Inocentes
El verano de 1945 regresé a Berlín y escribí en mi diario:
Tengo ocho años, he vuelto a casa. Hoy me crucé con la señora Bauman, mamá dice que perdió a sus hijos en el frente, no sé qué lugar es ese, pero se la ve muy triste, ojalá aparezcan...
Tengo ocho años, he vuelto a casa. Hoy me crucé con la señora Bauman, mamá dice que perdió a sus hijos en el frente, no sé qué lugar es ese, pero se la ve muy triste, ojalá aparezcan...
Carmen por medio del diario de este niño descubrimos su inocencia al no saber que era el frente y desconocer la crueldad de una guerra.
ResponderEliminarBuen relato Carmen, me ha gustado por la ternura que esconde dentro de su dureza.
Besos.
Gracias Javier. La infancia debería estar llena de ternura e inocencia... Un abrazo grande .
EliminarLa candidez, que nunca se nos pierda; antes perder las riquezas que perderla a ella.
ResponderEliminarGracias, Carmen, por compartirlo.
Muy cierto!!! Gracias por asomarte a leer mi cuento. Un abrazo grande.
EliminarLa guerra es algo tan terrible que no es de extrañar que los niños no alcancen a comprenderla, más aún, lo raro es que alguien llegue a hacerlo.
ResponderEliminarBuen trabajo, Carmen. Enhorabuena.
Un abrazo.
Muchas gracias Vicente. Es inconcebible que existan las guerras y no consigamos evitarlas. Besitos.
EliminarEn el mayor fracaso al que puede llegar el hombre, la guerra, hay unos cuantos culpables o, al menos, equivocados por elegir la vía inadecuada y, lo que es peor, muchísimos inocentes, como tu protagonista.cuya lógica aplastante hace ver aún más claro la sinrazón a la que puede llegarse.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Con su inocencia son ellos los que podrían detener todas las guerras. Gracias Ángel. Un abrazo.
EliminarGuarda bien ese diario porque representa el mayor tesoro de nuestra existencia, la inocencia.
ResponderEliminarPrecioso, Carmen.
Gracias Patricia. Me alegra que te haya gustado. Todos deberíamos guardar siempre un poquito de esa inocencia.
EliminarDelicado perfume el que envuelve las páginas de este diario singular e inocente. Debiera haber alguna fórmula para destilar del mundo la inocencia perdida, pero mientras no, nos reconfortamos con relatos como el tuyo. Felicidades, Carmen. Saludos.
ResponderEliminarMil gracias Manuel. Sólo la inocencia puede salvarnos de todos los males. Un abrazo grande.
EliminarTiene mucha historia "apretada" ese niño dentro de sus ocho años. Pero conociéndote a ti, que lo has creado, estoy más que segura que crecerá mirando de frente y a los ojos.
ResponderEliminarPrecioso, Carmen.
Un beso grande
Gracias Margarita. Sin duda tiene una mirada que va más allá. Espero enseñarle a ver la vida con la misma inocencia. Un abrazote amiga!!!
EliminarEste micro me ha encantado. De lo mejor que he leído este mes, y eso que hay gran nivel. Perfectamente estructurado y escrito con una gran historia que remata el conjunto.
ResponderEliminarMe encantó, Carmen.
Un beso.
Pablo.
Ainsssssss. Teniendo en cuenta el nivelazo que he ido leyendo en los compañeros y viniendo de tí es un halago enorme. Feliz de que te guste Pablo. Le puse mucho cariño, cono siempre. Un abrazo grande.
EliminarPrecioso relato que nos descubre el horror de la guerra a través de la inocencia de un niño. Me ha conmovido, Carmen. Me ha gustado la ternura con que lo cuentas
ResponderEliminarBesos.
Gracias Carmen. Me alegra que te guste. Ojalá ningún niño tuviera que perder esa bendita inocencia. Un besote.
EliminarCandidez e inocencia, divino tesoro.
ResponderEliminarUn besazo Carmen.
Malu.
Gracias Malu. No hay tesoro mayor. Besossss mil
EliminarEs curioso cómo la ambivalencia de algunas expresiones crean un lugar para la esperanza, aunque sea solo en el alma impoluta de un niño. Muy bien contado. Un besito.
ResponderEliminarGracias María José. Siempre nos queda esa pizca de inocencia que haga que nuestro mundo sea un poco mejor... Un Besazo
ResponderEliminarUn niño regresa a Berlín en el verano de 1945, recién acabada la Segunda Guerra Mundial, y a mí me han venido a la mente escenas del Berlín que recrea Roberto Rossellini en su película Alemania año cero, en la que también el principal protagonista era un niño.
ResponderEliminarEs imposible imaginarse lo que sería Alemania tras aquel agujero negro del hitlerismo que a punto estuvo de tragarse la civilización europea tal y como la conocemos. Pero al intentar hacerlo uno siente un malestar creciente y una fuerte opresión en el pecho.
El protagonista de tu microcuento habla desde un presente que no sabemos a cuánta distancia temporal está de ese verano de 1945, sólo nos es dado saber que en aquel entonces escribió en su diario que una tal señora Baumann había perdido a todos sus hijos en el frente y que él deseaba que apareciesen.
