Fin de jornada
Las seis. Puntual, llega el primer autobús de la mañana. Pica su billete y regala su última sonrisa al conductor. Se desploma sobre el asiento. Siente que la observan y abotona su blusa. Ya en casa, bajo el cobijo de las sábanas, sueña que es una mujer como las demás.
"Abotona la blusa", condensa toda la historia de esta mujer, que se gana el sustento en la noche.
ResponderEliminarAparentemente simple, y absolutamente real.
No lo has podido contar mejor, Matrioska.
Suerte con el jurado, que seguro la tendrás.
De eso se trataba, de dar veracidad a una realidad. Muchas gracias, Mª Jesús, y un beso.
Eliminar"Y regala su última sonrisa..." Gracias, Matrioska. Un placer leerlo.
ResponderEliminarSalut.
Muchas gracias a ti, dipandra, y salut. ;-)
EliminarMe gusta mucho tu relato, Matrioska, cómo lo presentas, los detalles de regalar su última sonrisa y abotonar su blusa. Creo que lo que más distingue a tu protagonista de otras mujeres son los sueños. Ella sueña con ser una mujer como las demás, mientras que posiblemente otras sueñen con ser una mujer distinta. Su vida no debe ser más dura que la de otras trabajadoras. ¿Acaso no eligió la “vida fácil”?
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos
Creo que lo mejor que tiene el ser humano es, por un lado, el libre albedrío, y por otro, la capacidad de soñar. Muchas gracias por tus palabras, Georges. Un beso grande.
EliminarBajo una rutina a la inversa, pues ella vuelve mientras los demás van, se oculta la vida de un personaje que a su pesar ejerce el oficio más antiguo del mundo y uno de los menos prestigiosos, alguien que quisiera ser como las mujeres convencionales, esas que tienen casa y duermen por la noche con el mismo hombre, con el que piensan envejecer.
ResponderEliminarMuy buen relato, Matrioska, tanto por lo que se cuenta como, sobre todo, por la aparente sencillez de la que está revestido.
Un abrazo
La sencillez de la realidad que nos rodea y que muchas veces no queremos ver. Es cierto que hay personas que sueñan mientras las demás solo duermen. Muchas gracias, Ángel y un fuerte abrazo.
EliminarCon solo dos detalles, el de la sonrisa y el de la blusa, nos has contado mucho acerca de la protagonista. Le pesa su trabajo y desearía la libertad de la que gozan las mujeres que eligen a su pareja.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Matrioska. Un beso.
Así es, Carmen, vender sonrisas no debe dejar una sensación de satisfacción cuando te vas a dormir. Muchas gracias y un beso.
EliminarMatrioska cuentas de una forma excepcional la historia diaria de esta prostituta, sin nombrarla, solo con los detalles nos das a entender todo.
ResponderEliminarMatrioska un micro genial para contarnos una dura historia.
Me ha gustado mucho.
Besos.
Muchas gracias, Javier. Como digo antes, esa era la idea, contar una realidad que nos rodea sin caer en el dramatismo que, por otro lado, sí existe en muchos casos. Un beso.
EliminarTiene que ser muy duro vivir unas circunstancias que te obliguen a prostituirte. Con unas certeras pinceladas has conseguido retratar a esta desafortunada mujer.Solo me queda desear que ese sueño de ser "una mujer como las demás" se haga realidad lo antes posible. Muy buen micro, Matrioska. Un abrazo.
ResponderEliminarMe consta que hay gente que trabaja para que las mujeres que se prostituyen por pura necesidad tengan el apoyo y las herramientas necesarias para que no tengan que seguir haciéndolo. Muchas gracias, Juana. Un abrazo fuerte.
Eliminar¿Y cómo son las demás? ¿No luchan igual que ella, como pueden, no sueñan, como pueden, y no contemplan la vida desde un autobús, como pueden?
ResponderEliminarPrecioso, Matri.
Touché!
EliminarClaro que sí, cada cual apechuga con su vida y sus circunstancias como buenamente puede. Lo que no quita que deseemos ampararnos en la comodidad dentro de las pautas establecidas como “normales”. ¡Hala, ahí te quedas con el rollo, Richmond! ;-) Muchas gracias, hermosa.
EliminarDelicado. Que muestra sin enseñar. Tiene tu aroma, Matrioska.
