El blues de la tierra de la libertad (Relato beodo #5)
Ser beodo no es un crimen en estas tierras sureñas en las que encapuchados blancos, con sus entrañas embadurnadas de bourbon, imparten justicia. Mientras mi familia baja al abuelo del árbol en el que fue condenado a muerte, froto mi piel con fuerza para blanquearla; para no ser un criminal.
En esas tierras del sur no todo es consecuencia del alcohol, es más cuestión de mentalidades, y el ser beodo es solo un justificante, ya que los blancos que imparten justicia son los verdaderos criminales. Y el negro, simplemente por su color de piel ya se ve un criminal.
ResponderEliminarPablo cuentas una historia que parece del pasado, pero por desgracia y por lo que en ocasiones vemos en las noticias el color de la piel hoy en día aún influye.
Buen relato Pablo, me ha gustado por esas contradicciones entre blanco/negro justicia/criminal.
Un abrazo.
Hola, Javier. Me alegra mucho que te haya gustado este relato beodo. Como bien dices, aunque el relato está situado en un pasado no demasiado lejano, se podía extrapolar a nuestros días. y no solo a esas tierras sureñas, sino a otros países en los que la barbarie del complejo de superioridad realiza crímenes inhumanos. Ahí está la matanza de judíos en tantas épocas. Sudáfrica... Si pasamos a los homosexuales, siguen sufriendo asesinatos impunes en otros lugares del planeta y, sin ir más lejos, aunque no sea tan grave, aquí en mi ciudad han puesto en una importante avenida una exposición de magníficas fotos de diferentes cabalgatas del orgullo gay para celebrar su semana y, que parte de esa retrógrada sociedad autoproclamada puritana ha intentado que el Ayuntamiento la quite. En todos sitios cuecen habas podridas.
EliminarUn abrazo.
Pablo.
Cuando el crimen es la piel, la injusticia pasea ostentosa por el rostro del mundo. Has conseguido reflejar maravillosamente la arbitraria concepción de justicia que manejan los que la imparten adoptando sus más bajos prejuicios raciales. La perspectiva que nos ofrece el niño añade un aspecto nada trivial, el carácter inveterado de estos atropellos que calan en lo más profundo de quienes lo viven hasta el punto de sentirse criminales por ser, sencillamente, lo que son: seres humanos. Tan conmovedor como bien narrado. Un abrazo, Pablo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Manuel.
EliminarMe alegra que hayas captado tan bien la imagen de la mirada inocente de ese niño que, al no saber el porqué la sociedad es tan miserable, se cree culpable por su color de piel. Hasta ahí llega la manipulación de los poderosos e incultos: consiguen hacer creer al pueblo que los culpables de todo son ellos. Como puedes imaginar esto se extrapola a otros temas tan bien.
Un abrazo y gracias por pasarte por aquí. Lo que más me gusta de cincuenta es leer vuestros comentarios.
Un abrazo.
Pablo
Por ahí hay un tan bien que se me coló esta mañana. Quería decir también.
EliminarAbrazo.
Más que de bourbon, creo que los racistas parecen estar borrachos de soberbia. Descarnado relato sobre la desesperanza con ese final tan demoledor. A ti no sé con que tipo de sombrero hacerte la reverencia beoda. Creo que, mejor, te voy a mandar un abrazo. Sí, hace calor, pero te aguantas.
ResponderEliminarPatricia, ese abrazo es recibido con gran alegría, y con el aire acondicionado que en estas tierras sureñas no veas como aprieta el calor ;-)
EliminarCreo que es el relato más duro que he escrito, pero siempre me ha indignado lo que ha pasado en la autollamada tierra de las libertades no hace tanto tiempo. De hecho, sigue pasando. Recuerdo una canción de Bruce Springsteen llamada "American skin (41 shots)" en la que cuenta lo que le ocurrió a un joven negro cuando la policía le pidió la documentación. Al ir a sacarla del bolsillo, pensando que sacaría un revólver, los policías, blancos por supuesto, sin pensarlo lo acribillaron. 41 balazos recibió. En el bolsillo tan solo tenía una cartera con su documentación. Esto pasó hace pocos años.
