Hoy por mí, mañana...
Eran diarias las violentas manifestaciones callejeras, en protesta por la situación desesperante del empobrecido país. Hoy, a diferencia de ayer, estaba frente a los agresivos manifestantes.
Uniformada y constituyendo el cordón policial antidisturbios, no pudo, sin embargo, detener unas lágrimas que le desdibujaban el maquillaje de ojos y amenazaban continuidad.
Uniformada y constituyendo el cordón policial antidisturbios, no pudo, sin embargo, detener unas lágrimas que le desdibujaban el maquillaje de ojos y amenazaban continuidad.
Una ciudadana de un país en mala situación económica, que al final ha conseguido integrarse en el mercado laboral, aunque con un trabajo que seguramente le repugna, que le obliga a ser muro de contención de aquellos que protestan legítimamente por no tener lo más básico, cuando hasta hace poco ella formaba parte de ese grupo al que ahora ha de reprimir para subsistir. No estamos acostumbrados a ver mujeres entre los policías antidisturbios, pero haberlas, haylas (o hailas). Tu protagonista, al menos, aunque ha de cumplir su enojosa tarea para recibir la nómina, no ha perdido la sensibilidad. Imaginativo, no exento de drama y tristemente posible.
ResponderEliminarUn abrazo grande, amigo Isidro
Lo has clavado. Tenía mis dudas por si no se entendía correctamente, pero me alegro de que hayas cogido todos matices y significado de la historia.
EliminarDices "tristemente posible". Te diré que me lo inspiró una imagen televisiva de la cara tal cual la describo.
No hace falta aclarar cual era el país.
Muchísimas gracias por tu siempre generoso comentario y enhorabuena por los mil y un éxitos lieterarios que estás obteniendo.
Dos abrazacos, amigo Ángel.
De un párrafo a otro media el abismo de las contradicciones en que nos vemos envueltos a lo largo de la vida. Con cuanto empeño hemos defendido el valor de posiciones absolutas en su momento y, a lo largo de los años, nos vemos posicionados en la barrera antidisturbios cargando contra nuestros sueños. Para sentarnos a reflexionar, tal como inspira el día. Me gusta tu relato, sencillo, eficaz, contundente. Felididades. Saludos.
ResponderEliminarPor desgracia muchas veces nos vemos forzados a realizar trabajos que o no nos gustan o no es la forma en que nos gustaría hacerlos si de nosotros dependiese, pero el poder de elección es facultad de unos pocos y en estos tiempos... de "más pocos" todavía.
EliminarMuchas gracias por tu gentil comentario.
Un abrazo, Manuel
La necesidad, las circunstancias de hoy en día hacen que mucha gente tenga que trabajar en lo que posiblemente si no fuese así no haría.
ResponderEliminarRelato que hace reflexionar escrito muy acertadamente.
Buen relato Isidro, me ha gustado.
Un abrazo.
Muchas gracias Javier por comentar. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazaco.
Y yo soy la que da miedo... No se me ocurre peor pesadilla que verme de poli ante una manifestación ciudadana. Tú y yo seguro que no nos veremos nunca en ese trance, por mucha necesidad que pudiéramos tener. Y es que aún queda gente con principios, como el ministro que condecora a las vírgenes y pone orden. Jamás permitiría que gentuza loca como nosotros, escritores de microrrelatos, entrásemos en el cuerpo.
ResponderEliminarUn abrazo aliviado.
Buen tema el de las limitaciones humanas del dolor, de sus capacidades de reacción y del conocimiento de los límites.
EliminarEs mejor no conocerlos y mucho mejor, no experimentarlos.
Efectivamente Patricia, que no nos tengamos que ver en ciertas situaciones!
Muchísimas gracias por tu comentario.
Un beso.
Bien expresado el trabajo de esas personas que para sobrevivir y por sus familias tienen que obedecer órdenes y realizar trabajos a pesar de que en sus entrañas se les revuelve su alma.
ResponderEliminarExcelente, Isidro.
Pablo.
Por ciero, me gustó el título también.
