Notas equivocadas
La ignorancia nos puede dar la felicidad.
La señora Emilia era feliz porque no sabía. Desconocía tantas cosas... Por ejemplo, que el tendero la timaba, que sus vecinas no la soportaban, o que su marido la engañaba. Bendita ignorancia.
Además, en el coro parroquial desafinaba. Y eso tampoco lo sabía.
La señora Emilia era feliz porque no sabía. Desconocía tantas cosas... Por ejemplo, que el tendero la timaba, que sus vecinas no la soportaban, o que su marido la engañaba. Bendita ignorancia.
Además, en el coro parroquial desafinaba. Y eso tampoco lo sabía.
Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente, y tu Emilia es un gran ejemplo de ello, Pero es que además de ciega es sorda. Jaja.
ResponderEliminarSimpático relato, muy agradable de leer.
Bien escrito, Carmen.
Un abrazo
Cierto es que Emilia no sentía tristeza alguna. Y en el coro la aguantaban estoicamente :-))
EliminarGracias Georges por tu comentario.
Un abrazo.
Carme.
La "felicidad del idiota" llamaban a esto, pero ¿quienes somos para juzgar?
ResponderEliminarLo de que sea sorda me ha encantado ;)
Seguramente hay más gente con esta felicidad de la que nos pensamos, o al menos con "alguna parte" de su vida en situación parecida.
Eliminar(un detalle: alguien puede cantar mal y no darse cuenta de ello sin necesidad de ser sordo, simplemente teniendo mal oído! ;-)
Gracias Pilar, encantada de que te guste.
Saludos!
Carme.
He conocido mujeres así, es increible. Coincide en todo menos que el marido la engaña. Espero.
ResponderEliminarPues si conoces un caso real, será mejor como dices que el marido no la engañe, pobre mujer.
EliminarPor mi parte la idea del micro surgió de un caso de desafinación en el coro, jeje.
Saludos!
Carme.
Hay una expresión que podría aplicarse a tu relato: "Cuánto sufre el que sabe". Según esto, lo contrario, la ignorancia, sería la felicidad. También dicen que "la verdad os hará libres", pero parece que esta mujer, consciente o no, sobrevive perfectamente bajo varias cadenas cotidianas, que la mantienen bien atada y con los sentidos mermados.
ResponderEliminarUn abrazo, Carme
Ángel, nos dejas como siempre tu buen análisis de la historia presentada. Es cierto que el que sabe puede sufrir, pero también puede hacer algo para remediarlo, para intentar tener una felicidad sincera, sin mentiras o verdades escondidas. La verdad haría desdichada a Emilia inicialmente, pero el tiempo podría ayudarla a encontrarse mejor (y quizá pasaría a tocar un instrumento en vez de cantar, jaja).
EliminarUn beso.
Carme.
¿Saber o no saber? This is the question. Depende a que ignorancia nos refiramos. Es este caso es mejor que no la saquen de su ignorancia, porque si lo hacen sufrirá muchísimo.
ResponderEliminarDecía Albert Einstein "Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas". Buen relato. Un beso.
Buenas reflexiones Olga. Pues no sé qué sería mejor para Emilia, quizá es cierto que sufriría mucho con la verdad... creo que es una señora no muy joven.
Eliminar¡Cuánta razón respecto a la ignorancia! Además cuando muchos ignoramos la misma cosa, malo, malo seguro.
Gracias por comentar. Un beso.
Carme.
Toda la vida escuchando el dicho que dice aquello de ojos que no ven... También se aplica aquello de a palabras necias... Buena mezcla tu relato. Enhorabuena. Besitos.
ResponderEliminarEl dicho a veces lo aplicábamos a pequeñas cosas ("que mamá no vea ese estropicio, ya lo arreglamos"), pero si son palabras mayores... pobre Emilia! - pero más por la situación que vive que por el hecho de no saberlo (todavía).
EliminarGracias tocaya.
Un beso.
Carme.
Ojos que no ven...
ResponderEliminarO quizá tu protagonista ignora a sabiendas, me da mucho que pensar...
Un beso, Carme.
Malu
... piedra con la que tropiezas!
EliminarVete a saber si Emilia se ha enterado ya de algo, y deja que todo siga igual. Puedes llevar mucha razón con esa opinión, quizá prefiere no liarla y que su vida siga como siempre. ¿Será más fácil vivir así? ¿Resignación antes que enfrentarse a todo para cambiar su vida?
Otro beso de vuelta.
Carme.
Yo me apunto a la teoria de Malu, creo que ignora a sabiendas, hace creer que no se entera y sabe más de lo que los demás creen. Y bajo esa ignorancia consentida es feliz.