ResponderEliminarUn beso
¡Qué bonito lo que me has dicho! :) Un besazo y muchas gracias, bella Margarita.
EliminarMe ha encantado. Con qué poquitas palabras se puede definir un universo entero.
ResponderEliminarMuchas gracias, Santiago, me alegra mucho que te haya gustado. Un saludo.
EliminarDe un realismo total y que transmite, este relato es para enmarcarlo. La vida no siempre resulta como se imagina pero existen muchos caminos hacia la plenitud.
ResponderEliminarEn verdad bueno, Matrioska.
Un abrazo y mis felicitaciones.
Vicente
Muchas gracias, Vicente, es un gustazo recibir comentarios como el tuyo. Un fuerte abrazo.
EliminarMatrioska, precioso micro donde con pequeñas pinceladas nos presentas a la protagonista y nos cuentas a qué se dedica sin decirlo.
ResponderEliminarUna enorme delicadeza y sensibilidad en 50palabras.
Enhorabuena!
Besos
Muchas gracias, Pilar. A veces un débil susurro se escucha con más claridad que un grito. :) Muchos besos.
EliminarLas seis de la mañana, cuando muchos trabajadores comienzan sus jornadas laborales, una mujer espera el autobús en la parada donde suele hacerlo todos los días. Detrás de ella queda una noche más de ‘trabajo’ denigrante en el que habrá conocido a todo tipo de individuos, entre quienes no estarían, precisamente, la flor y nata de la sociedad –eso si las sociedades tienen flor y nata, que igual, lo que abunda, son los cardos y las cremas amargas-, sino, incluso, hasta personajillos que la habrán mirado por encima del hombro y hasta le habrán dicho algún improperio a ella y a otras que, como ella, han tenido que dar ese denigrante paso en sus vidas para salir adelante económicamente; eso por no descender a situaciones peores en las que esas mujeres están esclavizados y sufren violencia y maltratos constantes ante el pasotismo de las autoridades y la indolencia de las sociedades.
ResponderEliminarExcelente tu miocrocuento, Matrioska, el cual, en mi opinión, gira sobre tres bisagras perfectamente engrasadas: la sonrisa que le regala al conductor del autobús –lo cual hace que de inmediato empaticemos con ella-, la blusa que se abotona cuando la miran algunos pasajeros del autobús, seguramente, de forma reprobable y hasta siniestra, y ese sueño –despierta, porque sin duda el otro sueño le costará conciliarlo- de ser una mujer como las demás.
Mis felicitaciones y un abrazo.
Da gusto ver cómo desmenuzas los micros enriqueciéndolos con tus siempre acertados y concienzudos comentarios. Un abrazo fuerte para ti y déjame que sea yo quien te felicite por este y por todos tus comentarios a los compañeros, es un lujo tenerte entre nosotros.
EliminarCon el amanecer desperezándose y la piel cubierta de retazos de otras soledades, busca el resguardo de los sueños, que no son sino tenues estelas de infancia que a veces nos alcanzan para cobijarnos.
ResponderEliminarEscribir desplegando matices con sencillez es abrir un canal directo entre el talento del que escribe y la emoción del que lee: ¡Qué maravillosa forma de escribir! Es un relato emocionante, Matrioska, que habla por sí sólo de tu enorme talento.
Y yo, como siempre, esperando tu próximo relato.
Un beso.
Exquisita y preciosa nota al micro. En cuanto a lo demás, te has pasado un pelín, aunque admito que me encanta que alguien como tú me diga algo así. Un beso y muchas gracias, talentoso Antonio. ;-)
EliminarQué triste, y al mismo tiempo esperanzadora visión de una mujer de la calle. Triste por verse obligada a regalarle al conductor una sonrisa, como pidiendo perdón por subir al autobus, esperanzadora por abotonarse la camisa, como diciéndonos que algún día abandonará esa vida y será o volverá a ser una mujer normal. Gracias por el regalo.
ResponderEliminarUna especial manera más de ver el lado feo de las cosas. Muchas gracias, Santiago, y un saludo.
EliminarUna vida muy dura tiene esa mujer, según lo que se deduce de tu relato. Es muy visual. Hemos visto la sonrisa al conductor y esa blusa medio desabrochada. Visiblemente no es feliz con su vida, por eso sueña con ser como las demás mujeres.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, Matrioska. Muchos besos.
