Muros de tierra (Trilogía de un reencuentro II)
Me despierto empapado en sudor. Seguramente la visión de descender tumbado, de desencadenar una delirante metamorfosis bajo la tierra debió desvanecer tan escalofriante pesadilla.
Está profundamente oscuro; aún debe ser noche cerrada. Todavía agitado, intento incorporarme para beber algo pero mi frente se topa con una acolchada tapa de madera.
Está profundamente oscuro; aún debe ser noche cerrada. Todavía agitado, intento incorporarme para beber algo pero mi frente se topa con una acolchada tapa de madera.
Antonio como siempre tus relatos tienen algo de genialidad que me atrapan, tienen magia.
ResponderEliminarRealmente no fue una pesadilla,tu protagonista está dentro de un ataúd, tal vez sufre de catalepsia y por eso se encuentra en esa situación, que es realmente desesperante.
Dentro de tu trilogía este protagonista se reencuentra con la vida o ¿tal vez con la muerte?, porque creo que su final será una muerte horrible.
Me encanta el título, para indicar por lo que está rodeado, apropiado para su situación.
Antonio muy buen relato, me ha gustado mucho. Esperando el tercer relato.
Un abrazo enorme.
Sí. Algo parecido a la catalepsia tuvo que ocasionarle tantos años de pérdida.
EliminarGracias por tu comentario, Vicente, y por estar siempre ahí, animándome, animándonos.
Un fuerte abrazo.
Antonio, me declaro fan incondicional tuyo.
ResponderEliminarImaginación, ingenio y una cuidadísima forma de tratar las palabras nos regalan una y otra vez unos relatos llenos de magia.
En dos frases has pintado una escena escalofriante. Una de las pesadillas más horrendas que pueden existir y que se ha hecho realidad. Genial lo de la acolchada tapa de madera. Magnífico lo de la delirante metamorfosis. Genial y magnífico todo el relato, título incluido que tiene su importancia siempre.
Tanto por tus relatos como por los comentarios que nos regalas, eres de las plumas más admirables en esta nuestra cincuentera comunidad.
Un abrazo.
Pablo.
Bueno, Pablo. Otra vez me dejas sin palabras, y van...
EliminarGente como tú sí es un regalo y regalo también es que te gusten mis historias y que me lo digas de esa forma tan apasionada y contundente.
Mil gracias, compañero. Tengo mucha suerte de que me leas y de poder leer las maravillas que inventas.
Un abrazo.
Desconocemos como será la muerte, porque, aunque perecederos somos, los que andamos por aquí aún no hemos pasado por ello y nadie ha venido para contárnoslo. Para eso está la imaginación y una buena pluma como la tuya. Al tratarse de algo desconocido, de un final de etapa incierto, es lógico que lo temamos, pero posiblemente todo sea más sencillo de lo que parece, aunque no es descabellado pensar que el afectado esté perplejo, que le cueste creer los detalles y sensaciones que conlleva este paso con todas sus fases. Quiero pensar que todo terminará bien en la última parte de esta trilogía con el reencuentro prometido, aunque quién sabe, es algo que sólo su talentoso autor conoce.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio
Digamos que este es un paso intermedio, necesario para el tercer y resolutivo relato con un gran premio después de una gran angustia.
EliminarEspero no defraudar en las pequeñas expectativas que haya podido crear. El nivel de calidad que escritores como tú imponéis, obliga a un maravilloso nivel de autoexigencia.
Muchas gracias por tus palabras, Ángel.
Un abrazo.
A mí, de pequeña, me pasó lo mismo. Qué miedo. Pero fue que me caí de la cama y rodé debajo. El cabezazo contra el somier, al intentar levantarme, fue lo más escalofriante que me ha pasado nunca. Así que, ánimo, que, a pesar de todo, puede ser una pesadilla.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio, y ánimo.
... y seguro que ha sido lo más escalofriante que te pasará jamás. Siendo capaz de moldear la imaginación a tu antojo, convertirás camas en tumbas o tumbas en fantásticas puertas a paraísos en blanco esperándote a que des forma a los colores.
EliminarLa suerte es que pintes por aquí y nosotros podamos verlo.
Un abrazo, Patricia y mil gracias.
Antonio, me ha entrado taquicardia solo de pensar en verme en la situación del protagonista.
ResponderEliminarGenial segundo relato de esta trilogía, con menos lirismo que el anterior pero más escalofriante.
Eres muy grande Antonio. Enhorabuena!
Mi aplauso y unos besos para el susto...
Genial es que pueda contar contigo para leer tus comentarios y tus fantásticos relatos. Me alegro por lo de la taquicardia y por lo del susto, es lo que pretendía. A ver si con el tercero te muevo el corazón más pausadamente.
EliminarUn abrazo con beso, por lo del susto.
La vivencia que procede de las pesadillas es tan real que desencadena en nosotros la angustia como si el episodio soñado fuera real. Pero el horror verdadero, es comprobar que el sueño es solo constatación de la pesadilla real en que estamos inmersos.
