Objetividad
Tras elegir al modelo se entretuvo en cada facción analizando sus rasgos. Delineó el rictus de la boca, insinuó las incipientes ojeras y extrajo esa chispa que emergía desde el fondo de sus pupilas. Lo perfiló y retocó hasta que se le hizo familiar de tanto observarlo. Lo bautizó "Autorretrato".
Tal vez no le hubiera hecho falta ningún modelo, con mirarse a si mismo en un espejo hubiese sido suficiente. Ocurre que en ocasiones necesitamos vernos reflejados en otros para reconocernos a nosotros mismos.
ResponderEliminarBuen relato MJesús.
Besos.
Si se ha retratado a sí mismo como realmente es, no de forma idealizada, sin tuneados tipo photoshop en versión pincel, u otro tipo de complacencias, entonces sí se trata de un autorretrato. Todo apunta a que ha sido así, desde el título a las descripciones, por tanto, relato conseguido.
ResponderEliminarUn abrazo, María Jesús
M. Jesús, me parece que tu protagonista de tanto observarse al final ha conseguido conocerse a si mismo de forma objetiva.
ResponderEliminarA veces nuestra mirada nos devuelve una imagen equivocada.
Bien contado.
Besos
El protagonista ha conseguido conocerse, tras un arduo trabajo de perfección, y ha logrado lo mejor de si mismo.Yo eso quiero creer. Un beso.
ResponderEliminar¿Sólo me gustaría saber si el modelo original era el propio autor o fue tras una catarsis que el autor se vio reflejado en su obra? (¡qué fatiga sin comas!)
ResponderEliminarMuy bueno el relato aún quedando con duda.
Un beso, M. Jesús.
Gran relato, Mª Jesús.
ResponderEliminarMe queda la misma duda que a Isidro. ¿Quién era el modelo? ¿Lo escogió porque se vio reflejado en él desde el principio? Lo que está claro es que se conocía al dedillo a si mismo, y en lugar de reproducir al modelo hizo del modelo su autorretrato. Muy interesante, Mª Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarYo he creído, todo el tiempo, que simplemente eligió que le gustaba, que le gustaba más de lo que él se gustaba, a cuya imagen va a coser su nombre para los restos.
ResponderEliminarCuántos pintores habrán hecho esto, o lo han hecho? Esta es la pregunta que me corroe ahora.
Él era su modelo, su inspiración, su musa. Se escogió a sí mismo, como objeto de aquel retrato. En un nuevo esfuerzo de fidelidad y sinceridad pictórica se retrató sin traicionar el más mínimo detalle, igual que siempre lo hizo con cualquier otro elegido. Pero, en este caso, era él mismo el retratado. No tiene más vuelta el micro, sencillamente era eso.
ResponderEliminarGracias a todos: Javier, Ángel, Pilar, Maite, Isidro, Luis, Juana y Luisa, por haberme comentado. Un abrazo.
Ardua tarea lograr ser objetivo con uno mismo. Felicito a tu protagonista por ello y a ti por esta nueva historia.
ResponderEliminarUn abrazo, Mª Jesús.
Sin duda que es mucho más arriesgado retratarse uno mismo que retratar a los demás, quizás por aquello de la paja en el ojo ajeno…(¿)
EliminarGracias, Fina, por tu comentario.
Un abrazo.
¡Qué difícil es ser objetivo, sobre todo con uno mismo!
ResponderEliminarUn beso grande Mª Jesús, sabes que me gusta leerte, no tardes en volver.
Malu.
Qué difícil es hacer un buen autorretrato, sin faltar a la verdad, claro está. Siempre tendemos a ocultar nuestras arrugas y defectillos. Pero el buen pintor es como un fotógrafo: de alguna manera lo cuenta todo.
EliminarYo también te leo impaciente cada mes, sin faltar uno, y nunca defraudas.
Un beso también para ti, Malu.
Complicado eso de retratarse uno mismo y ser completamente sincero. Siempre nos quitamos arruguitas y fallos, esperando que los demás no se den cuenta.
ResponderEliminarMuy buen relato María Jesús, me ha gustado mucho.
Nuestro protagonista lo hizo a conciencia y fue sincero consigo mismo.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Sierra, por tu comentario.
Un abrazo.
Muy buen relato, Mª Jesús, no siempre nos vemos como somos sino como nos gustaría vernos. Tu protagonista para poder hacer un gran autorretrato ha tenido que ceñirse a lo que sus ojos le mostraban. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Matrioska por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho, Mª Jesús, empezando por el título. Sin duda, esto de autorretratarse con completa objetividad (algo muy difícil, como apuntan otr@s compañer@s) es uno de los mejores modos de conocerse. Un relato más profundo de lo que en principio parece.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Tú siempre profundizando... y acertando. Muchas gracias, Enrique, por tus palabras.
EliminarUn abrazo.