ResponderEliminarBuen micro Carme, me ha gustado.
Besos.
Puede ser, Javier, que prefiera esa pseudo-felicidad, esa comodidad donde ha vivido siempre. Pero con 50 palabras no nos alcanza a saberlo... ;-)
EliminarGracias por tu comentario. Un beso.
Carme.
M. Carme, la Sra. Emilia desconoce demasiadas cosas, tal vez prefiera no saber. Lo de desafinar en el coro igual es su forma de vengarse de toda su comunidad...jajaja
ResponderEliminarBien contado,
Besos
Eso está bien... ¡¡venganza!! ¡¡a desafinar a tope!! - a ver si confunde a toda la cuerda de contraltos y arrastra al coro entero.
EliminarIgual de alguna cosilla sí que se va enterando...
Un beso Pilar.
Carme.
Qué felicidad la de la señora Emilia. No ve nada de lo que ocurre a su alrededor. Pero no la envidiamos. Quizá a ella le gustaría saber y obrar en consecuencia. Muy bueno lo del coro.
ResponderEliminarMe ha gustado, Carme. Besos.
Gracias tocaya!
EliminarYo tampoco la envidio, aunque del comentario de Olga salga que todos ignoramos algo. El coro, como comentaba antes, fue el detonante del relato, jeje.
Un beso.
Carme.
Menudar ironía más bien acompasada te ha salido, M. Carme. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Encantada de que te guste Margarita.
EliminarAunque Emilia desafine, quizá lleve bien el compás! ;-)
Un beso.
Carme.
Aunque suene contradictorio, algo de sabiduría hay en la ignorancia. La ignorancia entendida como la capacidad de atender las cosas realmente importantes y relegar las superfluas, porque, si a Emilia le dan placer sus "berridos", ¿quién se lo va a impedir?
ResponderEliminarUn relato muy bonito, casi una fábula, M. Carme. Me gustó mucho.
Un saludo afectuoso.
Que bonito comentario Vicente, con una dosis de filosofía de regalo. Ya se ve mejor esta ignorancia "selectiva", si algo no es tan importante quizá podemos dejarlo pasar sin preocuparnos por ello, y ya sabemos que no todos valoramos igual las cosas.
EliminarSobre si alguien puede impedirle sus berridos, bueno, quizá si es un pueblo o parroquia pequeños les toque seguir con ellos...
Celebro que te haya gustado.
Un abrazo.
Carme.
Conozco a algunas Emilias que se acomodan a esa supuesta ignorancia para vivir una vida de lo más llevadera, no sé si ese será el caso de tu protagonista. Me ha gustado mucho tu micro, Carme. Un beso.
ResponderEliminarPuede ser, puede ser... Me lo ha hecho pensar un comentario anterior que también apuntaba por ahí. Si le va bien así, qué le vamos a decir nosotros!
EliminarMe alegro de que te guste Matrioska.
Un beso.
Carme.
Hola M Carme, creo que tu relato nos presta una clave para la felicidad. Y es actuar en clave de ignorar lo que los demás piensen o juzguen de nosotros. Nuestras mayores angustias e infelicidades vienen del intento frustrado de agradar al resto de la manada. Cantar si canto bien, mostrarme feliz si todo me va bien...aunque el micro nos permite muchas posibilidades de interpretación, yo me permito, con tu permiso, la licencia de hacer a Emilia consciente de sus limitaciones, sabedora de lo que los demás creen que ignora, pero actúa aceptando la contrapartida de vivir con libertad: ande yo caliente y ríase la gente. Nos pone a cavilar. Buen micro. Saludos.
ResponderEliminarPues me parece un muy buen enfoque. El "ande yo caliente..." se lleva los "ojos que no ven..." por delante :-))
EliminarLa verdad es que hay pueblos donde es muy importante lo que piensen los demás. Pero nunca puede ser más importante que lo que pensamos nosotros. Lo que veo peor es lo del marido, pero vete a saber si tienen un matrimonio "abierto".
Leer vuestros comentarios me hace pensar más sobre mi micro y verle matices en las relecturas que ni siquiera yo había pensado antes.
Muchas gracias Manuel!
Carme.
“Hay dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo”, decía Freud. Y la verdad es que de ciertas personas uno no llega a dilucidar si son tontas o se lo hacen.
