Cursillo para el cultivo de la escritura
Siembra varias ideas en un folio en blanco y riégalas con tinta cada día mientras van madurando. Una vez que arraiguen utiliza como abono metáforas y otras figuras retóricas. Procura desbrozar las faltas de ortografía y siega la mala sintaxis antes de recoger la cosecha. Termina plantando el punto final.
Original cursillo para la escritura Cadillac Solitario, combinando el lenguaje de cultivar algo con las normas para escribir un perfecto relato, yo solo añadiría una cosa, tener tu ingenio.
ResponderEliminarBuen relato Cadillac Solitario.
Un abrazo.
Todavía me queda mucho para aprender a cultivar, pero se agradece tu fértil comentario, Javier.
EliminarUn abrazo.
Bueno, muy bueno. Sugerente y evocador. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio. No voy a podar ni una sola palabra de tu comentario.
EliminarUn saludo.
Cadillac, con tu cursillo nos has dado una buena lección para escribir un buen relato.
ResponderEliminarOriginal forma de relacionar la jardinería con la escritura.
Enhorabuena!
Besos
Solo son sugerencias. Copiar un Manual de Botánica no me cabía en cincuenta palabras. Gracias por la flores, Pilar.
EliminarUn saludo.
Estupendo método, Cadillac, trataré de ponerlo en práctica. Espero que el terreno del que dispongo sea tan fértil como el tuyo.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.
Creo que el tuyo es más que fértil. He visto tus plantaciones en "50 palabras".
EliminarUn saludo.
¡Buen cultivador el que engendra frutos que muestran su razón! Saludos
ResponderEliminarSolo falta que el tiempo no estropee la cosecha. Gracias por tu comentario tan cultivado, Manuel.
EliminarUn abrazo.
Y después del punto, se yergue majestuoso el árbol de hojas impresas sin otoño, llenando de letras de oxígeno el bosque de los relatos.
ResponderEliminarOtro excelente micro a añadir a tu extenso plantel de obras bien escritas. Exquisito relato con el que es imposible no disfrutar. Enhorabuena, Cadillac.
Un saludo.
A mí también me gustaría aprender a explotar la poesía, Antonio, pero lo veo difícil. Rescataré tu comentario para una época de barbecho.
EliminarUn saludo.
Tomo nota, Cadillac, aunque me parece a mí que como la tierra no sea buena... Pero como no es tu caso, has conseguido un fantástico relato.
ResponderEliminarUn saludo
Siempre se puede tratar de aprender. Instrucciones para manejar la azada y el rastrillo hay muchos. Gracias por aportar tu semilla, Margarita.
EliminarUn saludo.
Muy imaginativo e ilustrativo. Yo también tomo buena nota. A ver si siguiendo tus ingeniosos consejos logro unos florecientes relatos. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Juana. Quizá no te haga tanta falta. Tienes un buen ramillete de ellos.
EliminarUn saludo.
Unos buenos consejos, que aparte de los interesantes detalles, traslucen la necesidad de cada autor de mimar aquello que escribe como si fuese un hijo, tinta de su sangre que acaba por tener vida propia.
ResponderEliminarUn saludo
Supongo que a todos nos gusta mimar y ver cómo va creciendo nuestra cosecha a partir del brote de una idea, las que parece que en ti son inagotables.
EliminarGracias, Ángel. Un saludo.
Una buena clase de en qué debe consistir la escritura, Cadillac. Te la agradezco y la comparto totalmente.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Un abrazo.
Solo nos falta no desfallecer por las inclemencias del tiempo, las plagas, las sequías... Gracias por visitar mi huerto, María José.
EliminarUn saludo.
Muy bonito, Cadillac. Yo añadiría un espantapájaros para que ninguna mala idea interfiera en la tarea.
ResponderEliminarY una reverencia con sombrero, que ya aprieta el calor.
Es verdad, Patricia. Hay que protegerse contra las malas ideas. Le pondré un sombrero también al espantapájaros para que no se achicharre.
EliminarTe devuelvo la reverencia desde mi jardín, y añado un saludo.
Tomo nota, !buena clase!, y con mucho ritmo.
ResponderEliminarUn beso.
Así estamos todos. Aprendiendo. Y aprovechando las semillas que conseguimos plantar. Gracias por tus palabras, Maite, acompañadas de ese icono tan florido.
ResponderEliminarUn saludo.
Buen decálogo el que nos dejas, amigo, desde luego, ninguno de los consejos es desechable, como mínimo, hay que tenerlos todos en cuenta a la hora de ponerse escribir.
ResponderEliminarCon todos ellos y con algunos más que, evidentemente, no caben en cincuenta palabras, hay que ponerse en la línea de meta, después, lo que nos depare la ‘carrera’ depende ya de muchas otras circunstancias. Una de ellas quizá sea eso que llaman inspiración, la cual, como dijo Picasso, te tiene que encontrar trabajando.
Enhorabuena y un saludo.
Lo importante es que los consejos no caigan en terreno baldío, y tener muy en cuenta lo que decía Picasso, como bien recuerdas, Enrique.
EliminarUn saludo.
Excelente. Gran imaginación para un relato soberbio. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por esa cosecha de palabras, Pablo.
EliminarUn saludo.
Un método de cultivo que nunca falla y con el que se recoge una excelente cosecha como la tuya. Eso sí, habrá que buscar un sistema alternativo, tipo invernadero, para cuando nos alcancen las sequías, heladas e incluso el pedrisco. Enhorabuena por el micro, Cadillac. Un beso.
ResponderEliminarOtro buen apunte de manual, Matrioska. También sería conveniente protegerse de plagas de adjetivos o de adverbios que pueden destrozar una buena recolección.
EliminarUn saludo.
Estupendo símil, Cádillac, al que le podíamos estar sacando punta sin parar y no acabaríamos. Aparte de te ha quedado redondo, muestra un gran amor por la creación literaria, ese que sin doda todos aquí compartimos.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Cuánto ha he hecho Internet para fomentar nuestras propias cosechas, Enrique. Hasta que no conocí 50 palabras no tenía ni idea de lo que eran estas sagas. Es una forma de darnos un banquete entre todos con lo que vamos recolectando.
EliminarUn saludo.