Mi mérito secreto
Tenemos mucho que agradecer al abuelo. Aunque dejó de cobrar su pensión, nos mantiene gracias a las monedas que obtiene a diario como estatua humana. Causa asombro que alguien de su edad pueda mantenerse inmóvil durante horas en posturas inverosímiles. Sólo siento no poder mencionarle cuando busco trabajo como taxidermista.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Ángel, tratas en este gran micro de algo que siempre me ha llamado la atención: las profesiones consideradas "dignas", de las que se puede presumir y "las otras". A mí también me asombran esas estatuas humanas que tenemos en todas las ciudades, el autocontrol de su respiración, especialmente. Es dificil saber si son personas o estatuas. Ese nieto al que aludes está muy orgulloso de su abuelo, sin duda, pero a muchos les parecerá que lo que hace es algo que solo los vagos o los indigentes tienen como única salida para reunir unos euros...
ResponderEliminarMe ha encantado. ¡Felicidades, artista!
Un abrazo.
Muy bueno tu macabro relato, Ángel. Ese final con el inconfesable mérito del nieto taxidermista realmente sorprende... Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarYa es triste que el mayor mérito profesional que podría exhibir, su mejor mérito, haya de permanecer oculto, pues sería difícil de explicar y justificar. Me alegro de que te haya gustado, Aurora.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Ángel genial relato, esa familia ha sabido sacarle rendimiento al abuelo hasta después de muerto, se habrán quedado sin la pensión, pero por lo menos no han estafado a nadie y para sobrevivir han disecado al abuelo y lo utilizan de estatua por la calle. Bien conservado estará y no sufre.
ResponderEliminarLástima que no lo puede nombrar en el currículum para buscar trabajo.
Ahora mirando la realidad hay que agradecer mucho hoy en día a esos abuelos y abuelas que con su pensión mantienen a muchas familias.
Ángel me ha gustado mucho,en 50 palabras has contado una verdadera película de dos horas.
Un abrazo.
Todos sabemos que gracias a esos abuelos muchas economías se sostienen. Algunos merecerían un monumento; en su lugar, lo más parecido podría ser una estatua humana y urbana. Seguro que a ese hombre, que fue tan entregado y generoso en vida con sus hijos y nietos, no le importaría seguir siéndolo, si ello fuera posible, cuando ya sólo esté presente con el cuerpo, aunque no con el alma.
EliminarAgradezco muchos tus palabras, Javier.
Un abrazo fuerte
Bueno, bueno, lo que es leer recién levantada, jajaja. Fijaos qué interpretación tan "light" había hecho. Me temo que es mucho más macabro... pero en lo que sí he acertado, es en la genialidad del micro.
ResponderEliminarUn abrazo doble.
Te contesto por aquí, María José. Lo primero, muchas gracias por comentar, además, por partida doble. En tu primer párrafo planteas un tema interesante, que es el de las estatuas humanas que pueblan el centro de nuestras ciudades con un sentido humano, haciendo hincapié en el mérito que esas personas tienen, no del todo reconocido, pues se les asimila más con la indigencia. Un poco macabro sí que es el planteamiento, pero no hay drama, odio o violencia, un poco de aprovechamiento ajeno quizá sí.
EliminarGracias otra vez y te envío gustoso un abrazo como el tuyo, por partida doble.
Je, je, me encanta ese humor negro.
ResponderEliminarQue no perdamos nunca la capacidad de sonreír, tampoco la de desdramatizar. Me alegro de que te guste.
EliminarMuchas gracias, Paloma. Un abrazo grande.
¡Qué bueno, Ángel! Con razón dejó de cobrar la pensión, el pobre está más seco que la mojama. Esperemos que nadie siga el ejemplo del nieto para sacarse unas perrillas. Qué imaginación tienes, da gusto. Un beso y un abrazo grandes.
ResponderEliminarNo es ninguna mentira decir que el hombre dejó de cobrar su pensión, otra cosa es que el motivo no se desvele hasta el final. Para buena imaginación la tuya, además impactante, no se me olvida el relato del columpio.
