Parla, cane
Una borrachera de perfumes y colores estaba llevándome al borde del paroxismo en el parque del Retiro, cuando mi Pepa quiso darme su opinión: se acercó lentamente a los rosales, los miró, me miró y volvió a mirarlos. Luego, flexionó sus patas traseras, curvó su rabo y apretó el esfínter.
Nuestros amigos perrunos nos enseñan a no tomarnos las cosas demasiado en serio. Una rosa es una rosa es una rosa. Bravo por este relato, Luis.
ResponderEliminarLuis tus perros protagonistas no han hablado, han hecho lo que saben hacer cuando están en un jardín, aunque creo que tendrían que ser más educados, y no ir a los rosales del Retiro para hacer eso, más que todo por si los multan.
ResponderEliminarBuen relato Luis.
Un abrazo.
Y Pepa habló, a su manera, claro. Los perros son animales inteligentes, compañeros y amigos, pero no tienen que pensar ni sentir necesariamente lo mismo que sus dueños. Además, lo primero es lo primero. Si ese hombre estaba emborrachado de olores, la perrita estaría más allá de la ebriedad, dado su olfato desarrollado. En cuanto a colores, si es verdad que sólo perciben blanco, negro y gris, está claro que la realidad para ellos es diferente a la nuestra.
ResponderEliminarUn relato simpático y posible.
Un abrazo, Luis
Jajajaja! A veces es un gesto, y no una imagen, lo que vale más que mil palabras. Un besito.
ResponderEliminarMuy gráfico, Luis. La elocuencia canina es legendaria.
ResponderEliminarSaludos.
Jajaja ya me imagino al dueño embriagado por su paseo, cuando su querido amigo le da una buena bofetada de realidad Jajaja
ResponderEliminarUn saludo Luís San José
¡Cómo eres Luis! Espero que hayas llevado la correspondiente bolsita para recoger el excremento de Pepa.
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Malu.
Siempre he defendido la libertad de expresión. Un beso para todos.
ResponderEliminarPepa lo tiene claro, donde esté un buen rosal… Tienes una pluma especial para pintar imágenes en la retina, Luis. Felicidades por el micro y un abrazo.
ResponderEliminarLuis, me parece que Pepa ha dejado muy claro su mensaje.
ResponderEliminarBesos
Más vale que en este ambiente virtual no se perciben los olores (de momento). Una idea muy divertida y bien plasmada que seguro nos ha hecho sonreír a muchos. Saludos, Luis.
ResponderEliminarSeguramente también hay mucha belleza encerrada en ese gesto tan natural de Pepa, esa flexión que en tu historia cobra la dimensión de irrefutable reflexión.
ResponderEliminarQué bueno eres, Luis.
Un abrazo.
No hay bella rosaleda que se precie sin un buen abono. Seguro que Pepa tuvo esto muy presente a la hora de dar su plástica opinión.
ResponderEliminarUn relato muy divertido, Luis.
Un saludo
Luis, qué bonita la borrachera y las rosas que mira Pepa... hasta que flexiona las patas!
ResponderEliminarSimpático micro!
Un beso.
Carme.
De algún modo, Pepa puso las cosas en su sitio, aliviando su vientre y la locura transitoria del can protagonista.
ResponderEliminarDivertida muestra de la técnica del extrañamiento en versión animal, Luis.
Abrazos.
Buenísimo.
ResponderEliminarSaludos, Luis
Me ha gustado el relato, porque me encantan los perros, sobre todo cuando corren en libertad y lo husmean todo.
ResponderEliminarUn saludo Luis