Revelación
Admiraba su inagotable vitalidad, su afán de superación, el optimismo que en todo momento mostraba y esa alegría que siempre nos contagiaba. Cual Mary Poppins moderna, su enorme bolso parecía contener cualquier cosa imaginable. Aquel día, un tropiezo y salió a la luz lo jamás imaginado: su cajita de Citalopram.
Fina a lo mejor es una revelación que tome ese fármaco antidepresivo y que da vitalidad, pero no sabemos las causas, se lo puede haber mandado el médico y ser la única manera de salir adelante y llevar una vida normal, y poder trabajar y hacer muchísimas más cosas. Podrá ser una revelación pero ello no implica juzgar sin conocer las circunstancias.
ResponderEliminarBuen micro Fina, esa comparación con Mary Poppins me ha encantado y muestra la vitalidad de tu protagonista.
Besos
Felicidad ficticia. Es de a agradecer que, a pesar de la depresión, sea capaz de ponerle buena cara a la vida, aunque el motor sea el antidepresivo.
ResponderEliminarMuy original y bien escrito, Fina.
Un beso.
Un secreto bien escondido y, al final, revelado. Si es cierto que somos química, no sería discutible ayudar al cuerpo añadiendo alguna sustancia que contribuya al buen ánimo y a la vitalidad, aunque lo ideal sería el auto control y no tener que recurrir a factores externos, eso es demasiado fácil, además de ficticio. Por desgracia, la depresión es un mal cada vez más extendido en este mundo de locos.
ResponderEliminarBuen planteamiento y desarrollo, Fina
Un abrazo
Muy bueno, FNR. Tu relato me ha recordado el título del libro «Más Platón y menos Prozac» de Lou Marinoff, je, je.
ResponderEliminarSaludos.
Ohh, su felicidad era de mentira, qué decepción. Aunque quién sabe? tal vez la lleve ahí por si un día le fallan los métodos tradicionales. Un besito.
ResponderEliminarCómo una sola palabra puede cambiar de golpe el sentido de un relato. Fantástico, Fina, enhorabuena. Un beso.
ResponderEliminarNo sabía yo que esas pastillas podían hacer magia, ja, ja, ja...
ResponderEliminarYo pienso que para ser feliz hay que intentarlo todo y si es con química, adelante, claro que sí.
Querida Fina, me encanta leerte por aquí, te mando un beso enorme.
Malu.
¡Ay, doña Felicidad! Deseada siempre por todos, pero tan esquiva para algunos… En realidad, con este relato pretendía hacer un pequeño homenaje a esas personas que, aun cuando no están pasando por su mejor momento, no permiten que ello influya en su forma de ser y actuar ni, por supuesto, van pregonando sus penas a los cuatro vientos porque, como cantaban The Corrs, “everybody hurts sometimes”.
ResponderEliminarJavier, Pablo, Ángel, Vicente, María José, Matrioska y Malu, gracias por vuestros comentarios. Es un placer formar parte de esta familia porque con vuestras palabras siempre me animáis a seguir intentándolo.
Un abrazo para cada uno.
Fina,esa felicidad que siente y contagia la protagonista no es muy frecuente hoy en día. Al final nos has descubierto su secreto con tan solo una palabra.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Admirable la vitalidad de tu protagonista, Fina, aunque tenga cierta "ayuda" externa. Te felicito.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Ya lo decía Mary Poppins: "con un poco de azúcar la píldora que os dan, pasará mucho mejor"
ResponderEliminarEsa vitalidad de farmacia es una especie de cirugía estética interior. Estimular la propia naturaleza puede estar muy bien cara a la galería, pero finalmente pasa factura. Y entonces la galería clamará: si te he visto, no me acuerdo.
Buen relato. Muy acertado ese entrañable personaje fantástico intercalado en una historia de personalidad de cartón piedra. Enhorabuena.
Un abrazo.
Me alegro de que os haya gustado el relato y muchísimas gracias por hacérmelo saber, Pilar, María José y Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es difícil mantener la sonrisa dibujada permanentemente en la cara, más aún cuando la adversidad y los contratiempos te salen continuamente al paso. Sí al menos tenemos algún remedio para sobrellevarlos la vida puede ser algo menos complicada.
ResponderEliminarEnhorabuena, Fina, por tu relato. Un abrazo.
A veces el pretender artificiosamente estar a una determinada altura, nos puede acarrear efectos secundarios que nos dejen peor que en un principio. Como dice Vicente Varas, más Platón y menos Prozac que al menos noy habrá efectos secundarios negativos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato amiga Fina.
Un besazo.
"Super cali fragil istica espiral i dosa" tu revelación, Fina.
ResponderEliminarUn abrazo
Os agradezco vuestros comentarios, Mª Jesús, Isidro y Margarita, y os mando besos para los tres :)
ResponderEliminarPara mí el alma de tu historia está en esa cajita de pastillas, pues nos habla de unas virtudes que siempre habían estado ahí y que por cualquier circunstancia quizá estuvieron ocultas durante algún tiempo. Gracias a ese medicamento ahora salen a la luz de nuevo y quizá en un cercano futuro no lo necesiten para seguir brillando.
ResponderEliminarUn abrazo, Fina.
Si el Citalopram le ayuda a ser esa persona admirable que nos describes está totalmente justificado. Creo que habrá muchas "Mary Poppins modernas" medicadas, y por ello no son personas menos válidas. Las medicinas están para tomarlas en caso de necesidad, eso sí, con control médico y en su justa dosis. Muy interesante tu "revelación", Fina. Saludos.
ResponderEliminarAsí que esta Mari Poppins iba un poco dopada. Quizas se exige demasiado a sí misma. Esperemos, en todo caso, que todos aquellos a los que hacía bien ahora no le den la espalda.
ResponderEliminarBeso, Fina.
Muchísimas gracias por vuestros comentarios tan acertados, Enrique, Juana y Carles.
ResponderEliminarUn abrazo.