear? —se interrogó con aire de pensador.
Tras prolongada tensión, el orgasmo sólo le consintió el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, pero no la palabra.
Hay respuestas que no necesitan palabras.
ResponderEliminarUn saludo, Guillermo
Pero me interesa tu opinión. Saludo colombiano.
EliminarEs compleja la relación que hay entre el intelecto y los instintos. A veces van por separado, pero otras de la mano, en caprichosa y hasta enigmática relación simbiótica.
ResponderEliminarInteresante historia muy bien narrada, Guillermo.
Enhorabuena y saludos.
Don Enrique muchas gracias por su comentario. ya se me estaba saliendo el alma del cuerpo. Entenderá por qué lo expreso. Saludos.
Eliminar