EliminarMuchas gracias Pablo por leer y comentar.
EliminarUn abrazo para tí y para tu hijo.
Me gusta cómo lo cuentas, Isidro, pero lo que más me atrapa en esta ocasión es el título y todo lo que se esconde debajo de esos tres puntos suspensivos.
ResponderEliminarUn saludo
El título referido al conocido refrán, es también un Quid pro quo o el yin y el yang, en definitiva el enfrentamiento de dos partes opuestas y lo dejo con puntos suspensivos, pues las circunstancias de la protagonista del relato, están sobre un mar de dudas, incoherencias, etc. que ni siquiera es para atreverse a cumplir la parte opuesta que falta: "mañana por tí"
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Besos.
Hay situaciones extremas en la vida en la que te ves obligado a tomar decisiones que nunca hubieras imaginado. Por eso aquello de "Nunca digas de esta agua no beberé". De todas formas la protagonista de tu relato conserva a salvo su sensibilidad y en cuanto pueda cambiará de trabajo. Interesante tema para la reflexión, Isidro. Un saludo.
ResponderEliminarMe ha gustado como logras introducirnos en la atmósfera y dolor de la protagonista. Muy bueno, un beso.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado la ambientación. Eso pretendía.
EliminarMuchas gracias Maite por tu agradable comentario.
Un beso.
A veces he pensado en todos esos policías que tienen más miedo que los propios manifestantes y que deben hacer lo que no quieren. Es mirarlo desde el otro lado...
ResponderEliminarMuy bueno, Isidro. ¡Felicidades!
Un abrazo.
Tuve un jefe de departamento, que a menudo echaba (pequeñas) broncas a los compañeros que se justificaban o manifestaban su desacuerdo por tal o cual gestiones. Una vez que colgaba el teléfono con ellos, me decía "Es que llevan razón". Pero claro en su puesto de jefe, no debía decir o hacer determinadas cosas que pudieran ir en contra de la filosofía de la empresa.
EliminarSólo lo hacía "de cara a la galería", pero era buen tío y mantenía sus principios.
Perdona por el rollo que te he contado.
Muchas gracias por comentar y me algra mucho que te haya gustado.
Un abrazo.
¿A quien se encontró? Acaso al papel en blanco, a la tinta de us pluma al ingenioso autor del relato
ResponderEliminarQue buena agente del rden, lo primero es lo primero mañana por mi
Mañana me maniffiesto en tu favor, espero verte escribiendo. Aunque solo sea por el 21% que le meten de iva a la cultura.
Saludos.
Creo que a quien vio en frente fue a sus propios vecinos y compañeros de manifestación del día anterior. Pero hay que entenderla, pues no están los tiempos para hacer muchas quijotadas y para dejar un trabajo sin tener otro a la vista. Esperemos que al menos sea condescendiente con los manifestantes.
EliminarMuchas gracias José María por vuestro comentario.
Saludos.
Tratar de ser uno mismo desde el otro lado, en ese lugar que nos exige dejar sentimientos y empatías obligándonos a acallar la conciencia como buenamente podemos.
ResponderEliminarTremendo planteamiento el que nos ofreces, Isidro, en el que queda claro que la peor cárcel del humano son sus propios sentimientos.
Buen relato, si señor.
Un abrazo.
Que verdad es lo de la cárcel de los humanos: Sus sentimientos! La pena es que no todos los humanos tienen los mismos y ni siquiera similares sentimientos.
EliminarMuy agradecido Antonio por tu gentil comentario.
Un fuerte abrazo, amigo.
La vida es compleja, como lo dejas ver en tu estupendo relato, Isidro. «Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus mocasines».
ResponderEliminarSaludos.
Sabio consejo el de "ponerse en los zapatos del otro". (Curiosamente lo aprendí en un curso de directivos y a veces me parece que es el colectivo que menos los aplica)
EliminarMuchas gracias Vicente por tu comentario.
Un abrazo.
Lo de hoy por ti, mañana por mí, creo que encierra toda la ética necesaria para la convivencia con nuestros semejantes.
