Corte de mangas
Corría ante las fauces del bulldog percibiendo sus babas con cada ladrido.
Acorralado, optó por saltar al vacío desde la azotea.
Antes de saltar se giró y, con gesto chulesco, se mofó del can.
Era su séptima vida. Como buen gato, sabía que disponía de siete. Pero no supo contar.
Era su séptima vida. Como buen gato, sabía que disponía de siete. Pero no supo contar.
Pobre gato, le hubiera valido la pena saber contar, pero bueno por lo menos se murió a gusto burlándose del perro.
ResponderEliminarBuen relato Isidro.
Un abrazo.
Este relato más lo pensé como fábula, pero aquí, por espacio y para deducción, he omitido la moraleja:
Eliminar"No te mofes del perdedor de una batalla, pues la guerra la gana quien más victorias obtiene".
Muchas gracias Javier por tu puntual comentario.
Un abrazo.
Ojalá y la hstoria ocurra en un país anglosajón, en ellos la tradición dicta que son nueve y no siete las vidas con que cuentan los mininos.
ResponderEliminarSaludos, Isidro.
Este gato no sabía idiomas y desconocía la filosofía de países con Brexit.
EliminarMuchas gracias por comentar, Vicente.
Un abrazo
Es una pena que el minino termine así, primero por cachondo, después por temerario, y para rematar por ser de letras, si es que me tenía que caer bien. Todo un personaje, sí señor. Un relato muy estival y simpático. No es que en verano no estemos para trascendencias, que para todo hay hueco, pero parece que apetece más el buen humor.
ResponderEliminarUn abrazo grande, amigo Isidro
Para los gatos, esa forma de morir debe ser "ley de vida", llevan en los genes el ser un poco fanfarrones y descarados.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario, amigo Angel
Dos abrazacos. (Ya sabes, por si se pierde uno)
Jajaja, el gatito es tan poco amante de las matemáticas como yo. Apuesto a que, si me viese en esa tesitura, yo también habría perdido la cuenta de cuántas vidas me quedaban..
ResponderEliminarEnhorabuena y un fuerte abrazo, Isidro.
María José
Pues aunque tarde, yo descubrí que las matemáticas tienen su encanto y su puntito. Además, no te fallan (Eso dicen).
ResponderEliminarMuchas gracias Mª José. Un beso.
Lo importante que es saber contar, Isidro. Ese gato debe ser del último plan de educación y, claro, sin calculadora no supo hacer las cuentas. Lo pagó caro. Eso sí, era más chulo que un ocho.
ResponderEliminarInteligente e ingenioso, como siempre, mi querido Isidro.
Un abrazo.
Jajaja. Seguro que era del último plan de educación. Par qué va a aprender a sumar, si maneja la calculadora de p.m.! y si hablamos de raíces cuadradas... ni te cuento! What's that?
ResponderEliminarMuchas gracias querido amigo.
Un abrazo.
Tu gato seguramente se confió; quizá pensó: "¡Digo, siete vidas! No me las acabo ni queriendo". Pero mira. Como dice Ángel, el personaje cae bien, ;).
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo Isidro, por esta sonrisa que nos sacas.
Un abrazo.
Sigo pensando que el gato era un fanfarrón que no sabía que ganar una batalla no es ganar la guerra, de hecho essta ni la ganó. Vendió la piel del oso.
EliminarMucha gracias por comentar.
Un fuerte abrazo, amigo Quique.
¡Menudo corte! En esta vida hay que aprender a contar hasta cuentos. Incluso algunos recomiendan contar hasta diez antes de tomar decisiones. En fin, que lo has contado de maravilla, Isidro.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Margarita por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Más fácil es reír y luego pensar, que primero pensar y luego reír. Me temo que tu gato es de los segundos. Eso sí, el que se va a reír sin pensárselo dos veces es el bulldog.
ResponderEliminarDivertido relato, Isidro.
Un abrazo.
Evidentemente, el gato NO es de los segundos.
EliminarEl bulldog todavía se está riendo, pero no ha visto al niño que con las llaves de la azotea en las manos y una risa mefistofélica, lo ha dejado allí arriba encerrado. 42º al sol!.
EliminarPues tu protagonista se queda sin aprender la lección. Habrá que enseñar mates básicas a la fauna gatuna porque la socarronería, al venirles de fábrica, no la pueden evitar. Muy simpático el micro, Isidro. Un beso.
ResponderEliminarEso digo yo! Pero ahí los tienes, a pesar de todo, nos vienen acompañando como mascotas, desde hace más de siete mil años -que yo sepa y según los egipcios- No les debe ir muy mal cuando no quieren cambiar su tendencia.
EliminarGracias Matrioska. un placer que te pases por aquí.
Abrazo fuerte.
Este felino desmemoriado debía ser el mismo de los tres pies que tanto empeño ponen en encontrar los quisquillosos.
ResponderEliminarAbrazo, Isidro.
Era el mismo, sólo que el alzheimer no perdona tampoco a los felinos.
EliminarMuchas gracias Carles.
Un fuerte abrazo.
Encima de despistado, chulo. Le va a salir cara la broma al pobre gatito. Igual, antes de que llegue al suelo, pasa una de esas brujas con escoba a las que tanto gustan los gatos y lo salva. Lo siento, Isidro, pero me da pena el misino. Un abrazo.
ResponderEliminarNo te dé pena, a fin de cuentas ha tenido seis vidas más que nosotros. Tampoco podría esperar la aburrida inmortalidad.
EliminarMuchas gracias Juana.
Un beso.
Me encantan el gato y su gesto insolente. Si le tocaba morir, mejor así que entre los dientes del bulldog. Un final a lo Thelma y Louise.
ResponderEliminarUn abrazo, Ididro.
Quizás al gato le llame Louis o Telmo para la próxima aventura. Aunque tendré que poner a "cero" el marcador de vidas.
EliminarMuchas gracias por comentar Asun.
Un abrazo.
Gato chulo hasta el final. Lástima que le fallaran las cuentas, podría haber sido un buen superviviente, pero el destino es el destino.
ResponderEliminarSuerte, Isidro, y buen verano.
No te preocupes por las cuentas del gato. pronto saldrán las nuevas aventuras y quiza haya aprendido a sumar.
EliminarMuchas gracias por comentar, María Jesús.
Un beso.
Genial historia Isidoro, me ha encantado. Felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias Jean.
EliminarUn abrazo
Miau...
ResponderEliminarEste gato es mucho gato.
Un beso Isidro.
Malu.