Gabriel sherpa
Cruzar la cascada de hielo y los campamentos. Aferrarse a las cuerdas hasta coronar el Everest sin la ayuda de sus alas de ángel, igual que cualquier mortal. En la cima, atreverse a besar a la diosa del cielo y reír como un hombre: el sueño más grande jamás cumplido.
Admirable y edificante el ejemplo del célebre arcángel, que bien hubiera podido valerse del poder alado de su condición natural, pero en su lugar ha preferido ponerse a la altura de los sufridos mortales para lograr una meta nada fácil. En estos tiempos en los que parece que se busca el camino sencillo y rápido (no quiero ni pensar en los casos de doping que inevitablemente se darán en los JJ.OO. a punto de empezar), el marcarse un reto y conseguirlo sin otra ayuda que el puro esfuerzo es digo de elogio.
ResponderEliminarUn micro lleno de creatividad, Vicente.
Un abrazo
Gracias, Ángel. En un mundo donde reina lo inmediato es de esperarse que muchos se conduzcan por falsos atajos como el que citas: el dopaje.
EliminarTus palabras son oro molido.
Un abrazo.
De entrada, apuntar que uno de los nombres que mis padres barajaron para ponerme fue Gabriel, puesto que nací el día que la Iglesia Católica celebra su fiesta.
ResponderEliminarNo sé si de haberme puesto ese nombre se me habría pegado alguna virtud arcangélica, lo cierto es que me pusieron Enrique, nombre de algunos reyes, pero no creo tener nada que me permita identificarme con la realeza.
De todas formas, creo que esas eran las dos mejores opciones, pues los otros nombres que se barajaron fueron Toribio –por mi abuelo paterno- y Leandro –por un primo materno-. Una vecina les dijo a mis padres: “¿Leandro le vais a poner al niño? Van a decir que está ‘aleandrao’”, que no sé en qué consiste, lo cierto es que mis padres lo descartaron ipso facto.
Tu relato me ha traído a la cabeza la película de Win Wenders Cielo sobre Berlín, en la que el director alemán también juega con la posibilidad de que un ángel conozca de primera mano las emociones humanas, que se encarne en este armazón imperfecto y sienta todos esos vientos que baten nuestra psique como si fuese la más pelada de las estepas. Como no podía ser menos, el ángel en cuestión se enamora y renuncia a su inmortalidad imitando a Ulises.
Para el arcángel de tu microcuento, el reto se concreta en escalar la montaña más alta del mundo sin ayudarse de sus alas. Aun así, supongo que tiene otras ventajas sobre los simples mortales que le hacen llevar a buen término la aventura, de ahí esa embriaguez y esa euforia final, y encima, morreándose con una diosa, aunque ríe como un hombre.
Bueno, voy a descender de tan alta cumbre porque ya empiezo a sentir mareos. Mi enhorabuena Vicente por esta nueva historia tuya que habla sobre muchas más cosas que las que he comentado, la de ponerse retos, lo que los psicólogos llaman abandonar la zona de confort, sería otra. Un abrazo.
¡Es cierto, Enrique! Tanto «El cielo sobre Berlín» como su secuela, «¡Tan lejos, tan cerca!», además de su hermanita americana «City Of Angels» exploran la naturaleza de estos seres incompletos, inmateriales, platónicos. Me has hecho recordar también otra fantástica cinta, «¿Conoces a Joe Black?». En el fondo, creo yo, sin nuestra condición de mortales el goce de la vida sería nulo, porque, ¿para qué tratar de aprovechar el tiempo si se tiene en demasía?
EliminarAgradezco tu comentario, genial como de costumbre, y que me hayas compartido la historia de tu nombre.
Otro abrazo de vuelta, amigo.
¡Qué preciosidad, Vicente! Admitámoslo, el amor es tan grande que los ángeles sienten envidia de los mortales y de las hazañas que son capaces de realizar, sólo, sólo por amor.
ResponderEliminarDuérmete, mi ángel, y sueña que eres capaz de llegar a la cumbre y saltar muy alto para besar a tu amada luna.
Estrecho su mano sin disimular mi emoción, mi amigo escritor.
Un beso, Vicente.
¡Admitido, Patricia! Como prueba de la envidia de los ángeles el maestro Poe nos legó la historia de «Annabel Lee» (y luego Radio Futura).
EliminarSeguro que con la esperanza de un sueño tan hermoso como el que describes, el ángel se hará muy amigo de la almohada.
Emoción, leer sus comentarios, amiga y maestra.
Abrazos.
Precioso lo que has escrito Vicente!!!!!
ResponderEliminar¡Gracias, Omar!