ResponderEliminarMuchas personas viven con este miedo real a ser enterrados vivos. tú, con este espeluznante y sobrecogedor relato, reavivas esos fantasmas y nos sirve una escena terriblemente bien escrita para desasosegar nuestro descanso, pues el protagonista, vivo está aún, enterrado en el relato.
Me lleva el micro a la película Buried, que partiendo de hechos reales, recrea una angustiosa realidad sobre personas secuestradas y enterradas vivas.
El listón de tu trilogía sigue tan alto como lo dejaste, ligeramente escorado hacia el terror. Es un placer leerte. un abrazo, Antonio.
Era inevitable que acabara entre paredes, en el primer relato, 'nadie se dio cuenta'.
EliminarManuel, gracias por tu comentario en el que, como en tus relatos, se nota el mimo con el que tratas a las palabras. Ya se intuía en tu primer micro, pero con el segundo has confirmado tu gran talento.
Estoy seguro de que nos vas a regalar muy buenos ratos.
Un abrazo.
Parece que tu protagonista está atravesando el misterioso proceso de la muerte con consciencia de estar aún vivo. Quizás patine, pero desde el principio me ha parecido intuir que está, de alguna manera, soñando muerto. Vale, no me hagas ni caso. :) Me encanta cómo escribes porque transmites un montón. Un beso grande, Antonio, esperaremos el desenlace de ese esperado reencuentro.
ResponderEliminarNo era mi intención forjar un sueño, pero bien pudiera serlo. Dicen que la muerte es el sueño eterno. ¿y por qué no? se sueña con la mente y se dice que el alma está en el cerebro.
EliminarGracias, maestra, por pasarte y dejarme tu comentario. Es un orgullo para mí hacerte esperar para leerme.
Un besazo.
La tafiofobia o el miedo a ser enterrado vivo, es uno de los grandes temas de la literatura de horror. Recordemos, por ejemplo, «El entierro prematuro» o «Enterrado vivo» del maestro Edgar Allan Poe. No puedo ni siquiera imaginar lo traumática que puede ser una experiencia así. Sin embargo, en este relato la corrección de las palabras es tanta que, lejos de espantar al lector, despierta su curiosidad de tal manera que lo hace esperar con ansia el desenlace de la trilogía.
ResponderEliminarCaray, Antonio, este 'ciento cincuenta palabras' tiene mucha miga.
¡Genial!
Un fuerte abrazo.
Vicente
Es extraordinaria tu intuición, Vicente. Conozco el relato de Poe y lo tuve muy presente al redactar el mío. Y aciertas plenamente con lo que dices, no pretendía tanto espantar, sino estremecer y preparar el terreno para el desenlace.
EliminarMiga la que bulle en tu cabeza, querido Vicente. Es un placer contar contigo.
Un fuerte abrazo.
Esa acolchada tapa de madera desencadena uno de los mayores terrores que acompañan al proceso de la muerte: el miedo a ser enterrado vivo. Espero y deseo que en la tercera parte el protagonista tenga alguna salida.
ResponderEliminarGenial serie, Antonio.
Un fuerte abrazo.
La tiene, Carmen. Aunque espero poder sorprenderos con el cómo.
EliminarMe alegro mucho de que te hay gustado. Mil gracias por tu comentario.
Un abrazo gordo.
Genial micro, Antonio. Consigues poner la carne de gallina al más valiente. Yo me he quedado helada con el desenlace. Hasta que nos ha ilustrado Vicente yo no sabía el nombre de esta fobia, pero la padezco sin duda (toda mi familia sabe que no quiero entierro ni muerta, mejor la incineración, al menos la agonía es más rápida).
ResponderEliminarUn beso.
Yo tampoco conocía ese nombre.
EliminarPues la verdad, un cuento de hadas no es, así que feliz por haber conseguido traspasar la pantalla y ponerte los pelillos erectos.
Gracias por tu comentario, Asun.
Un beso a ti también.
Empezaste la trilogía con un narrador omnisciente que describía la errónea certificación de una muerte. Prosigues la historia desde la perspectiva del no muerto, dejándonos ver la angustia que siente el que es enterrado en vida; y todo ello con la promesa de un reencuentro que se desvelará en el tercer relato.
ResponderEliminarEspero el desenlace en ascuas y con un crucifijo en la mano, por si acaso.
Saludos cordiales, Antonio.
No temas Carles, puedes devolverle el crucifijo al párroco del barrio.
EliminarPerspicaz apreciación la del cambio de narrador. En principio pensé en continuar con la tercera persona, pero en primera creo que gana fuerza y conecta mejor con el lector.
Lo dicho, espero que os guste el desenlace.
Un abrazo.
Precisamente la observación que hace Carles sobre el cambio de narrador es lo que me ha llevado a leer ambos relatos repetidas veces en busca de alguna clave escondida. Atribuyo esa nueva perspectiva a la intención de meter al lector con más intensidad en la piel del personaje, cosa que logras sobradamente.