Para rematar la injusticia en esa tierra de libertades, la primera vez que tenía la intención de cantarla Bruce en un concierto en Nueva York, la policía le advirtió que si lo hacía abandonarían el Madison Square Garden, dejando sin seguridad al público asistente.
Bruce la cantó, los policías abandonaron el recinto. Bruce, previendo lo que iba a pasar, había contratado a una agencia de seguridad un numeroso grupo de agentes que entraron en el Madison en ese momento y el concierto siguió su cauce con las medidas de seguridad intactas. Yo admiro a Bruce por sus canciones, pero también por actos como este.
Te envío otro abrazo y un fuerte beso, mi querida Patricia.
Pablo.
El estigma de nacer con un tono y no otro. Hombres intransigentes, que no deberían ser considerados como tales, beodos sí, pero mentales, que se arrogan el derecho a aplicar una justicia sumarísima que ellos mismos han inventado, sin otra ley ni criterio que su propio odio y cortas miras. Ser beodo no es un crimen, pero ellos son criminales, no ese muchacho que se frota la piel inútilmente con la esperanza vana de blanquearla. Algo se ha avanzado desde aquellos tiempos de apogeo del Ku Klux Klan, pero nunca lo suficiente.
ResponderEliminarBien traído y bien contado, Pablo
Un abrazo fuerte
Muchas gracias, mi querido Ángel.
EliminarAprovechando la frase inicial, he querido jugar con ella y dar la vuelta al sentido que se le da a la palabra criminal. En este caso, no son criminales los que asesinan impunemente a una persona que, además, antes ha sido esclavizada. Para los ojos de un niño, al ver esta barbarie y no entenderla, se siente un criminal por tener un color de piel diferente.
Un abrazo muy fuerte y aprovecho para darte miles de enhorabuenas por tus miles de logros literarios.
Pablo.
Exrtraordinario micro, con ese contraste brutal entre la perversidad de los encapuchados que se emborrachan en grupo para cometer asesinatos de inocentes, a los que el único "crimen" que les pueden imputar es haber nacido con la piel de color negro.
ResponderEliminarUn beso, Pablo. Creo que has concluido de forma magistral este pequeño experimento de beodos.
Muchas gracias, Asun. Creo que quien empezó bien este experimento del que tanto hemos disfrutado fuiste tú con tu magnífico relato introductorio.
EliminarHabrá que repetirlo en un futuro.
Un besote.
Pablo.
Ha valido la pena que el mes pasado nos dejaras sin tu contribución (por cuestiones de demanda en el sitio, supongo) para leer este gran cincuenta, Pablo. A veces pecamos de inocentes y creemos que la discriminación es cosa del pasado. Por el contario, en la actualidad hay síntomas que evidencian el crecimiento de este problema. Quizás hayas visto la reciente y estupenda cinta «Er ist wieder da», basada en el libro homónimo, que intenta reflejar de manera chusca esta realidad. Coincidirás conmigo en que la situación es preocupante.
ResponderEliminarEn fin, señor Núñez, un texto genial para reflexionar mucho.
Abrazos.
Hola, mi querido Vicente. He visto, tras leer tu comentario, el trailer de la película, pues no la conocía, y te aseguro que la voy a buscar para verla.
EliminarEn cuanto a que no se ha aprendido de las barbaries del pasado y la situación es preocupante llevas razón. Solo hay que mirar el auge de ciertos partidos de extrema derecha, xenófobos, y que en la tierra de las libertades haya llegado a ser candidato a la presidencia un tipejo racista con nombre de pato triunfador (Donald Trump).
Un fuerte abrazo. Ha sido un verdadero placer que te hayas parado a dejarme tu excelente comentario.
Pablo.
Un blues que, por increíble que parezca, algunos todavía quieren que se siga escuchando. La maldad y la vileza no hay manera de erradicarlas. Un duro y estupendo micro para cerrar una fantástica ocurrencia sureña. Un beso grande, Pablo.
ResponderEliminarHola, prima ;-)
EliminarMe alegra que te haya gustado el micro. Ya que nombras lo del blues lo quise poner en el título porque, además de ser un canto que nació en la sociedad afro-americana de Memphis, su significado es el de depresión y tristeza.