Esa observación hecha desde la inocencia, nos muestra un solo y nimio hecho en un océano de horrores sin nombre y nos deja al borde de un precipicio ante el que sentimos el mayor de los vértigos. Pues en esa contienda mundial hubo decenas de millones de muertos, no hay cifras seguras, y ya esa indefinición es en sí misma un hecho escalofriante.
Gran microcuento, Carmen, un abrazo.
Me alegra saber mucho que te haya gustado. Otro abrazo
EliminarGracias Enrique por tu comentario tan acertado a mi relato. Es un placer que unas pocas letras den lugar a una buena reflexión. Cuánto horror una guerra. Ojalá nunca nos toque vivirla en primera línea, ni a nosotros ni a los nuestros. Un abrazo grande.
ResponderEliminar¡Que maravilla de relato! Veo que has rescatado a mi querida Anna Frank, y sólo leer esas 50 palabras me ha dado un soplo de paz. Su diario fue uno de los primeros libros de mi adolescencia, y la siento tan cercana a mi, que tu micro me ha alegrado el corazón. Tampoco sé so esa era, tu intenció... Pero yo ya me imaginado que ese es el final alternativo de Anne Frank, y ya no hay marcha atrás. Yo soy así, me monto cada película Jajaja XD
ResponderEliminarUn beso Carmen
Ahora que lo releo, veo que las edades no cuadran. Pero la asociación ya mi cerebro la había establecido... :)
EliminarEsa es la magia de este lugar Raquel, que todos podemos imaginar un el relato según nuestros sentimientos, pensamientos, ideas... . Gracias por asomarte a leerme. Me alegra que te guste. Besitos
EliminarTriste relato, y a la vez nos conduce a una serena reflexión: los horrores de la guerra y la inocencia de los niños. Ellos son los más perjudicados en los conflictos. Y la decepción por no poder ayudar sigue intacta a través de los años y de todas las guerras. Me ha gustado, edades que no cuadran aparte. Un abrazo.
ResponderEliminarLas guerras son tristes, al menos nos queda la inocencia. Al escribir el relato pensaba en un niño que vuelve a casa después de la guerra. Gracias por tu comentario y por asomarte a leer. Besitos
EliminarLa breve vida de este niño y su candidez envuelve de inocencia la muerte de los jóvenes inocentes "perdidos" en las odiosas guerras. Un micro con una sencillez asombrosa que le dota de una gran fuerza. Felicidades, Carmen. Un beso.
ResponderEliminarGracias Matrioska. Me alegra que te guste. La sencillez y la inocencia de los niños siempre presentes. Un beso grande.
EliminarCarmen, preciosa historia que emociona por la inocencia del protagonista. Me imagino que bastante tuvieron que esforzarse sus padres para entre tanto horror, como el de una guerra, mantener intacta la inocencia del niño. Me ha hecho recordar la película de "La vida es bella" y los esfuerzos de ese padre por disfrazar la cruda realidad de la guerra.
ResponderEliminarEnhorabuena amiga, siempre me emocionas con tus micros.
Besos
Muchas gracias amiga. Me alegra que te haya llegado esta inocencia que nunca deberíamos perder ante la adversidad. Un beso enorme.
EliminarMe consuela saber que este inocente niño ha tenido la suerte de poder regresar a su casa con su madre. Cuando madure y sepa la verdad de ese "frente" en el que murieron los hijos de la señora Bauman, perderá la inocencia, pero tal vez tome conciencia y haga lo posible para que tragedias así no se repitan. Estupendo micro para la reflexión, Carmen. Saludos.
ResponderEliminarGracias por tan bonito comentario Juana. Ojalá nuestros hijos lleguen a ese acto de cordura que acabe con rodas las guerras. Un abrazo grande.
ResponderEliminarDa la impresión de que tu inocente protagonista está en vías de tomar conciencia de uno de los mayores desastres de la historia de la humanidad a través de sus consecuencias en su entorno más inmediato. Pobre.
ResponderEliminarGran relato, Carmen.
Un abrazo.
Gracias Enrique. Sin duda el mayor desastre de nuestra historia. Un episodio para olvidar e inolvidable.
EliminarHasta lo más trágico adquiere ternura cuando se contempla desde la perspectiva de la candidez de un niño.
ResponderEliminarUn buen relato, Carmen. Consigues transmitir con mucha fuerza el contraste entre inocencia y realidad.
Un abrazo.
Gracias Antonio. Me alegra que te guste. No hay nada como la inocencia!!! Un beso
ResponderEliminarRelato candoroso sobre la guerra que te hace sonreir. Todo un logro.
ResponderEliminarBien por ti, Carmen.
Saludos cordiales
Gracias Carles. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo grande.
EliminarQué bien se ven las cosas desde la óptica de un niño! Pero luego viene la realidad y nos llevamos un golpe descomunal.
ResponderEliminar¿Qué pensará cuando relea lo escrito años más tarde?
Un beso tocaya.
Carme.
Un beso enorme Carmen. Le vendrán muchas cosas a la cabeza seguro!!! Qué triste una guerra...
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