La número XIII
Siempre consideró la cartomancia una tontería más entre tantas. Hasta aquella noche. Madame Lamorte, pitonisa profesional, volteó el arcano. Fue entonces cuando notó en su cuerpo trémulo una gélida y terrorífica mirada. Allí y entonces acabó su manifiesta incredulidad. La echadora de cartas, rostro desencajado, cayó fulminante a sus pies.
A tu protagonista le pasa como al apóstol Tomas "hasta que no lo vea no lo creo"
ResponderEliminarLlamandose la pitonisa de esa manera y saliendo la carta de la muerte estaba claro que algo relacionado con la muerte iba a ocurrir.
Buen relato José Antonio, escrito con las palabras exactas para fotografiarnos lo que nos quieres contar. Me ha gustado.
Un abrazo.
José Antonio FELICIDADES por esos 60 microrrelatos de 50palabras.
EliminarJose Antonio, a veces desconfiamos de lo que no podemos explicar, pero me parece que la pitonisa leyó en esa fatídica carta número XIII su fatal destino. Al protagonista se le habrán disipado de golpe todas sus dudas.
ResponderEliminarBuen relato. Enhorabuena!
Besos
Felicidades por esos 60 micros en 50 palabras!
EliminarMadre mía!
A tu protagonista se le ha disipado toda duda que pudiera tener sobre el supuesto poder adivinatorio del tarot, pero para ello ha sido necesario que una profesional del ramo se aplicase a sí misma una carta maldita, de forma que hiciese honor a su nombre.
ResponderEliminarJosé Antonio, se te echaba de menos. Espero que todo vaya bien.
Un abrazo
Creo que a la incrédula cliente no le quedarían ganas de volver a consultar el Tarot. Su curiosidad quedó satisfecha e inmortalizada.
ResponderEliminarMuy buen relato José Antonio. Felicidades por tus 60 de 50
Un fuerte abrazo.
Creer en todo es de ingenuos, pero al protagonista ya no le van a quedar ganas de probar. Ahora sí cree y conoce el poder del tarot.
ResponderEliminarExcelente relato, José Antonio. Enhorabuena por tus 60 micros y un abrazo.
Gran compromiso el que tiene esta pitonisa con sus clientes, al grado de creer en sus propias argucias.
ResponderEliminarEstimado José Antonio, felicidades por tus primeras tres mil palabras en el sitio.
Un sentido abrazo.
La número XIII no solo fulminó con su aparición a Madame Lamorte, también apareció para matar el escepticismo del protagonista. Muchas felicidades y enhorabuena por esos primeros 60. :) Un abrazo grande.
ResponderEliminarEnhorabuena por esas 60 historias y a seguir deleitándonos con tu buen hacer, José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
En un relato tan fúnebre, solo mencionas la muerte con el nombre de la Madame.
ResponderEliminarQué bien escoges cada palabra, José Antonio.
Al igual que Ángel, se te echaba de menos.
Un abrazo
Como siempre, con un lenguaje excelso, queda demostrado tu ingenio con este arcano trece que me recuerda a un cazador cazado.
ResponderEliminarEnhorabuena por regalarnos sesenta joyas. Y que sigan.
Un fuerte abrazo, paisano.
Pablo.
Juas, juas... Y yo que soy de las que me lo creo todo...
ResponderEliminarEstá claro que tu protagonista es como Santo Tomás, ver para creer.
Se te echa mucho de menos, querido José Antonio, menos mal que nos dejas cincuenta dosis para deleitarnos cada mes.
Te mando un beso grande y mi enhorabuena por este, tu relato número sesenta en esta casa.
Malu.
Me imagino que el protagonista se rindió ante la evidencia. Eso nos pasa a muchos, que hasta que no lo vemos, no lo creemos (y sin ser santos).
ResponderEliminarFelicidades, José Antonio, por tus 60 magníficos relatos. No dejes nunca de contarnos tus historias.
Un fuerte abrazo, amigo.
A mí me da que ese número se lo monta a diario la pitonisa para luchar contra el escepticismo, :). Bromas aparte, amigo José Antonio (que por cierto a ver si te dejas ver más), me ha encantado esta historia en la que con un uso exquisito y sabio del lenguaje, como siempre, nos has hecho vivir la escena de un modo muy cercano.
ResponderEliminarEnhorabuena por este magnífico relato que viene a redondear una cifra tan grande como excepcional en calidad.
Un fuerte abrazo.
A veces lo circunstancial parece confirmarnos lo absoluto, y no es cierto. El hecho de que la pitonisa la palmara en el acto no ratifica la existencia de una conexión con el más allá, pero el impactante suceso convertirá al que hasta ahora era un ser racional en alguien más adicto a la superchería.
ResponderEliminarEstamos como locos a la búsqueda de certezas absolutas. Personalmente, ni creo ni dejo de creer, ni veo mal ni bien que otros crean, allá cada cual con sus necesidades, es solo que tu micro da en la diana de los cuestionamientos y me provoca ciertas consideraciones de índole personal sobre el contexto de las creencias inducidas ante el que el miedo al vacío nos mueve a los seres humanos.
Un acierto de micro el tuyo, José Antonio, y revelador, pues me ha puesto a cavilar, y cuando esto me sucede, disfruto de lo lindo. Gracias. Saludos.
Quizá un truco de la pitonisa contra descreídos, quizá una macabra broma que el destino reservaba a la madame, lo cierto es que todos los meses disfruto mucho cuando volteas tu nuevo relato y muestras su contenido.
ResponderEliminarEnhorabuena, José Antonio. También por tu relato número LX.
Por aquí también se te echa de menos, compañero. Un abrazo.
Cincuenta palabras pueden hacer que un escéptico acabe creyendo.
ResponderEliminarSesenta relatos atestiguan sin duda la maestría de un creador de historias.
Y un abrazo, por último, para mostrarte mi afecto, José Antonio.
Nada menos que sesenta de cincuenta! Felicidades por ello, y por este impresionante (en todos los sentidos) relato de cartomancia, qué hoy nos ofreces.
ResponderEliminarQuisiera llegar hasta donde tú has llegado, aunque es difícil.
Saludos afectuosos.