EliminarMuchas gracias, Matrioska, otro abrazo y otro beso para ti igual de grandes.
Humor negro y excelente micro, Ángel. Este nieto no se resignaba a quedarse sin la pensión del abuelo, pero ha puesto en práctica una macabra idea.
ResponderEliminarMuy imaginativo. Me ha gustado mucho.
Un gran abrazo.
El protagonista, quizá sin darse mucha cuenta, ha aumentado en varios grados la fuerza y el sentido de la frase: "Estar en cuerpo presente". La necesidad puede conducir a encontrar soluciones de la forma más insospechada.
EliminarMuchas gracias, Carmen. Un abrazo grande
Yo te aviso, las pelis de momias acaban siempre mal para los listos... Vigila al abuelo, por si acaso, sobre todo por la noche.
ResponderEliminarMuy bueno, Ángel.
Te mandaría algún beso, pero me estás empezando a dar miedito.
Puede que la conservación esté tan lograda que no sea descartable que por la noche el abuelo se levante y ande, aunque seguro que durante el día vuelve a su postura y se queda quietecito, para contribuir a la economía familiar.
EliminarEspero que se te pase ese miedito sobrevenido. Escribas lo que escribas yo a ti sólo te veo de una forma: con cariño y admiración.
Abrazos
Aunque el nieto no pueda andar "presumiendo" la calidad de su trabajo, bien que se beneficia de ello, alardeando, eso sí, de su inteligencia.
ResponderEliminarUn estupendo relato, cuyo mérito no se esconde, que me ha recordado a una obra maestra, «Psicosis» de Hitchcock.
Enhorabuena, Ángel.
Te saludo y abrazo con afecto.
Vicente
El protagonista se debate entre el orgullo por un trabajo bien hecho y la necesidad de mantenerlo en secreto, dura dicotomía. Qué más quisiera yo que parecerme de lejos a Hitchcock, eso son palabras mayores, pero te lo agradezco mucho.
EliminarMuchas gracias y otro abrazo para ti, Vicente, con todo mi afecto
Eres genial, tienes temas para todo...Me encanta el tratamiento que le das al inmenso sacrificio de muchos abuelos, hoy en día.
ResponderEliminarEres un escritor, amigo. Te deberías atrever con lo largo...¿Para cuándo una novela?
Besicos, amigo.
Gracias por tus amables palabras, que seguro que no merezco, aunque reconozco que me producen satisfacción, sobre todo que me llames escritor. Componer algo más largo requeriría mucho tiempo y parece difícil que pueda tenerlo, pero quizá alguna vez, no se debe descartar nada. Aprender siempre, esa es la clave y en ello procuro estar.
EliminarUn abrazo grande, Carmen
Lo que hacen algunos por estirar la pensión del abuelo.
ResponderEliminarEs un relato verdaderamente espectacular: Magistral retrato social de la dependencia económica de los jubilados, excelente despliegue de humor negro, elegante muestra de la falta de escrúpulos a la que obliga el 'salir palante'.
De redacción impecable, vuelves a enseñarnos a todos cómo se da forma a un guión genial.
Enhorabuena Ángel, has compuesto un grandísimo micro.
Un fuerte abrazo.
Los abuelos son uno de los pilares de nuestra sociedad. A una edad en la que todo debería ser merecido descanso y retiro, no paran de contribuir como mejor pueden con todo lo que tienen. Impecable es tu análisis y tu amable comentario, que no porque sea habitual en ti tiene menos mérito.
EliminarMuchas gracias, Antonio. Un abrazo fuerte
Tu mérito secreto es que escribes como los ángeles. Normal. Eres uno.
ResponderEliminarUna genialidad. Dando una gran vuelta de tuerca al final
Me gustó mucho.
Un abrazo, amigo.
Pablo.