Así es, Olga, cuando quiere ser como las demás mujeres es que no está muy feliz en su piel. Muchas gracias, guapetona. Besazos.
EliminarContar una vida en pocas palabras. Hermoso relato. Besitos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen, a veces con muy poco se puede contar mucho, y lo digo aquí, rodeada de geniales cincuenteros, jajaja. Muchos besos.
EliminarQué grande eres Matrioska, nos das una paleta con colores básicos, los más importantes y nos dejas el título como pincel y la foto de la mujer en el autobús, para que nosotros hagamos el retrato imaginando esa vida.
ResponderEliminarEnorme, me encantó.
Un beso fuerte.
Malu.
Esa es la grandeza de este formato, que pocas palabras expanden la imaginación hasta el infinito y más allá. ;-) Muchas gracias, Malu, y otro beso fuerte y sonoro para ti.
EliminarConsigue el relato ponerme en el lugar del conductor. La conozco de muchas noches y, cada una de ellas, me premia con esa sonrisa última con la que pica su tarjeta de fin de jornada...
ResponderEliminarCuando un relato consigue ponernos a soñar, cuando compartimos su juego sin más resistencia es que la magia de las palabras la que nos ha tocado sin más. Con la sencillez de lo cotidiano, tu relato nos deja un retazo de vida auténtica en cincuenta. Extraordinario. Felicidades y saludos.
El que hayas entrado en esa escena y la hayas hecho tuya es la mayor satisfacción que me podías ofrecer, te lo agradezco muchísimo, Manuel. Un saludo.
ResponderEliminarTu relato, Matrioska,me hace pensar y reflexionar en el hecho de que existen demasiadas personas no conformes con la vida que le ha tocado vivir. Es triste pero cierto. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Es verdad que el ser humano tiene tendencia a no conformarse con lo que le ha tocado vivir, incluso cuando la elección la hayamos hecho nosotros mismos. Muchas gracias, María José, otro abrazo fuertote para ti.
EliminarSea lo que sea lo que tiene a tu protagonista toda la noche fuera del confort de su casa y su cama, seguro, seguro... que es una mujer como las demás. ;) Un beso grandote.
ResponderEliminarY tanto que lo es, solo que con otros horarios y quehaceres, es ella la que no se siente como tal. Un besazo, amiga.
EliminarEs un micro excepcional. Las historia corre suavemente por nuestros ojos pero, con un par de pinceladas, revelas una vida dura y triste de esa protagonista que, a pesar de todo, es capaz de lanzar su última sonrisa al conductor.
ResponderEliminarMe gusta muchísimo cómo escribes, Matrioska.
Tienes un don.
Un beso.
Pablo.
Sin palabras, Pablo, me has dejado sin palabras. Con eso de que somos primos nos podemos dar el lujo de explayarnos en halagos. ;-) Muchos besos y muchas gracias por tu generosidad.
EliminarEstoy con Pablo en todo lo que te dice, a pesar de la ausencia en nuestro caso de parentesco :). Y es que creo que esa sonrisa tan desinteresada, viniendo de quien viene y con lo que debe de llevar a cuestas a esas horas, nos habla la nobleza interior del personaje, al tiempo que pone parte del "alma" del relato.
ResponderEliminarEnhorabuena, Matri. Me ha gustado muchísimo.
Un abrazo.
Yo no lo descartaría, parece que esto del parentesco tiene su miga. ¿No nos dicen ahora que todos los que tienen los ojos azules descienden de un mismo individuo? Pues no descartemos tampoco un posible parentesco entre nos, aunque no sea de línea tan, tan directa como el de Pablo, jajaja. Muchas gracias, Enrique, sois excelentes escritores y mejores personas. Un abrazo fuerte.
Eliminar¡Qué buena que eres, Matrioska! Perfecta ejecución del arte de decir sin explicar y qué bien has construido en esta ocasión al personaje a base de acciones repletas de silencios.
ResponderEliminar¡Bravo!
Beso.
Otro gran cincuentista que rezuma generosidad por todos sus poros. Al final os voy a adoptar como familia a todos y todas. :) Muchas gracias por tus palabras, Notinc, y un gran abrazo.
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