Los primeros blues, con frecuencia, tomaban la forma de una narración la cual solía transmitir mediante la voz del cantante sus penas personales en un mundo de cruda realidad: «un amor perdido, la crueldad de los agentes de policía, la opresión de los blancos y los tiempos difíciles».
Creí que le venía a la perfección al t´tulo dado el tema que iba a acometer y que lo contaba una víctima de la crueldad.
Un besote muy fuerte y gracias por pasearte por aquí.
Pablo.
Referencia a un pasado vergonzoso de la historia de Estados Unidos que da para pensar en otras reacciones violentas que siguen dándose, a día de hoy, lamentablemente. Muy bien traído el tema y muy bien escrito, amigo Pablo. Otro "beodo" magnífico, como los restantes que aquí escriben.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias, María José.
EliminarEfectivamente, aunque he tomado una secuencia de hace años para que fuese más impactante o visual el relato, la xenofobia siguer existiendo en pleno siglo XXI. De hecho, me llama la atención que exista una publicidad de la FIFA que sea "No al racismo". Si existe esta publicidad es porque el racismo no se acaba de erradicar. En este caso se pueden ver en los campos de fútbol lamentables cánticos hacia algunos jugadores. Pero lo peor es que estos aficionados tendrán en el interior ese sentimiento de racismo en su vida normal también. En resumidas cuentas, a veces pienso que el género humano no tiene solución.
Un beso muy fuerte y enhorabuena a ti también por tus éxitos literarios.
Pablo.
Extraordinario relato que me trajo a la memoria la impactante canción “Strange Fuit” con la que la genial Billie Holiday cerraba sus conciertos.
ResponderEliminarComo siempre, lo has hecho estupendo, Pablo.
Un abrazo.
Ahí me has dado, George. Soy un acérrimo fan de Lady Day. Y esa canción es brutal. Muy acorde el traerla aquí. La de vejaciones que sufrieron los músicos de Jazz en los tiempos en los que su música resurgía, mientras a ellos se los menospreciaba por su color.
EliminarSi te gusta Billy Holiday te recomiendo que leas sus memorias. Se llama "Lady sings the blues" de la editorial Tusquets. Te va a gustar seguro.
Un abrazo.
Pablo.
Genial relato de una época que parece no acabar nunca. La injusticia y los prejuicios raciales se extienden en la actualidad.
ResponderEliminarMuy bien contado, Pablo.
Un abrazo.
Gracias, Carmen.
EliminarMe alegra que hayáis extendido el relato a la época actual porque realmente, los prejuicios raciales, o sexuales, desgraciadamente aún están vigentes en la actualidad.
Un besazo.
Pablo.
Me encanta el blues, pero me entristece pensar que el sentimiento que conforma este género se nutra del sometimiento, de la injusticia y de la humillación.
ResponderEliminarSensacional manera de traer a los relatos beodos aquella tristeza que a veces embarga a quien empina demasiado el codo.
Abrazo, Pablo.
Querido Carles, a mí también me gusta el blues pero, como bien dices, es triste pensar que nació como canción protesta ante tanta injusticia.
EliminarTengo que agradecerte esa visita a Sevilla donde nació este proyecto común que tanto he disfrutado.
Me alegra que te haya gustado mi beodo.
Un fuerte abrazo, amigo.
Pablo.
Nos lanzas a bocajarro el enrojecimiento del brazo de ese muchacho por el terror infundido por la 'justicia' blanca, por esos tontos de capirote que se ven a sí mismos como la raza elegida, por esas bestias bípedas utilizando, una vez más, el nombre de Dios en contra de otros hombres.
ResponderEliminar"Entrañas embadurnadas de bourbon"; con el corazon borracho y el alma anestesiada no son más que alimañas.
Que pena comprobar que la historia del hombre es el producto de sus defectos.
Relato intenso, impactante y durísimo, que aún así es capaz de transmitir algo de ternura a través de la angustia del muchacho.
Chapó, querido Pablo. Enhorabuena.
Un abrazo
Como siempre, Antonio, me dejas un comentario para enmarcar.