ResponderEliminarHace un tiempo, leí este poema: “La salvación del mundo / comienza con ceder el asiento / en el autobús abarrotado / y en realidad / si uno lo piensa a fondo / también termina ahí”.
Y me gustó tanto que lo copié, lo que pasa es que no anoté el nombre del poeta y lo he olvidado.
Creo que tiene mucha razón, pues son esos pequeños gestos de bondad, caballerosidad, respeto y educación los que hacen respirable el día a día en nuestras ciudades más o menos populosas, y no, como los títulos de esas películas americanas, las convierten en una jungla de asfalto o una jungla de cristal.
En cuanto a la protagonista del microcuento, como dice Ángel, a pesar de haber tenido que vender, en parte, su alma al diablo para ganarse la vida, no ha perdido la sensibilidad.
Equiparo su reacción a la de la ministra italiana de trabajo y política Elsa Fornero, que se echó a llorar cuando estaba anunciando los recortes a los que tenía que someterse su país.
Así que muy bien traída la historia y muy pertinente el planteamiento moral que propone. Un saludo afectuoso, Isidro.
Me ha encantado tu comentario desde el principio hasta el fin y no puedo estar más de acuerdo amigo Enrique.
EliminarMil gracias por tomarte la molestia de leer y comentar.
Un fuerte abrazo.
Curiosas las vueltas que da la vida, que a veces nos toca un papel que no imaginamos desempeñar nunca. Es duro tener que ir contra los propios principios. En este caso la protagonista no logra contener las lágrimas, en otros quizá no las veamos, pero pueden estar por dentro.
ResponderEliminarBuen retazo de la realidad y bien reflejado.
Un abrazo.
Es cierto que nunca sabemos qué nos deparará la vida, ni siquiera una certeza a corto plazo, todo puede cambiar a la vuelta de la esquina y esquinas tenemos a cada minuto.
EliminarMuchas gracias por tu comentario M. Carme.
Un abrazo.
Un 50 con mucho fondo y un título muy apropiado con esos puntos suspensivos que nos hacen pensar.
ResponderEliminarDebe ser dificil estar al otro lado y además luchar por contener la misma injusticia que siempre te había vibrar. Los sentimientos se derraman en forma de lágrimas y parece que no van a poder parar.
Genial Isidro. Un beso artista.
Y tan difícil! ¡Quién sabe si la protagonista, además de ir contra sus principios, no tiene en frente a algún hermano, amigo o conocido al que tenga que reprimir! Lamentable situación.
EliminarMuchísimas gracias, querida amiga.
Un fuerte abrazo.
Cuántas veces la vida nos obliga a optar por determinadas vías solo por pura supervivencia haciendo que nos apartemos de nuestra verdadera naturaleza. Un día nos encontramos en un lado y otro en el lado opuesto, en el caso de tu protagonista, y en el de todos los demás, la mayor dificultad está en no olvidar nunca quiénes somos. Muy buen micro, Isidro. Un beso.
ResponderEliminarTú lo has dicho, la mayor dificultad es no olvidad quienes somos y a dónde vamos. No es fácil con las circunstancias que nos rodean.
EliminarMuchas gracias Matrioska por tu comentario.
Besos.
Luchar por tu vida y la de los tuyos traicionando tu conciencia es un pago demasiado grande, pero a veces hay que ceder para seguir viviendo. Genial y reflexivo, Isidro. Un abrazo.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo que a veces se pueden justificar ciertas conductas ante las alternativas posibles.
EliminarMuchas gracias Salvador por tu comentario.
Un abrazo.
Muy buen relato, Isidro. Las circunstancias, tristemente, nos pueden obligara a estar en el lado contrario. Es importante en estos casos no olvidar quién eres, aunque como en el de tu protagonista, te produzca dolor.
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo, por lo bien que lo has hecho y por haber llegado a la final. Suerte en ella.
Un abrazo.
Muchas gracias Quique por tus ánimos, tus comentarios y tu amistad hacia mí.
EliminarUn abrazaco fuerte.