Seguro que ángel no soy, si acaso de los caídos. Seguro es el aprecio que te tengo, el cual no tiene mucho mérito por mi parte, porque contigo eso es muy fácil.
EliminarMuchas gracias, amigo Pablo. Un abrazo
Estoy convencido que a nuestro admirado Luis García Berlanga le hubiera encantado este cincuenta palabras como argumento para una película. Humor negro aderezado con irónica crítica social. Buenísimo, Ángel. Un abrazo.
ResponderEliminarEl maestro Berlanga era capaz de sacar arte de las piedras, un ejemplo de genialidad del que estoy a años-luz, aunque agradezco mucho tus amables palabras y me llena de satisfacción que te guste.
EliminarUn abrazo y muchas gracias, Salvador
El abuelo estaría encantado si pudiera opinar, así suelen ser ellos: por los nietos lo que haga falta.
ResponderEliminarMuy chulo, Angel, abrazotes.
Estoy de acuerdo contigo. No hay personas más serviciales, aunque también es cierto que, como bien dices, en el caso que nos ocupa, tampoco hay forma de preguntarle su opinión.
EliminarMuchas gracias, Javier. Ahí van mis abrazos
Ángel, en tu microcuento veo varios niveles en los que uno puede detenerse y sobre los que puede reflexionar largamente.
ResponderEliminarDe entrada, haces un gran homenaje a la generación de los abuelos, a todas esas personas que han dado tanto a los demás a lo largo de sus vidas, a esos que, debido a esta interminable crisis económica creada por unos cuantos trileros de alto standing, no se han escondido y han continuado ayudando a sus familias tanto con su trabajo -cuidando a los nietos, por ejemplo-, como ayudando económicamente a los hijos, cuando lo lógico sería que fuesen ellos los ayudados, cuidados y hasta mimados.
Luego, esa mirada comprensiva hacia tantos individuos que son emprendedores –sarcástica palabreja- de la única manera que pueden serlo, es decir, inventándose algún tipo de actividad que mueva los corazones de las gentes que pasan ante ellos y les dejen alguna moneda para poder ir subsistiendo, de todos esos marginados y perdedores entre quienes, sin duda, hay personas de corazón noble.
Los vemos a diario en los espacios públicos: esos mimos, esos músicos callejeros, esas estatuas vivientes, esos dibujantes..., y ya, en la última de las escalas, los mendigos de toda la vida que exhiben sus miserias y nos conminan a que tengamos una pizca de caridad con ellos.
Todo eso le va pasando a uno por la cabeza mientras avanza por el microcuento, se le aparecen imágenes que ha visto en muchas ciudades, y hasta se hace algún que otro reproche a sí mismo, pues uno siempre suele suspender en la gran asignatura humana que es la bondad.
Pero debe sacudirse un poco ese ensimismamiento para profundizar en lo tenebroso de la historia, en esa ambigüedad que hace presentir lo peor, y que deja un profundo malestar por la denuncia sutil que encierra acerca de estos tiempos que corren, tan individualistas, tan recelosos, tan inhumanos tantas veces, y que dan lugar a espantos que solemos escuchar con más frecuencia de la que desearíamos.
Conseguir todo eso en cincuenta palabras es un gran logro al que nos tienes acostumbrados a quienes con placer e interés procuramos leerte, dada la sensibilidad y la inteligencia con las que sueles analizar la realidad.
Un abrazo.
Todo cuanto se diga de los abuelos es poco, una figura a reivindicar, con su apoyo discreto y fundamental y esa relación peculiar con sus nietos, usualmente distinta y a menudo hasta más estrecha que la que tuvieron con sus propios hijos.
EliminarEn cuanto a los emprendedores, se les presenta como algo necesario en la sociedad actual, cuando también encubre el fracaso de una sociedad que no es capaz de responder con trabajo a quienes tienen derecho a él y lo demandan.
No sé cómo lo haces, Enrique, pero siempre sabes sacar todo el jugo y mucho más de cualquier texto. Leer tus comentarios es un placer totalmente enriquecedor.