EliminarQue gran pensamiento el que nos dejas: el hombre es producto de sus defectos. Y me atrevería añadir que , además, es experto en tropezar una y otra vez en los mismos.
Me alegra ver que has detectado esa pizca de ternura de la visión inocente del protagonista, que no entiende de sinrazones.
No sabes lo que agradezco que siempre te pares en mis textos para dejarme estos comentarios que me llenan tanto al ver el cariño que pones al leerlos y al escribirnos los sentimientos que te han aflorado tras su lectura.
Un fuerte abrazo, genio.
Pablo.
Quienes no nos hemos topado nunca con ningún tipo de odio racial y no hemos tenido problemas de este tipo, no podemos entenderlo en toda su amplitud. Pero debe doler muchísimo. Una impotencia terrible, y como no, el deseo creciente de querer ser como sus propios maltratadores, aunque se convierta en uno de ellos. Dado que no puede por mucho que se frote, opta por la bebida. Es un relato muy duro Pablo, pero me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarLlevas razón en lo de que si no te pones en la piel del atacado no puedes ver la magnitud del problema.
EliminarLo que dices me recuerda lo que siento al encontrarme continuas trampas y gente sin una pizca de sentido común ni respeto cuando paseo por las calles con mi hijo en silla de ruedas. En esos momentos en los que veo la incongruencia humana siempre pienso que el gran problema de nuestra especie es el no ponerse en el lugar del otro.
El relato es duro, pero duro es el tema que, a pesar de lo pasado, aún se sigue sufriendo y es que el racismo es una plaga que no acaba de mitigarse mientras haya estrechos de miras que piensan que son superiores a pesar de las pocas entendederas que utiliza su cerebro.
Me alegra mucho que te haya gustado.
Pablo.
Pregunta: ¿Porqué este mes hay varios autores, como tú, que utilizáis la frase "Ser beodo no es un crimen" en vuestros relatos? Supongo que será algo de lo que no me he enterado. Cuéntame, Pablo.
ResponderEliminarQuerida Olga, todo esto empezó en un encuentro de cincuenteros, los autores a los que haces mención, en Sevilla. Comimos en un bar que se llama "Ser beodo no es un crimen". La frase nos gustó y propusimos el escribir un cincuenta cada uno con el comienzo de esa frase. Una vez enviados los relatos, nos pusimos de acuerdo para hacerlo la misma fecha y a la misma hora, Álex los puso, un gran aciero, en días seguidos, del 1 al 5 de este mes, a las 13.00 horas. De ahí que veas tras el título, entre paréntesis, "Relato beodo" y un número detrás. Incluso abajo a la derecha puedes ver los cinco enlaces que te llevan a cada relato beodo. Esto lo explica muy bien mi querida Asun Paredes en el primero de estos relatos llamado "44 diferencias". Ha sido una experiencia muy divertida ver cómo con la misma frase cada uno hemos tirado por caminos bien distintos.
EliminarTengo que dar las gracias a Álex por la buena aceptación del proyecto y lo bien que ha publicado los cinco relatos en cinco días seguidos.
Un beso.
Pablo.
¡Digo!
EliminarPrecisamente hoy salían imágenes en televisión de un nuevo caso de un negro reducido y posteriormente matado a tiros por policías blancos. Aunque tu micro está ambientado en las bárbaras acciones del Ku Klux Klan, por desgracia las cosas no han cambiado para tanto. Un relato beodo muy gráfico e impactante, Pablo. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana. Como bien dices el mundo no ha cambiado, tan solo se he puesto algo de maquillaje, pero enseguida se borra en cuanto la lluvia del racismo cae sobre las inocentes víctimas que sufren la crueldad de la plaga de la sinrazón.
EliminarUn beso.
Pablo.
Pablo, he tenido que respirar profundo un par de veces para poder escribirte. El micro me parece extraordinario, una historia dura, real, que podría pertenecer solo al pasado, pero que desgraciadamente también pertenece al presente y además, contada por un niño, aunque algo me hace pensar que es un adolescente, no sé por qué.
ResponderEliminarTe doy mi enhorabuena, esto sí que es poner un broche de oro a estos relatos beodos.
