Caso perdido (Relato beodo #4)
—Ser beodo no es un crimen —dijo el acusado, intentando enfocar la vista. Su voz era un puré maloliente.
El juez anotó la palabra "patético" en el sumario. Ya tenía claro cuál sería el veredicto, pero, con todo, llamó al primer testigo de la defensa.
—Que pase el elefante rosa.
El juez anotó la palabra "patético" en el sumario. Ya tenía claro cuál sería el veredicto, pero, con todo, llamó al primer testigo de la defensa.
—Que pase el elefante rosa.
El acusado podrá estar beodo, tener una voz apestosa, pero creo que el juez, por muy claro que tenga el veredicto, no le va a la zaga al admitir tan peculiar testigo.
ResponderEliminarBuen relato Carles.
Aprovecho la ocasión para felicitarte por tu relato ganador trimestral en el programa de RNE4 Wonderland, te escuché y te oí hacer referencia a 50palabras, felicidades.
Un abrazo.
Yo creo que Su Señoría admite el testigo para no vulnerar el derecho a la defensa del acusado, no sea que luego le insten una nulidad de actuaciones (pero que estoy diciendo, ya desvarío...).
EliminarSobre el Wonderland de RNE4 (un concurso de relatos de cien palabra) me hicieron una entrevista y me preguntaron si me resultaba muy difícil hacer relatos de cien palabras, y yo les respondí que en absoluto, pues participaba asiduamente en cincuentapalabras, que todavía es más difícil.
Gracias por comentar, Javier. Abrazo.
Grande, Carles. Creo que tu protagonista está más que beodo y ha llegado a esa fase llamada delrium tremens en la que ve elefantes rosas y, probablemente, después entrarán los ratones azules.
ResponderEliminarMe uno a la enhorabuena por ese hombre cangrejo Wonderland.
Ingenioso y perfectamente construido tu beodo.
Me encantó.
Un abrazo.
Pablo.
Gracias, amigo Pablo.
EliminarLa experiencia beoda ha resultado ser super interesante.
En ascuas estoy esperando leer tu propuesta.
Abrazo.
Si ser beodo es un crimen y el encausado puede ser culpado por ello, habría que juzgar al juez por tener sus mismas visiones; sin duda, la prueba de alcoholemia confirmaría algunas evidencias. El elefante rosa me ha recordado a Dumbo cuando se entrompa (nunca mejor dicho). Efectivamente, el caso está perdido, como bien reza el título, pero para todos, pues se trata de personajes echados a perder, aunque entrañables.
ResponderEliminarEnhorabuena por este eslabón en esta selecta cadena beoda que se va conformando.
Un abrazo, Carles
Muchas gracias, Ángel, y enhorabuenísima por tu victoria del mes de junio. Llevas un 2016 para enmarcar, especialmente este último trimestre.
EliminarJa, ja, ja... Lo mejor, el título.
ResponderEliminarUn saludo con tricornio de guardia civil.
Uops, a ver si me van a quitar los puntos. ;)
EliminarBeso, Patricia.
¡Ay, Carles, que a tu juez también va a haber que hacerle la prueba de la alcoholemia!Genial el relato, enhorabuena y gracias por compartirlo.
ResponderEliminarChin, chin, Belén. Brindo por ti.
EliminarCarles, en este relato beodo nos traes un Caso perdido donde todo es delirante, hasta el juez, aceptando semejante testigo para la defensa.
ResponderEliminarAprovecho para felicitarte por ese premio trimestral Wonderland.
Enhorabuena!
Besos
Muchísimas gracias, Pilar.
EliminarBesos de vuelta.
Yo me sumo a la felicitación por tu meritorio premio Wonderland, Carles. Y respecto al micro, me ha parecido un disparate muy bien encuadrado en una situación real. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Es lo que tiene ser un beodo, que no deja uno de decir disparates. ;)
EliminarMuchas gracias, María José.
Magnífico. Me ha encantado Carles.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Raquel Tevas, la mejor guionista de cincuenta palabras.
EliminarPues a mi me parece un buen testigo, siempre me ha ido bien con él.
ResponderEliminarAbrazotes
Di que sí, Javier. Lo mejor es cuando canta aquello de "un elefante se balanceaba..."
EliminarAbrazos.
Sí, como parece cerciorar el juez, es evidente que el acusado está como una cuba. Lo que no me cuadra en todo esto es que, con todos los que hay, diesen con su elefante rosa y lo llevasen a testificar. Gran relato beodo, Carles, felicidades. Ya solo nos queda el de mi primo, una pena que esto no siga. :( Un besazo.
ResponderEliminarLo cierto es que al protagonista le caerá una agravante por reincidinte.
EliminarGracias, Matri. Un beso.
¡Protesto, señoría! Mi cliente, el beodo, solicita un receso para ir un momento a la taberna. Se le ha secado un poco la garganta.
ResponderEliminarJa, ja, ja. Comienzo a creer que el verdadero crimen es no formar parte de esta quinteta de ases de la pluma.
Un abrazo, Carles.
Gracias, Vicente. Te contaré un secreto, Álex ha sido cooperador necesario de este acto criminal que hemos perpetrado.
EliminarAbrazos.