Agradecidísimo por la atención que me prestas y por lo mucho que nos enriqueces a todos.
Un abrazo fuerte, Enrique. Mil gracias, de verdad.
La picaresca en estado puro, y actual. Me parece soberbia tu historia y cómo la desgranas, Ángel. La he leído varias veces y cada vez me gusta más. Aunque te voy a poner un pero (con permiso): el título no me gusta demasiado porque me pone en alerta y me hace pensar que al final el protagonista va a contar algo que no me espero.
ResponderEliminarTambién con las letras te empleas a fondo como taxidermista consiguiendo que no se pudran con el tiempo y podamos admirarlas como a este abuelo.
¡Enhorabuena! Por este y por tantos éxitos como estás recogiendo. Que no pare la racha.
Un abrazo
Muchas gracias por tu comentario, Margarita y por supuesto que te permito ese "pero" y los que tengas a bien aportar, no todo pueden ser parabienes, la sinceridad siempre es de agradecer y de todo se aprende; personamente trato de ser una esponja y empaparme de quien puede enseñarme, que desde luego es tu caso. Por lo demás me alegro de que te haya gustado y a la espera del tuyo estoy.
EliminarUn abrazo grande y gracias de nuevo
Notable micro, Ángel, de escritura impecable donde unes riqueza de contenido con humor negro
ResponderEliminary un despliegue de imaginación envidiable.
Enhorabuena.
En muchas ocasiones no es necesario desplazarse virtualmente a otros mundos o crearlos, pues en el que vivimos se pueden encontrar ingredientes para imaginar todo tipo de situaciones.
EliminarUn abrazo
Magnífico relato Ángel!!! Triste la situación de todos y tan real dentro de la ficción. Enhorabuena una veza más.
ResponderEliminarHas empleado dos adjetivos que, efectivamente, pienso que podrían aplicarse a este relato. Por un lado es triste que la necesidad conduzca a algo así y, por otro, aunque quizá un tanto exagerado, puede ser perfectamente real y posible.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Carmen
En tiempo de crisis, interminable para muchas familias, la gente tiene que ingeniárselas como pueda para tirar hacia delante. No me extrañaría nada que se diera algún caso en la realidad parecido al que nos cuentas. Un micro muy imaginativo que provoca sentimientos encontrados. Aunque a mí reconozco que me ha hecho muchísima gracia. Genial, Ángel, como ya nos tienes acostumbrados. A ti también se te puede aplicar el eslogan publicitario de la cerveza San Miguel: "Allí donde va, triunfa". Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarPuede que el texto admita varias lecturas: la realidad actual, el homenaje a los abuelos, una visión un tanto macabra y, por último, la jocosidad. Me alegro de que te hayas quedado con este último punto, pues es donde más traté de hacer hincapié. Para mí resulta un triunfo leer comentarios como el tuyo acerca de algo que pueda haber escrito.
EliminarTe lo agradezco mucho, Juana, y te mando un abrazo fuerte
Angel, que te puedo decir que no te hayan dicho ya. Eso me pasa por no comentarte antes.
ResponderEliminarMe ha encantado con la naturalidad con la que nos cuentas un hecho nada cotidiano, al mismo tiempo, realizas un homenaje a los abuelos que gracias a su pensión puede comer sus hijos y nietos. Y además nos sorprendes con ese final que nos deja ver que el abuelo está disecado. Todo eso con un humor que desdramatiza la situación.
Enhorabuena has escrito un micro genial, una vez más.
Besos
Has desgranado muy bien los elementos principales que contiene este relato. En primer lugar, los abuelos son merecedores de monumentos y homenajes. Por otro lado, hay momentos para todo y no siempre nos podemos estar riendo, pero el humor hace que las cosas sean más llevaderas, por eso es algo que debería predominar en nuestras vidas.
EliminarAgradezco mucho tu visita y aprecio tu comentario, Pilar.
