Destino
He bajado del coche sin ni siquiera apagar el motor; después, he mirado inquieto el porvenir. Anteriormente había tomado ese desvío necesario para abandonar la soporífera autopista. Pero ahora no sé adónde dirigirme y, lo que es peor, la vía se ha estrechado tanto que no puedo dar la vuelta.
Su vida soporífera se ha atascado, su destino parece ya predeterminado, tal vez no tenía que haber vuelto por el mismo camino, en la vida hay ocasiones que no vale la pena repetir.
ResponderEliminarBuen relato Mozasmo, muy reflexivo.
Un abrazo.
Como dice Javier REFLEXIVO. ¿Existe o no el destino? Quizás el camino fuera otro, quizás si apagara el motor... ¿quién sabe? Saludos Mozasmo.
ResponderEliminar¿Existe un camino marcado o lo trazamos nosotros sin darnos cuenta? ¿dependemos del azar caprichoso? Si supiéramos responder seríamos realmente sabios, pero ólo podemos especular, aunque tu protagonista parece que lo va a tener más fácil, si el sendero se estrecha y sólo le queda avanzar no tendrá tantos dilemas.
ResponderEliminarUn saludo
A veces, el peso de la rutina puede hacer de nuestra vida una "soporífera autopista", pero antes de abandonarla debemos tener claro hacia dónde queremos dirigirnos. No vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. Está claro que con nuestros actos condicionamos en gran manera nuestro destino. Como han comentado otros compañeros, un buen micro para la reflexión, Mozasmo. Saludos.
ResponderEliminarHola, Mozasmo, es más que probable que tu GPS le haya hecho la jugarreta inoportuna a tu protagonista, pero este territorio de nadie en que se encuentra, es precisamente, según pienso, el lugar de donde parten todas las direcciones, pues es el momento en que las decisiones corresponden a uno y no se pueden dejar al albur de la oferta de las carreteras secundarias.
ResponderEliminarMe gusta mucho esa imagen final que nos deja el relato, la propuesta de un final abierto que se me antoja muy cinematográfico. Enhorabuena. Saludos.
El protagonista ha abandonado su vida soporífera, pero ahora está atascado en tierra de nadie. Tendrá que forjarse su propio destino. Dejémosle reflexionar.
ResponderEliminarBuen micro, Mozasmo. Un abrazo.
Mozasmo, me parece que al protagonista el destino se lo ha puesto difícil y le deja poco espacio de maniobra. No pinta muy bien.
ResponderEliminarBien contado
Besos
Si ese punto de inflexión, de no retorno. Quizá la autopista sea rutinaria, segura y reconfortante pero, el que intenté hacer algo más con su vida, tiene todos mis respetos. La vida es para vivirla, no para sobrevivirla.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato, que nos invita a la reflexión.
Un saludo
Son nuestras propias decisiones las que van marcando el camino y destino, supongo que de lo acertadas que estas sean, ese paso será más o menos cómodo de transitar. Buen micro, Mozasmo. Un saludo.
ResponderEliminarTomar una desviación de la ruta marcada suele acarrear costes. Seguir el camino puede ser tedioso y contrario a lo que pretendemos hacer con nuestra vida y nuestro tiempo. El final casi nunca es la meta - aunque estemos enseñados a finalizar - y el regreso al punto de partida, muchas veces un imposible.
ResponderEliminarDice Bertolt Brecht, a propósito de nuestro camino (no es literal): El conductor cambia la rueda. No me gusta el lugar de donde vengo, tampoco me gusta el lugar adonde voy. ¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?
Aunque, bien pensado, me quedo con las palabras de J. M. Coetzee:
“La vida es teatro: todos tenemos frases que decir y un papel que representar...fuera del teatro no hay nada. Lo único que uno puede hacer es seguir representando su papel, aunque tal vez con una conciencia cómica”
Gracias por vuestros comentarios. No me resulta fácil narrar una historia en tan pocas palabras.
Un afectuoso saludo
Algunos dicen que nuestro destino está marcado, desde que nacemos. Yo opino que no, nos lo construimos, cada uno de nosotros, con nuestras caídas y nuestro resurgir de las cenizas. Claro está, con apoyo de los que nos rodean, que son siempre necesarios. Te felicito por el micro, Mozasmo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José