La lombriz
La lombriz se envolvió en el río para esconderse del mundo. Mientras llegaba al lecho, lágrimas subían por su frente y empapaban su cabello.
El tiburón despreocupado no tuvo empacho en comerla sin siquiera abrir la boca.
A los pocos días, el poderoso pez moría víctima de una enfermedad desconocida.
El tiburón despreocupado no tuvo empacho en comerla sin siquiera abrir la boca.
A los pocos días, el poderoso pez moría víctima de una enfermedad desconocida.
La tristeza es la peor de las enfermedades, de una u otra forma, puede resultar nociva para otros, en algunos casos, hasta letal. Ese tiburón tendría que haber vigilado su alimentación, aunque no podía saber que el interior de esa fuente de proteínas, como en un caballo de Troya, albergaba un mal contagioso y capaz de destruirle.
ResponderEliminarUn saludo
Ana María, bienvenida a la familia cincuentista!
ResponderEliminarTu lombriz trasladó su amargura y sus ganas de desaparecer al tiburón. Esto fue letal para él.
Bien contado.
Besos
Ana Maria bienvenida a 50palabras.
ResponderEliminarLa tristeza de la lombriz mató al tiburón.
Buen relato Ana Maria.
Besos.
Un micro original y surrealista. Parece una viñeta extraída de una novela gráfica.
ResponderEliminarMuy bueno, Ana María.
¡Bienvenida!
Lleno de fantasía y surrealismo, me ha gustado mucho. Un beso.
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