Un abrazo grande
Los comentarios anteriores ya te han dicho, ya solo me queda decir "Un abuelo para el arte". Un beso.
ResponderEliminarBueno, me ha sorprendido, por imaginativo y el toque de humor. Me ha parecido muy bueno.
ResponderEliminarEl abuelo sigue ayudando a la familia, con el añadido de que ahora es también u na pieza artística. "Un abuelo para el arte" hubiera sido un título excelente. Me alegro de que te haya gustado y gracias por comentar.
EliminarUn abrazo, Maite
Es uno de los relatos que digo "¿Por qué c... no se me habrá ocurrido a mí?
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Luego me dices a mí que si me gusta el humor en los micros, pero tú te pones y... ¡Eres la leche!
Dos abrazacos, amigo Angel.
Buen humor, socarronería fina y ocurrencias festivas constantes forman parte de tu ADN, frente a eso, los demás, comenzando por mí, sólo podemos ser simples aficionados.
EliminarMuchas gracias, amigo Isidro. Recibo tus abrazacos y te envío dos míos.
Como te dije el día de tu cumpleaños, es una suerte el conocerte y leerte, maestro; aunque no reconozco mucho este tono en tus letras. Genial, Ángel.
ResponderEliminarLa suerte es mía por conocerte a ti. Precisamente por ello sé todas las cosas que haces y el poco tiempo del que dispones, por lo que valoro mucho que te hayas pasado por aquí a comentar. En literatura, como en casi todo, nunca está de más experimentar nuevos tonos, en un aprendizaje constante.
EliminarMuchas gracias, Luis. Un abrazo fuerte
Lo estaba viendo venir y, aún así, con lo bien contado que está, me ha encantado. jajaja
ResponderEliminarNo sabes cuánto me alegra, Luisa, que te haya gustado, porque sé que eres muy sincera y que tú, de escribir, puedes darnos lecciones a muchos.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Muy bueno el giro final, y el cuento entero.
ResponderEliminarTe felicito, Ángel
Muchas gracias, María Jesús. A mí me gusta ese autorretrato tuyo, tan objetivo.
EliminarUn abrazo
La picaresca española en tu magnifico 50.
ResponderEliminarHumor negro del bueno. Siempre consigues sorprender con esa imaginación tan estupenda que tienes.
Una gozada leerte siempre.
Un beso de los grandes Ángel.
La verdad es que, de haber sucedido en la realidad, es fácil que se le hubiese ocurrido a un español, picaros históricamente para lo bueno y para lo malo. Tú eres quien sorprende con tus letras, que a mí me parecen cercanas a la perfección.
EliminarOtro beso grande para ti. Belén. Muchas gracias
Otra vez los abuelos salvando "el culo" a los nietos y demás descendientes. Ya teníamos muy oído lo de que los abuelos están sacando adelante con sus pensiones algunas economías familiares, pero esta forma de hacerlo sólo se te podía ocurrir a ti. Muy bueno tu relato. Besos.
ResponderEliminarEsos abuelos heroicos, explotados hasta el máximo de sus posibilidades, y más allá de ellas, aunque sea por una buena causa. Me alegro mucho de que te haya gustado, Olga.
EliminarBesos
¡Ay, los abuelos! Sacando de apuros a las familias hasta después de muertos...
ResponderEliminarEs genial la propuesta, retratando la picaresca española y la situación actual de crisis que estamos viviendo. Deben ser incontables las familias que viven gracias a los abuelos.
Mi enhorabuena, querido Ángel, un placer leerte por donde quiera que vayas dejando tus apreciadas y valiosas letras.
Un beso grande.
Malu.
Una economía familiar que apunta a lo precario, un abuelo entregado y servicial más allá de todo límite, y un español que se busca las habichuelas de una forma poco ortodoxa: Tres ingredientes bastante habituales que, sumados, podrían configurar una situación como ésta.
EliminarMuchas gracias, Malu, siempre tan amable. Ya sabes que soy fan de tus letras.
