Orígenes de la fonética del ego
El hombre camina delante y alumbra el angosto pasillo con el fuego de una antorcha. La mujer
sigue sus pasos envuelta en pieles. Al final del corredor de piedra, ilumina el techo de la cueva.
—¡Ah!
—Uhm.
—¿Uuuhm?
—¡Yo!
La incipiente eufonía resuena entre los bisontes pintados de la cúpula.
—¡Ah!
—Uhm.
—¿Uuuhm?
—¡Yo!
La incipiente eufonía resuena entre los bisontes pintados de la cúpula.
Manuel nos trasladas a la prehistoria para mostrarnos las primeras palabras de asombro que como tu indicas en el texto resuenan con una sonoridad agradable (eufonía).
ResponderEliminarMe gusta ese dialogo que acaba con ese exclamativo ¡Yo! y que yo relaciono con el título de tu micro.
Buen relato Manuel, me ha gustado.
Un abrazo
Manuel, llámame rarita, si quieres, pero, al leer el micro, me pareció entender que la señora exclama sorprendida al ver que su vivo retrato eran un bisonte pintado en la cueva. Lo he pensado por lo de ir cubierta de pieles... Es un disparate pero me divierte interpretarlo así, jajaja.
ResponderEliminarFelicidades y un fuerte abrazo.
María José
Alguna vez alguien tuvo que idear un sonido que se identificase con la propia individualidad, que la hiciese distinguible a la de otros seres, bisontes incluidos. Estamos acostumbrados a vivir como si todo ya estuviese inventado, pero antes ha tenido un origen, también ese monosílabo capaz de englobar un ente completo. No sabemos cómo sucedió, pero para eso está la imaginación y ese código que compartimos, tan humano, llamado lenguaje, para plantearlo como hipótesis posible.
ResponderEliminarUn relato sumamente ocurrente y abierto a más de una interpretación.
Un abrazo, Manuel
Desde entonces la percepción de la temperatura entre hombres y mujeres era diferente, ya que es solo la mujer la que va envuelta en pieles.
ResponderEliminarInterpreto que la mujer se sorprende ante lo que ve y él le da a entender con ese "uhm" que es obra suya, pero como ella duda de lo que entiende con ese "¿uuhm?", él, por primera vez en la historia y lleno de ego, se muestra como "yo". Muy interesante, imaginativo e ilustrativo, Manuel. Felicidades y un abrazo.
Ahora que está tan en boga entre los investigadores la idea de que la percepción del 'yo' podría ser sólo una ilusión de nuestro cerebro, este relato nos cuenta con mucho tino cómo pudo haber sido el «bautizo» de esta ficción.
ResponderEliminarUn gran cincuenta que ilustra los mecanismos del lenguaje.
Abrazos.
Precioso relato sobre las pinturas prehistóricas. Asistimos a la primera mirada de admiración y sorpresa. El autor reafirma su ego pronunciando el primer "yo" de la historia. Muy visual y muy bien llevado ese diálogo.
ResponderEliminarMe ha encantado. Felicidades, Manuel. Un abrazo.
Amigos de cincuenta, da gusto recibir vuestras palabras. Con tiempo os contestaré el comentario, pero salgo de viaje ya y pierdo por unos días la conexión con internet. ¡Cosas del verano! Un abrazo grande.
ResponderEliminar"Yo". No creo que exista una palabra más pequeña en la que quepa tanto.
ResponderEliminarY que la hayas colocado en el mismo nivel que las interjecciones, consideradas como los restos de la forma más antigua y primitiva del lenguaje, y ambientado en una cueva de la Prehistoria, con los bisontes frescos aún en sus paredes, pues es una genialidad, Manuel.
Disfruta del verano y de la desconexión.
Un abrazo
Un título redondo para un relato soberbio.
ResponderEliminarUna buena historia, original e interesante, perfectamente narrada y con un final que la arropa completamente.
Haces sencillo imaginarse la escena en ese corredor de piedra. El diálogo con ese último ¡Yo! sobre el que pivota todo, es sencillamente genial.
Es muy difícil hacerlo sencillo, Manuel. Enhorabuena, has confeccionado un relato realmente bueno.
Un abrazo.
Manuel, nos traes un micro en el que nos cuentas los orígenes de la fonética del ego. Hasta ese momento solo se pronuncian sonidos, pero ante la duda de la autoría de esas pinturas rupestres aparece el ego del autor.
ResponderEliminarOriginal micro.
Besos
Nada como la necesidad para agudizar el ingenio, en este caso para dejar claro que eso que ha logrado causar la admiración de la mujer no lo ha realizado otro individuo sino "yo", o sea, "él", palabra que no sé por qué me da a mí que tampoco se tardaría mucho en inventar, sobre todo para señalar la autoría ajena de hechos menos loables.
ResponderEliminarEstupendo relato, Manuel, en fondo y forma.
Un abrazo.
Me ha hecho mucha gracia tu relato. Me lo he pasado pipa, con la pareja de trogloditas, sacando al exterior su ego, y reverberando el eco entre los bisontes.
ResponderEliminarMucha suerte y un saludo cordial.
¡Chapó! Un micro realmente extraordinario. Enhorabuena, Manuel, y un abrazo.
ResponderEliminarHola de nuevo, amig@s de cincuenta. Me reincorporo a la página después de un agosto movido, lleno de cambios y novedades, aunque esperaré al mes de septiembre para hacer comentarios, pues no me da tiempo a ponerme al día.
ResponderEliminarEmpiezo agradeciendo la atención que me habéis dedicado con vuestras palabras en mes de julio. Javier, Mª José, Ángel, Juana, Vicente, Carmen, Margarita, Antonio, Pilar, Enrique, Mª Jesús y Matrioska, es un placer contar con vuestros comentarios.Son a la vez espoleta y remanso, disparadero y recreo para relanzar de nuevo el hilo narrativo a la charca viva de cincuenta.Espero encontraros en la maraña de la senda de los micros anónimos por la que transita ahora la página. Nuevos alicientes, nuevos estímulos.
Un cordial abrazo a tod@s.