Un beso grande, @beodo5.
Malu.
Muchas gracias, Malu. Tus palabras me han llegado mucho.
EliminarEn cuanto al micro, desgraciadamente no puede estar más de actualidad, primero con el asesinato de dos negros por policías blancos y después por los asesinatos de cinco policías en Dallas.
Parece que este mundo en vez de evolucionar va dando pasitos para atrás.
Un beso fuerte.
Pablo.
Pues ni la beodez ni el color de piel, ¿verdad? El verdadero crimen en este caso, según nos haces ver sin decirlo, está en la necedad humana, en esa estrechez mental que hace que los que la padecen respondan de manera similar sea cual sea la época que les toca en suerte. Y pobre del que sea diferente a ellos o se salga de los parámetros que a su parecer definen la "normálidad". Como ya te han dicho otros compañeros, el tema, por desgracia, nunca deja de ser actual. Carlos Cano describió perfectamente a estos intolerantes (bonito eufemismo) en su Canción para Lucrecia, víctima tristemente famosa de uno de esos grupos violentos. Decía así:
ResponderEliminarLos que matan la luna
son los mismos de siempre,
los que arrancan las flores
con sus botas de muerte,
los que amargan la vida
y asesinan los sueños
que cantan los poetas
buscando un tiempo nuevo.
No gozan del amor
ni tocan los tambores
ni cantan el bolero
ni pintan corazones
en los árboles verdes
ni en las playas de arena
ni bailan el merengue
pa echar fuera sus penas.
Grande esa imagen que nos dejas de la confusión que semejante barbaridad crea en la mente inocente del niño.
Enhorabuena, Pablo, por este estupendo colofón a la saga beoda, y contigo cierro yo también el capítulo de agradecimientos por haber sido invitado.
Un abrazo.
Bellísima letra del gran Carlos Cano la que me dejas, Enrique.
EliminarCómo bien dices, este micro no va del racismo, aunque haya cogido un ejemplo claro del mismo para escribir mis 44 diferencias, sino de la necedad humana, que cada día me sorprende más.
En cuanto a darme las gracias, ya sabes, Enrique, que las gracias te las tengo que dar a ti por habernos regalado la aventura de Marotti y aceptado formar parte de este quinteto de beodos.
Un abrazo fuerte.
Pablo.
Mi querido Pablo: ¡Vaya relato más "sobrio" que te has marcado! Con la música del título ya nos introduces el ritmo de tu teclado en el alma, y cuando tus dedos cesan su movimiento, ya no podemos parar.
ResponderEliminarPara releer, deleitarse y tararear.
Desde luego, ha sido un acierto vuestra idea y cómo la habéis desarrollado los cinco. La comida tuvo que ser...
Un beso grande.
Qué bien escribes, mi querida Margarita. Me encanta que des la importancia que tiene a ese ritmo de doce acordes del blues. Creo que era importante el integrar esta música en el tema y época en que situaba el relato.
EliminarLa comida fue muy buena pero ni la décima parte que la compañía.
Un beso, domadora de tiempos y relojes olímpicos. ¡Qué obra de arte! ;-)
Pablo.
De entrada, vaya por delante mi felicitación por esa idea tan estupenda que tuvisteis sobre escribir un relato beodo al ver esa frase en el escaparate de un bar. Siento no disponer del tiempo necesario para comentarlos todos ellos, para comentar todos los relatos que se publican en esta página, pero el tiempo es inflexible, no te da ni un segundo más de los que te corresponden, así que utilizarlo bien es una de las mayores sabidurías que puede tener un ser humano. Gregorio Marañón decía que era un trapero del tiempo, porque aprovechaba cualquier ratito para hacer algo que le interesase.
ResponderEliminarEn cuanto a tu microcuento en sí, decir que me parece magnífico, y a mí, que tengo una cultura híbrida y un tanto caótica, hecha de retales –no sé si alguno se lo cogí al ‘trapero’ Marañón-, me ha traído a la memoria películas –entre otras cuyos títulos no recuerdo ahora, tanto ha dado de sí el tema- como Matar a un ruiseñor, Arde Mississippi, y las más recientes 12 años de esclavitud y Selma. Por no hablar del libro que Antonio Muñoz Molina le ha dedicado al asesino de Luther King y que he leído no hace mucho. En cuanto al bourbon, enseguida me he puesto a tatarear la canción del grupo Dinamita para los pollos: “Camarero sírvanos el mejor bourbon de Texas...”