Otro beso grande para ti
Definitivamente tienes tanto mérito rellenando folios en blanco como tu protagonista los cadáveres. Da igual el tema que toques (comedia negra podríamos decir en este caso), que lo bordas. Y si a eso añadimos lo prolífico que eres y lo variado de tus argumentos, pues eso, lo que estamos viendo prácticamente a diario, que no paras de recoger reconocimientos. Enhorabuena por todo ello, y cómo no, por este magnífico relato que, como dice Isidro, da rabia que no se le haya ocurrido a uno.
ResponderEliminarUn abrazo, Ángel.
Unas veces se tiene algo más de acierto y otras menos, en todo caso y como he dicho otras veces, lo importante es enredar y dar salida a la inquietud, algo que tu haces de forma magistral.
EliminarMuchas gracias y un abrazo fuerte, Enrique
Hola Ángel, tu relato rebosa una amarga ironía que hace evidente que ante la urgencia de la necesidad cualquier recurso humano es válido, sobre todo si se trata del apoyo de un familiar. Me recuerda las grandes películas de nuestro mejor Berlanga. Una historia tan bien contada, como original. Felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminarYa dicen que el hambre agudiza el ingenio. No eres el único que ha hecho referencia a Berlanga en su comentario; ni que decir tiene que es algo que me queda muy lejos, aunque también he de admitir que me llena de orgullo.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Manuel. Un abrazo
Se me había escapado en su día. Ahora que leo los seleccionados descubro esta joya. Redondísimo.
ResponderEliminarSuerte, ángel.
Que un orfebre de las buenas historias como tú califique de joya redonda este medio centenar de palabras es para mí un galardón, aunque no sea de los que se lucen en una estantería.
EliminarGracias y un abrazo fuerte, Rafa
(Se me pasó comentarlo en su día...)
ResponderEliminarVaya con el abuelo! Bueno, mejor dicho, con el nieto!
Y es que la vida está muy "achuchá"
Derroche de imaginación para esta historia, que vemos en nuestra cabeza como un cortometraje.
Un beso, amigo.
Si esta historia urbana ha dado para cincuenta palabras, quizá, como apuntas, podría condensarse también en un cortometraje, una síntesis de la necesidad y quizá un ejemplo de la falta de escrúpulos a la hora de sobrevivir.
EliminarGracias por comentar y un beso, M. Carme
Ja ja me causa cierta risa con sarcasmo por el tema, pero admiración no tanto por el abuelo sino por la imaginación del autor, pues siempre dije que habia maestros, aunque en algunos ese mérito se ve de lejos y se oye a voces.
ResponderEliminarUn abrzo de los dos.
Muchas gracias, José María, aunque de verdad que no soy maestro de nada, si acaso alguien que trata de aprender algo de esa señora que tú has nombrado: la imaginación, ya sabes, una loca que vive en todas las casas, y que algunas veces tiene a bien sugerirnos historias como la de este abuelo que parece rozar lo inmortal, más o menos.
EliminarUn abrazo para los dos, grande como vosotros
Enhorabuena, Angel. Ese abuelo tiene el cielo ganado, en todos los sentidos. Y el nieto no lo puede tener más presente. Me ha encantado, por lo original, por la denuncia social y el toque de humor negro.
ResponderEliminarUn beso.
El abuelo, en el cielo de forma merecida, mientras su cuerpo sigue ayudando a los suyos, que todavía tienen que comer. Y ese nieto encantado de acogerle.
EliminarMe alegro mucho de que te guste, Asun.
Mil gracias y otro beso para ti.
¡Olé, olé, relato! Está claro que los abuelos nos "prestamos" a lo que sea por los nietos, jeje...
ResponderEliminarÁngel, enhorabuena y un fuerte abrazo.
Ahora que lo dices, recuerdo que la última vez que coincidimos comentaste que habías pasado a formar parte de la noble condición de abuelo. Suerte tienen esos nietos.
EliminarMuchas gracias y un abrazo fuerte, Rafael