Gran relato Carles. Los dos primeros párrafos son de impecable factura, pero con la frase final el micro se transforma, se libera de la realidad; con él nos sorprendes, introduces la magia y nos dejas con una sonrisa.
ResponderEliminar¡Notable!
Un abrazo
Felicísimo con tu comentario, Georges.
EliminarAbrazo de vuelta.
Felicidades, Carles. Original y disparatado. Yo también quiero que entre el elefante rosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ja, ja. Lo que no sé es si también necesitarán un traductor.
EliminarAbrazo, Carmen.
Este juez es un cachondo, o un beodo más, nunca se sabe, tiene guasa que haga comparecer al elefante rosa; a saber, el colega de farra con un tutú y una enorme "trompa" probablemente...sea lo que sea el relato te ha quedado del 10, incongruentemente divertido. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Manuel. Lo del elefante rosa estaba en mi subconsciente y diría que es fruto de mis lecturas infantiles de Mortadelo y Filemón.
EliminarAbrazo.
Estoy deseando que entre el elefante rosa a la sala. De hoy no pasa que me devuelva la invitación del otro día, cuando nos fuimos juntos de copas con el acusado y el juez. ¿Alguien se apunta?
ResponderEliminarUn beso, Carles, me ha encantado tu propuesta.
Ojito con el elefante, que dicen que luego se le olvida de pagar las copas y te quedas tú con la trompa y con la cuenta.
EliminarBeso, Asun. Gracias por hacerme de anfitriona en Sevilla.
Has pintado una escena hilarante, Carles. Tan divertida que no desentonaría en una película de los Marx. No sólo la historia es buena, también el tempo narrativo, que transcurre perfectamente medido para deslumbrar desde el título a la última frase.
ResponderEliminarNada fácil conseguir hacer un buen relato de humor. Enhorabuena.
Un abrazo.
Saludos, Antonio y disculpa la demora en contestar, pero llevo una temporada de locos.
EliminarY respecto al contenido de tu comentario, pues no puedo más que darte las gracias por tus palabras, siempre tan animosas.
Lo dicho, saludos y un abrazo.
Pensaba yo que la cosa iba a ser más seria al tratarse de una conversación entre acusado y juez... ja, ja, ja...
ResponderEliminarYa me gustaría estar presente en ese juicio, sería interesante saber lo que dice el elefante rosa.
Muy buena esa crítica, el título ya lo dice todo, cuántas veces emitimos juicios a primera vista y cuántas veces equivocado.
Un beso Carles.
Malu.
Mi querida, Malu. No sabes cómo valoro tu aproximación tan humana y sensible al tema central del relato: los prejuicios.
EliminarY discupa, por favor, la tardanza de mi respuesta.
Besos.
A mí ya me sonaba eso de "patético" muy poco apropiado para el ámbito legal. Muy divertido, Carles, con una creación de personajes estupenda. Admiro tu capacidad de síntesis tanto para comentar como para contar. Ese intento (inútil, supongo) del acusado por enfocar me parece genial.
ResponderEliminarEnhorabuena y gracias por a ti también por la invitación. Nunca creí que ser beodo me iba a hacer tan feliz.
Un abrazo.
Hola, Enrique. La admiración y la felicidad es mútua. La verdad es que la experiencia beoda ha sido muy buena. Y añadiré que siempre me sorprende la capacidad que tenemos entre todos de crear relatos tan variados y tan distintos con las cincuenta palabras, pero vista la manera en que cada uno de nosotros ha resuelto su reto beodo la sorpresa es mayor si cabe.
EliminarDicho esto, discúlpame tú también, por favor, por la demora en responder.
Abrazo, amigo.
Carles, ¿No te habrás inspirado en la realidad?. Miedito, mucho miedito me da tu cuentito beodito.
ResponderEliminarSaludos cordiales
¿Qué insinua, Srta. Briones? No pienso decir nada más si no es en presencia de mi abogado. ¡Hips!
EliminarUn beso, María Jesús.
Y discúlpame también por la demora en responder.
EliminarMeter un elefante rosa en un juzgado solo podéis hacerlo cuatro como tú. Porque si hubiera sido azul, o gris, pues otro gallo nos cantaría, pero ¿rosa, Carles? Y lo mejor es que, además, parece que lo estuviese viendo caminar sobre la tarima de madera y sentarse en el estrado, y el efecto es de todo menos patético.
ResponderEliminarEres genial, Carles.
Un beso
P.D. Me uno a la felicitación por el éxito de tu hombre cangrejo, me ha encantado. Y no sé dónde esconderme, en breve entenderás por qué.
Vaya, Margarita. El elefante era rosa, sí, pero yo me he puesto rojo con tus amables palabras.
EliminarMuchas gracias, también por tu felicitación y en cuanto a tu última referencia, si hablas de algún relato tuyo, estoy convencido de que no sólo no tendrás que esconderte, sino que podrás mostrarlo con orgullo.
Beso, Margarita y también a ti, disculpa por la demora en responder.
¿Pero quién es el beodo, el acusado o el juez? Muy divertido e imaginativo, Carles. Felicidades y abrazo.
ResponderEliminarAh, eso lo dejo a la libre interpretación del lector.
EliminarGracias, Juana, y un abrazo de vuelta.