ResponderEliminarEn la segunda parte de esta segunda entrega parece quedar claro que el remanente vital era físico además de mental, y que hasta el momento de salir de ese estado de vida latente el pensamiento subconsciente y el onírico han conformado un todo difícil de separar.
Fantástica saga la que estás creando, Antonio, ahondando en uno de nuestros mayores temores con mucho acierto.
Un abrazo, y a esperar la tercera, esta vez con el optimismo que alimenta el título.
Gracias, Enrique. Sí que he pretendido que el lector sintiera la aterradora situación de un protagonista que toma conciencia de ella desde un punto de partida onírico a otro absolutamente real.
EliminarLa tercera no será angustiosa, eso seguro. Espero que te guste.
Un abrazo.
Antonio, no tuve oportunidad de comentar la primera parte de este microcuento, de todas formas, ambas tienen vida propia, y pueden leerse como historias cerradas, aunque en la primera parte has dejado un cabo suelto al que pudiera engancharse esta segunda parte.
ResponderEliminarY ese sabor agridulce que nos queda después de leer cómo el personaje muere – o eso creemos- abrazado a la foto de su boda, se convierte en esta segunda parte en un espeluznante relato de terror, en el que, el personaje, tras haber sido narrado en esa primera parte, habla de lo que le ocurre en primera persona, y quedamos enterados de que le han enterrado vivo, una de las situaciones más angustiosas que puede vivir un ser humano y que, cómo no, algunos seres humanos les han hecho vivir a otros.
Me ha venido a la memoria el relato de Poe titulado El entierro prematuro, en el que el protagonista tiene pánico a que pueda ocurrirle tal circunstancia, algo a lo que no era ajeno el propio Poe. También me han venido a la mente algunas películas, y hasta un caso real, en el que, pasado mucho tiempo, después de exhumar un cadáver, se descubrió que le habían enterrado vivo, entre otras pruebas, por las marcas que había dejado en la tapa del ataúd, puedo asegurarte que pasé varias noches angustiado pensando en ese pobre desdichado.
Aunque tu personaje es de ficción, sólo puedo desear y abogar para que en esa tercera parte no tenga que vivir algo parecido.
Aparte de todo lo anterior, certificar la gran altura de las dos historias, lo bien imbricadas que te han quedado y la calidad siempre patente de tus escritos. Mis aplausos y mis saludos más afectuosos.
Me alegra que digas que los relatos tienen vida propia, porque uno de los retos que me planteé fue el conseguir una sólida historia en tres partes pero con entidad propia cada una de ellas.
EliminarMuchas gracias, una vez más, por tu elaborado comentario, y feliz por ese abrumador último párrafo.
Un abrazo.
"Dentro de su átono cuerpo aún palpitan recuerdos, pero nadie se da cuenta", quizá porque los muros que han levantado son de un material más sólido que la tierra. Y esa losa que abre la trilogía ahora aparece con un nombre grabado al lado de una fecha, y cierra herméticamente todas las rendijas para que la delirante metamorfosis no cese.
ResponderEliminarLa foto. ¿Dónde han puesto la foto?
Estoy segura de que el reencuentro no nos va a dejar indiferentes.
Ya lo sabes, pero te lo repito: me encanta leerte.
Un beso
Perfecto primer párrafo, Margarita. Un resumen con el que es imposible captar mejor la esencia de ambos relatos y, sin saberlo, del tercero.
EliminarLa foto representa el abrazo imposible que quizá no lo sea tanto.
Espero que el último transmita como mínimo lo mismo que tus comentarios.
Un placer, como siempre.
Un beso de vuelta.
Intrigante esta segunda entrega. Me siento expectante e intentando averiguar lo que esconde el tercero y resolutorio capítulo que ponga fin a esta trilogía, no sé por qué pero creo que nos hará saltar de la silla.
ResponderEliminarNo sé qué calificativos añadir que no te haya dicho antes o que no hayan apuntado ninguno de los que me preceden.
Eres muy grande Antonio, enhorabuena y gracias por compartir tus letras.
Beso grande.
Malu.
Sólo espero que os guste y ojalá pueda dejar bien cerrada la trilogía.
EliminarMuchas gracias Malu. Tenerte de lectora todos los meses es un lujo y una suerte.
Un besazo
Aunque tarde, no quiero dejar de comentar que tu historia me ha dejado helada a pesar de las altas temperaturas del verano. Solo espero por el bien del protagonista que, después de sufrir el peso de esa "losa de soledad" y verse encerrado bajo una "acolchada tapa de madera", consiga salir airoso por esa enigmática puerta de salida de la que tan solo tú posees la llave. Espero ansiosa oír el gemido del cerrojo al abrirse en la tercera parte de tu magnífica trilogía. Un abrazo, Antonio.
ResponderEliminarPara tardía, mi respuesta. Pero no quería dejar de agradecerte que me hayas dejado tu comentario.
EliminarEspero que también te guste el desenlace de esta trilogía.
Por cierto, enhorabuena por tu estupendo relato de agosto.
Un fuerte abrazo