EliminarSolo me salen dos palabras: ¡Qué genialidad!
ResponderEliminarSiempre me dejas con la boca abierta, ángel de la escritura. Un pedazo de relato. Enhorabuena, Vicente.
Un abrazo.
Pablo.
Pablo, esas dos palabras me confirman la magnitud de tu generosidad.
Eliminar¡Un millón de gracias!
Abrazos.
Aún teniendo el poder para alcanzar las más altas cumbres, tu arcangel prefiere sentir igual que un mortal, tanto en las alegrías como en las dificultades.
ResponderEliminarBuen relato Vicente, lleno de la magia de tus letras.
Un abrazo.
Magia, la de tus comentarios, Javier.
EliminarUn abrazo de regreso.
¡Gracias!
Qué relato tan bello nos has regalado, Vicente. Este arcángel afanándose como el más esforzado de los humanos conmueve.
ResponderEliminarEnhorabuena por haber coronado la cima con este micro. Un abrazo.
Hola, Carmen,
EliminarComo bien sabes, no hay pan más exquisito que el que se ha ganado con el propio esfuerzo.
Me siento muy contento de que el relato te haya conmovido.
¡Muchas gracias por tu amabilidad!
Qué grande Vicente, el mismísimo arcángel San Gabriel coronando el Everest sin ayuda divina.
ResponderEliminarEl que la sigue, la consigue.
Originalidad y buena escritura en tu micro. Felicidades. Un beso grande.
Malu.
La verdad es que me ha gustado la imagen y quise transmitirla en este micro, Malu.
Eliminar¡Mil gracias!
Abrazos.
Precios micro Vicente. Y muy conmovedor que todo un arcángel intente superar las metas con la fuerza de un simple hombre. Me gusta esl tratamiento de la historia. Con esa fuerza y esa sencillez nos has relatado una epopeya. Abrazos.
ResponderEliminarAsí es, Carmen, poco mérito tendría ascender utilizando sus «superpoderes».
EliminarOtro abrazo de vuelta.
¡Gracias!
¡Qué maravilla de micro! A estas alturas ya no me debería sorprender el encontrarme cada mes con estas joyas tuyas. Enhorabuena, eres grande, Vicente. Un abrazo.
ResponderEliminarGrande tú, Matrioska, que además de la calidad de tus letras, te das tiempo de alentar a los amigos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Vicente, este relato tiene el pulso ferviente de un narrador con estilo y garra que le confiere al ángel escalador su dinamismo convencido, su enérgica fe y su talante de soñador mortal. Ágil pluma que así escala y corona las cimas de un micro intenso desde el principio al fin de la cordada.
ResponderEliminarDesde el valle a la montaña, un abrazo alpino para ti.
Manuel, tan certero y elegante como en todos tus comentarios, yo sólo atino a decirte: ¡Gracias!
EliminarOtro abrazo desde la montaña.
Inmortalidad, eternidad, santidad... Todos sustantivos abstractos que deben ser tan difíciles de conseguir como de llevar sobre las espaldas. Tal vez se extrañe, allá en las virtuosas alturas, el dolor, la pasión y las dificultades humanas. Muy bueno, Vicente. Un gran abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Silvina. Has puesto el dedo en la llaga, las ventajas sobrenaturales también son una carga, como señala la frase clásica de Spiderman: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad».
EliminarUn fuerte abrazo.
Yo pensaba que eso de no estar conforme con lo que uno es solo se daba en los humanos, pero ya veo que también hay algún ángel que lo sufre. ¡Con la de veces que he imaginado tener alas y poder salir volando! Vicente, me ha encantado ese sherpa alado con ambiciones humanas que nos has regalado. De momento, aquí se queda, entre nosotros y con las alas replegadas. ¿Has utilizado una de sus plumas para escribir este relato? ¡Es que tiene mucho ángel! Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarHe intentado arrancarle una pluma pero me ha sido imposible alcanzar la cima, ja, ja.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Juana. No te preocupes por las alas, tu escritura ya es de altos vuelos.
Abrazos.
¿Qué voy a agregar sobre el contenido que ya no te hayan dicho?
ResponderEliminarYo admiro la forma en que lo has escrito, ese ritmo de intensidad creciente que le impones al iniciar las frases con los verbos: cruzar, aferrarse, atreverse, para terminar con la genial frase que pones en boca del arcángel “reír como un hombre: el sueño más grande jamás cumplido”
Realmente, es un placer leerte, Sr. Vicente Varas.
Un abrazo.
Pues sí que has agregado mucho con tu análisis, Georges. Me centré en los verbos para dar la idea de que lo que el arcángel desea es 'actuar', 'experimentar', en lugar de 'contemplar'.
