Ludópatas
Cada vez que vuelve del bar, taciturno, su mujer pone un barreño con agua para sus pies y prepara la cena.
Mientras comen le acaricia la cara y mira, sonriendo, a sus ojos. Ambos se saben perdedores; él en las tragaperras, y ella por apostarlo todo al as de corazones.
Mientras comen le acaricia la cara y mira, sonriendo, a sus ojos. Ambos se saben perdedores; él en las tragaperras, y ella por apostarlo todo al as de corazones.
Una pareja de jugadores, pero creo que será más fácil que ella logre con su as de corazones algún triunfo ya que el amor lo puede todo, e incluso por ese amor lograr que él abandone el juego.
ResponderEliminarMe encanta esa ludopatía del amor.
Miguel un relato con mucho juego.
Un abrazo
Encuentro mucha poesía en tu "micro". Lo del "as de corazones", me ha llegado al idem.
ResponderEliminarSaludos, Miguel
Los dos atrapados, pero es ella la que más me enternece.
ResponderEliminarEnhorabuena y abrazos
Me duele esa resignación de ambos a una realidad tan ingrata. Tanto ella como él deberían quererse más a sí mismos; estoy seguro de que de ese modo todo en sus vidas cambiaría a mejor incluso sin dejar de compartirlas. También me pellizca ese final, en el que el amor logra brillar solo con su presencia a pesar de las circunstancias.
ResponderEliminarEstupendo este nuevo relato tuyo, Miguel, en el que la ternura y la derrota logran convivir gracias a ese sentimiento tan poderoso.
Un abrazo.
En principio resulta muy romántica y enternecedora la imagen de ella, pero al igual que él está enferma. Ese buenismo no hace más que agrandar el problema y que se hundan los dos juntos. Muy acertado el título, ya que son los dos los que están atrapados. Muy interesante y bien contado, Miguel. Saludos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, Miguel, porque me gustan las historias de derrotas cotidianas, como la que cuentas. Es terrible y muy común, demasiado... ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Una historia de perdedores, por los que, en general, tengo una cierta debilidad, enganchados a una pasión enfermiza, hasta eso tiene en común esta pareja, de ahí que se comprendan. Su problema es doble y doble puede y debe ser también el camino compartido para salir de él.
ResponderEliminarTan posible como tierno y terrible. Tus historias son cada día mejores y, como siempre, muy bien contadas.
Un abrazo fuerte, Miguel
Sobre la existencia de Dios, Blaise Pascal decía lo siguiente: «si gana, lo gana todo; si pierde, no pierde nada. Apueste a que existe sin dudar».
ResponderEliminarEn el caso del amor parece ser que debemos ser más cuidadosos al apostar. La anodina existencia de estos dos personajes nos lo deja bien claro. Buen relato.
Un saludo afectuoso.
El titulo es magistral y el relato que va desgranando una amarga historia de amor, es una pasada, Miguel.
ResponderEliminarPoético, sensible, impactante, triste, melancólico... Es una obra de arte. Y en esta obra de arte hay una última frase que me parece sublime: apostarlo todo al as de corazones. Tremenda ludopatía la del amor definida en esa frase que, para mí, quedará en lo mejor que he leído en cincuenta.
¡Bravo!
Pablo.
Un relato triste contado de manera poética.
ResponderEliminarMuy hermoso, Miguel. Un abrazo.
Cada uno perdedor en su vida,ambos juntos se hunden. Muy bien contando, algo que por desgracia no es ficción.
ResponderEliminarUn abrazo, Miguel
¡Qué bonito Miguel! Y cuanta ternura encierra esta triste historia.
ResponderEliminarLa última frase ,preciosa.
Un abrazo .
Carme.
Copio y pego el comentario de Pablo.
ResponderEliminar¡Qué bueno, Miguel!
Un saludo
Muy buen micro, Miguel, una vez más imprimes una gran sensibilidad con tu historia de perdedores que, bajo mi punto de vista, a la vez son ganadores. Un beso.
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