Noches ciegas de champán
Cada noche se bañan en champán. La oscuridad del local ampara sus cuerpos: rotan se agitan, enardecen, guardan sus secretos.
Mario estudia en una universidad privada. Él preside un banco, se debe al matrimonio. Acaban de robarle el reloj.
Más tarde, el joven reconocerá la inscripción:
Al mejor padre.
Mario
Mario estudia en una universidad privada. Él preside un banco, se debe al matrimonio. Acaban de robarle el reloj.
Más tarde, el joven reconocerá la inscripción:
Al mejor padre.
Mario
Tan ciego iba en sus "noches ciegas de champán" que no se dió cuenta que robaba a su padre.
ResponderEliminarAunque yo le daría otra lectura, y es que algunos hijos no agradecen lo mucho que sus padres hacen por ellos y piensan que están ahí para pagarles todo, y en cierta manera esa es otra forma de robar.
Buen relato María Jesús, muy reflexivo y bien contado.
Besos.
M. Jesús, ambos llevan una doble vida, guardando las apariencias sin salir del armario, padre e hijo. No siempre es lo que parece...
ResponderEliminarBuen micro!
Besos
Si hacemos caso de la mala fama que últimamente tienen algunos banqueros, el hijo ha heredado del padre la afición de robar; también alguna más, que ambos mantienen en secreto, aunque al final todo se termina sabiendo y la vida le coloca a cada cual en su sitio, o eso dicen.
ResponderEliminarUn abrazo, María Jesús
Hay algunos microrrelatos que darían materia para una supernovela. Este es uno de ellos. Qué imaginación. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminar¡Madre mía! No quiero ni imaginarme la cara que se le habrá quedado. Muy buen relato. Mejor el final. Besos.
ResponderEliminarSecretos del padre, secretos del hijo... cuando salgan a la luz esto va a ser un culebrón. Y luego le echarán la culpa al champán...
ResponderEliminarMuy bueno Mª Jesús.
Un beso.
Malu.
Padre e hijo llevan doble vida. Vaya sorpresa la de Mario.
ResponderEliminarMuy buen relato, María Jesús. Un beso.
Lo has dejado en "la burbuja" más interesante, María Jesús. ¿Y ahora qué hace el hijo con el reloj? Casi puedo verle la cara.
ResponderEliminarYa nos contarás.
Un abrazo.
La vida entre máscaras guarda muchas sorpresas, como esta que nos has contado con maestría, María Jesús.
ResponderEliminarUn abrazo.
Menudo papelón ahora el de Mario, porque el dueño del reloj lo único que encontrará extraño es no volver a encontrarse con su joven amante. ¡Vaya historia nos traes, María Jesús! Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarTengo que irme al refranero para solventar el entuerto sosteniendo que de tal padre tal astilla.No obstante, tal vez les quede una solución para no romper la armonía familiar: salir juntos del armario y asistir al próximo día del orgullo. Buena la has liado, Mª Jesús. Estupendo relato que pone la cosa que arde. Saludos.
ResponderEliminarTu micro, Mª Jesús, refleja el arte de la ocultación, en el seno de la propia familia. Parece increíble, a veces, descubrir grandes secretos en cualquier familia, tras pasar años y años sin ni siquiera ser imaginados...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
¡Vaya novelón! ¡Lo que hace la oscuridad!
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo, María Jesús.
¡Menudo sorpresón! Creo que ha llegado la hora de que estallen las burbujas dando por finalizado este oscuro romance. Muuuuy imaginativo y bien contado, Mª Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarMoviéndose ambos en las altas esferas del ocio tarde o temprano estaban condenados a encontrarse, aunque el modo en que finalmente ocurre parece que va a dejar marcado para siempre al hijo.
ResponderEliminarMuy bueno, Maria Jesús.
Un abrazo.
Dicen que de noche todos los gatos son pardos. Más o menos el mismo color que tendría el arcoiris dentro del armario de la hipocresía.
ResponderEliminarBuena historia, Mª Jesús.
Abrazos.