Luego me han venido a la cabeza imágenes de cruces quemadas, de individuos vestidos de capuchinos –así los denominamos por estos pagos –sin que sea Semana Santa, montados a caballo y persiguiendo a negros aterrorizados, uno de ellos, sin duda, el abuelo del protagonista de tu microcuento.
Y todas esas visiones me han acelerado el pulso y me han indignado hasta el paroxismo. Algunas veces, a uno le gustaría ser Júpiter Tonante para poder lanzar algún que otro rayo a tanto malvado y criminal como hay en nuestro planeta.
La última acción del protagonista de tu microcuento, la de frotarse la piel con fuerza para blanquearla, no sé si se la transmitiría a Michael Jackson, que llegó a desfigurarse el rostro en su enfermizo intento de blanquearse la piel.
Mi enhorabuena, Pablo y una abrazo.
Enrique: tus comentarios rezuman cultura por los cuatro costados. Cada vez que te leo aprendo cosas nuevas, lo que me encanta, pues además de nuevas son muy interesantes.
EliminarGrandes películas pones en las que se ha tratado el tema del racismo. Una de ellas, "Matar a un ruiseñor", para mí está entre las cinco mejores de toda la historia del cine.
La novela que sirvió para su guión adaptado, de Harper Lee, es otra obra de arte. Curiosamente está basada en hechos reales y los personajes lo son: la niña protagonista es la misma Harper Lee y el pequeño Dill es Truman Capote, amigo de ella hasta que, aprovechándose del trabajo de investigación de la propia Harper Lee, escribió "A sangre fría" sin nombrarla en el apartado de agradecimientos, lo que hizo que se rompiera su amistad.
Comprendo que este tema te acelere el pulso debido a la indignación, como a toda persona normal.
Buen apunte lo de Michael Jackson, al que creo que su obsesión por cambiarse la piel y el rostro acabó por pasarle la mayor de las facturas.
Antes de terminar quiero darte la enhorabuena por la publicación de tu segundo libro "Mal de humores". Esas 200 historias deben ser excelentes.
Permíteme que deje aquí el enlace para que los compañeros que quieran hacerse con uno e informarse del mismo lo puedan hacer.
Gracias y un abrazo.
Pablo.
El enlace del libro de Enrique es este:
http://www.artgerust.com/libro/mal-de-humores-por-enrique-angulo-moya/44389
Buenas noches, Pablo, lo primero agradecerte el detalle de que hayas mencionado mi libro y, además, hayas puesto el enlace donde puede verse.
ResponderEliminarOjalá fueran excelentes, como dices, esas 200 historias, pero hay un poco de todo, unas me gustan, otras no tanto, deseché otras tantas... En fin, espero al menos que no chirríen demasiado en la mente de quien se decida a leerlas.
Por otra parte, me alegro mucho si puedo aportar algo, si contribuyo con algo al acervo común de esta página donde impera el respeto, el compañerismo, la sensatez y otras muchas virtudes que no son nada usuales en la sociedad en la que vivimos.
Recordaba vagamente, por haberlas leído hace ya bastante tiempo, las curiosas anécdotas relacionadas con la película Matar a un ruiseñor, así que gracias por traerlas a colación, así, como suele decirse, he refrescado la memoria, que, a poco que uno se descuide, se queda seca como la mojama.
Te reitero mi agradecimiento y te devuelvo el abrazo.
Enrique.
Pablo, que triste que uno sea condenado simplemente por el color de su piel.
ResponderEliminarMe ha gustado la frase que dice, que se frota la piel para blanquearla y no ser un criminal.
Bien contado Pablo.
Enhorabuena.
Besos
Muchas gracias, Pilar. Desgraciadamente, es un tema que sigue de actualidad.
EliminarUn besote.
Pablo.