El ausente
Ni siquiera sé mi nombre, aunque todos me dicen Cocoliso. Tampoco sé si mi madre se llama en realidad Olivia o Rosario. La he conocido toda la vida leyendo una y otra vez las mismas cartas, impregnadas todavía del olor a tabaco de pipa.
¿Pero existió de verdad aquel marinero?
¿Pero existió de verdad aquel marinero?
En esta historia de Popeye, con el mismo ausente y narrada por Cocoliso, nos hablas de ausencias y de dudas.Tal vez la única forma de responder a su última pregunta es mirar si esas cartas presentan alguna mancha de espinacas.
ResponderEliminarBuen relato Pepe.
Un abrazo.
Seguro que odias las espinacas.
ResponderEliminarMucho ánimo, Cocoliso.
Un recuerdo de los dibujos animados de la infancia.
ResponderEliminarSaludos.
De entrada, voy a abrir un bote de espinacas para ponerme a leer este microcuento. No sé si luego haré con ellas una tortilla o las echaré a la ensalada. Ahora dejaré que las imágenes de aquellos dibujos animados cuyo protagonista era un marinero predecesor de Astérix y Obélix, se paseen por mi cabeza como Pedro por su casa.
ResponderEliminarComo el pobre Cocoliso, yo también ando aún debatiéndome en la duda –no sé si metafísica-, acerca de la madre de ese bebé que –acabo de leerlo en la Wikipedia- un día recibió Popeye por correspondencia. ¿Rosario, Olivia? En fin, no sé si eso le habrá creado algún trauma de infancia. Pues en esa familia, a pesar de su aparente normalidad, parece que se cuecen más cosas.
Cocoliso ha crecido, se hace preguntas acerca de su origen y sus primeros años. ¿Existió de verdad aquel marinero? Yo también me lo pregunto. ¿Vi alguna vez aquellos dibujos animados?
Un saludo, Pepe, y enhorabuena por tu microcuento.
La de marinero parece una profesión propensa a largas ausencias. Es lógico que el hijo de uno de los más míticos y conocidos en ese gremio eche de menos a su padre. Ser leyenda y personaje inmortal lleva su tiempo.
ResponderEliminarUn saludo
Por un momento me trasladé a mi infancia donde conocí a un tipo al que todos llamaban Popeye. Esa era un época en que los medios no tenían la posibilidad de entrar por la puerta de atrás de los famosos. Nada se recreaba con insistencia cruel como ahora sobre huérfano o criaturas de padres desconocidos.
ResponderEliminarExcelente microcincuenta.
Pepe, con tu micro nos has trasladado a una infancia con Popeye.
ResponderEliminarAl final nos dejas una pregunta dificil de responder tratándose de una serie de dibujos animados.
Gracias Pepe.
Besos
Mi terapeuta dice que tengo una gran capacidad para olvidar sucesos traumáticos de mi infancia y que así no puede ayudarme. Le había hablado de Marco, de un zapato de cristal que me hizo una ampolla gigante y de un lobo feroz que se comió a seis cabritillos, pero ni acordarme de Popeye. Creo que en la próxima sesión voy a mejorar un montón; gracias, Pepe.
ResponderEliminarUn saludo
Estaba cantado, el pobre Cocoliso tenía que acabar como carne de psiquiatra. Original micro que nos deja una extraña regresión a la infancia. Un saludo, Pepe.
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