ResponderEliminarPor otra parte, pienso que todos cerramos los ojos ante ciertas verdades que nos atañen, unas de cerca y otras a mayor distancia, pero con las que no nos vemos capaces de enfrentarnos, cada cual tiene sus puntos débiles, sus miedos, sus fobias, sus manías, sus vicios, sus bobadas, incluso. Ojalá no fuese así, pero somos como una sábana hecha de retales que se puede romper por cualquier sitio.
Y creo que eso no les ocurre sólo a las personas simples, también personas muy inteligentes se autoengañan, por ejemplo, como en el caso de la señora Emilia de tu microcuento, con respecto a las infidelidades de su marido. También les hay que se engañan con respecto a sus hijos, o con respecto al partido político al que votan y son fieles, y no digamos ya cuando entran por medio los intereses económicos.
Así que, de una u otra manera, todos desafinamos en la vida como la señora Emilia en el coro, aunque quizá, en ese coro, no sólo ella desafine.
Por otra parte, el tema está de plena actualidad, pues en todos los casos de corrupción que nos invaden casi a diario, nadie se enteraba de nada, no sabían lo que hacían sus cónyuges, sus compañeros de partido, sus subordinados... O sea, o eran tontos, o ahora se hacen los tontos.
Mi enhorabuena, M. Carme, por tu relato. Saludos cordiales.
Puede ser que Emilia no se vea capaz de afrontar las verdades que ignora pues le llevarían a cambios en su vida que no quiere hacer. Entonces, ¿lo ignora todo? ¿o se hace la tonta?
EliminarHay veces que creemos lo que queremos creer y no aceptamos verdades por no querer que lo sean, a pesar de que eso no las vayan a cambiar.
Me gusta mucho tu frase "de una u otra manera, todos desafinamos en la vida como la señora Emilia en el coro". Creo que es una gran verdad!
Y respecto a la actualidad, los que mencionas no tienen un pelo de tontos, pero nos toman a todos nosotros por ello, y eso tampoco.
Gracias Enrique por tu comentario.
Un abrazo.
Carme.
¡Vaya felicidad la de Emilia! Pero SIEMPRE bienvenida. Saludos a todos.
ResponderEliminarPues quizá debemos dejarla seguir siendo feliz, no vayamos a llevarla a una depresión con difícil solución.
EliminarGracias por comentar Omar.
¡Saludos!
Carme.
La frase inicial de tu micro me parece acertadísima. ¡Cuántas veces hay que hacerse la sorda (y la ciega,) en ciertos ámbitos, para que no te lastimen!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Sí, la frase inicial es bastante cierta, pero no podemos negar que esa felicidad -con todo lo que se desconoce- es un poco falsa, y como se resquebraje el invento...
EliminarOtra cosa es simular que todo va bien y evitar males mayores.
Si se puede elegir, mejor que mejor. Si no, adelante con lo que tenemos!
Un abrazo de vuelta María José.
Carme.
Genial. La frase inicial es muy acertada pero no lo es menos el giro que le das a esa frase con la historia de la felicidad ignorancia de Emilia. Ojalá siga siendo feliz encerrada en su vida y no venga nadie a despertarla.
ResponderEliminarMe encantó.
Besos.
Pablo.
Ay Pablo, no sabemos si ella preferiría saberlo (y luego actuar en consecuencia, o quizá hacer ver que no lo sabe) o si preferiría seguir en la feliz ignorancia actual. El problema es que si se lo decimos para que elija, ya no tendría elección!
EliminarHay otros casos de feliz ignorancia, en la infancia unos cuantos de los más conocidos ;-)
Encantada de que te guste.
Un beso.
Carme.
Resulta paradójico que la humanidad ande desde siempre buscando el pleno conocimiento cuando al parecer la felicidad radica en todo lo contrario.
ResponderEliminarPobre mujer de todos modos, aunque el protagonista podría haber sido, evidentemente, también un hombre. Buen relato.
Un abrazo, Carme.
Bueno, creo que siempre queremos conocer. El problema es que la verdad no es siempre como la esperamos, con lo que a veces preferiríamos ignorarla?
EliminarUna felicidad basada en falsas creencias, ¿nos sirve?
Un beso Enrique.
Carme.
¡Ah, Carme! ¿Acaso no somos todos un poco Emilias a la fuerza? ¿Acaso nuestros gobernantes no nos tienen a todos engañados? Platón lo explicaba con su mito de la caverna. Vivimos en la oscuridad y no atisbamos más que las sombras de lo que realmente nos rodea.
ResponderEliminarPetó.
Carles, si hablamos de los gobernantes, mal vamos. Creo que ya pensamos que nos engañan tanto como pueden y más!
EliminarCierto es que vemos más sombras de las que nos pensamos.
Un petó.
Carme.