Lo último que escuchó
Carlos Castro, adormitado y aturdido, no comprendió lo que había pasado. Sabía que iba a su casa y ahora esto: gente corriendo desorientada, otros llorando desconsolados, socorristas sobresaltados y un hombre que en medio del andén de la estación del metro decía: "¡Él es grande!".
Fue lo último que escuchó.
Fue lo último que escuchó.
Al leer tu micro parece que tu protagonista está en medio de una situación posterior a un atentado, podría ser tambien tras un accidente de metro, pero tu última frase me hace pensar en el atentado.
ResponderEliminarUn micro muy relacionado con la triste realidad que en ocasiones nos acompaña,
Buen relato Daniel.
Un abrazo.
Lamentablemente cada vez más cotidiano en nuestro trastornado mundo. Un abrazo.
EliminarEstremecedor. Muy bien contado.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por tus palabras Pablo. Un abrazo.
EliminarDaniel, reconozco en tu micro la situación que debieron vivir las víctimas del 11M.
ResponderEliminarDescribes muy bien la barbarie.
Nadie estamos libre de ser víctimas.
Enhorabuena!
Besos
Pensé en ellos, Pilar. Tristísima situación ante la impotencia por la barbarie. Un fuerte abrazo.
EliminarEs imposible comprender. Ojalá tu micro sea lo último que escuchemos, y leamos.
ResponderEliminarUn saludo, Daniel.
Me temo que no, Margarita. Pero sigamos luchando por la paz. Un abrazo.
EliminarLa locura de los hombres, disfrazada de creencias, no tiene límites. Ante el desvarío poco se puede hacer, sólo desear que se imponga la cordura.
ResponderEliminarUn abrazo, Daniel
Triste realidad, el fanatismo. Un beso.
ResponderEliminarEs un buen relato, pero no vale la pena escuchar eso.
ResponderEliminarMejor el silencio.
Contarlo, como lo haces es necesario par si se les corre pensar y desisten.
Saludos.
El último grito de quien sabe que no hay divina excusa para la atrocidad, la ignorancia y el raquitismo moral. Un último grito que cuando embisten con su odio y su rabia escuchamos todos, pero que en realidad vomitan para auto convencerse de que sus miserables vidas sirven para algo, aunque solo sea para destruir. Has sabido reflejar muy bien una realidad que ocurra en el lugar del mundo que ocurra, siempre, siempre, duele. Un saludo, Daniel.
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