EliminarMil gracias por leerme y comentar.
Un fuerte abrazo.
Hermoso 50 compañero Vicente, Gibreel, es como supermán, el único ser que es capaz de dar la vuelta a la Tierra, descansando una sola vez (creo que esto lo saqué de los versos satánicos de Salman Rushdie), y al despojarse de sus alas de mensajero nos acerca a su lado humano, con otro mensaje, el del esfuerzo por conseguir llegar a su Ítaca. Enhorabuena. Un abrazo de sherpa.
ResponderEliminarJa, ja, ja. ¡Muchas gracias, Pepe!
EliminarTe envío otro abrazo de montañés.
Vicente, por no repetirme con los compañeros, decirte que me ha parecido genial que un arcangel haya decidido prescindir de sus privilegios y ser humano durante un tiempo. Tal vez, así podrá dar un valor mayor a lo que posee.
ResponderEliminarEnhorabuena, Vicente.
Besos
El que no se cansa de repetirse soy yo, Pilar, agradeciéndote tus infaltables e invaluables comentarios.
EliminarGracias, de verdad.
Un fuerte abrazo.
No hay mayor satisfacción que conseguir una meta con el esfuerzo propio y parece que Gabriel lo sabe y lo quiere experimentar. Pero eso del beso a la diosa del cielo... cuando vuelva a su "trabajo" no sé cómo lo va a explicar ;-)
ResponderEliminarUn abrazo Vicente.
Carme.
*Comentario rescatado, que Google bloqueó por spam porque es idiota.
EliminarLa idea en sí misma ya es preciosa, pero el modo en que la has llevado a cabo me parece maravilloso. Qué gran calidad la de tu narrativa y cuánta belleza poética hay en estas 52 palabras.
ResponderEliminarMi más admirada enhorabuena, amigo Vicente. Te busco entre los finalistas.
Un abrazo.
¡Gracias, Enrique!, por elogios tan inmerecidos.
EliminarMe conformo con que el relato le haya gustado a un maestro como tú.
Otro abrazo.
Todo superpoder se concentra en una sola cualidad: la voluntad. Superar los límites propios sin artificios, únicamente con esfuerzo, pundonor y tesón, es una recompensa que pocos pueden disfrutar. Ni los propios dioses conocen la fuerza que atesora la voluntad humana. Por eso no es de extrañar que el beso más dulce que el arcángel disfrutara fuera el conseguido sin sus alas.
ResponderEliminarUn delicioso relato que parece estar escrito con la pluma de las alas que Gabriel se dejó en tierra.
Desde luego, la creatividad, amigo Vicente, es una de tus muchas cualidades.
Un fuerte abrazo.
Hasta para comentar eres grande, Antonio. El creador de El Chapulín Colorado, un personaje icónico de mi país, decía que la verdadera audacia era enfrentarse al peligro sin poseer otra ventaja, a diferencia de los superhéroes típicos, más que el hambre de justicia.
EliminarEn verdad, muchas gracias por tus palabras.
Abrazos.
La risa entendida como un rasgo humano, como un símbolo de humanidad, que es envidiado por los Dioses.
ResponderEliminarSobrenatural y sobresaliente relato, Vicente.
Abrazo.
¡Gracias, Carles! Como refieres, la envidia de los inmortales puede ser mucha y en este caso ha resultado productiva.
EliminarAbrazos.
He borrado el comentario inicial que había escrito porque podía dar lugar a equívocas interpretaciones ya que hablaba de que toco el cielo, y a sus dioses, con las puntas de mis dedos cuando leo tus historias. Así que me voy a contener, y a intentar portarme bien, y solo te diré que espero que este relato de altura sea un oráculo del ganador de este mes. Y si me dejan, me pido ser "la diosa del cielo" para entregarte el ramo de flores ;)
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo transoceánico, Vicente.
Aunque sea un oxímoron, algunas interpretaciones incorrectas resultan ser un acierto, amiga Margarita. Has borrado un comentario pero no puedes hacer lo mismo con mi sonrisa. Por lo pronto este relato se ha ganado, un poco haciendo trampa, las brillantes palabras de la diosa del cielo.
EliminarEl mensajero ha traído tu abrazo y envío con él, tu ángel de la guarda, uno más grande.
¡Gracias!
Una historia muy bonita, contada con mucho énfasis y poesía.
ResponderEliminarHasta aquí me llega el frío limpio de las cumbres.
Saludos y suerte.
Muchas gracias por leer, comentar y desearme suerte, María Jesús.
EliminarUn abrazo.