Tiempos bizarros
Ya es oficial: la Roña ha alcanzado el distrito financiero. Yo mismo he visto cómo se desplomaba el edificio de la bolsa bajo el peso de la podredumbre. Afortunadamente, las milicias populares llegaron a tiempo para sacar vivo al Presidente.
Tuvieron que arrancarle la lengua para que dejara de gritar.
Tuvieron que arrancarle la lengua para que dejara de gritar.
Tal vez las milicias populares, el pueblo, no le hicieron ningún favor al presidente, tal vez es eso lo que ellos querían ajusticiarlo de alguna manera y hacerle sufrir, ya que tal vez, o lo más seguro es que el poder financiero haya sido el culpable de la pobreza y por fin prueba su propia medicina.
ResponderEliminarCarles un relato con mucho fondo, y dentro de su morbo me encanta la frase final. Buen micro.
Un abrazo y, a no ser que sea un error, enhorabuena por publicar este mes un segundo relato, un placer volverte a leer.
No es nada extraño pensar en la posibilidad de un apocalipsis futuro, o al menos alguna variedad de revolución o cambio, no hay más que ver las noticias y este mundo tambaleante, siempre en precario equilibrio. Que ese final o cambio brusco tendría que ver con la economía está claro, algo tan etéreo, abstracto y delicado, dominado por el egoísmo y que se resiente con cualquier cosa, que de alguna forma esclaviza, no puede terminar bien. Que un líder se aferre a los restos de ese montaje financiero y en cierto modo ficticio, resulta lógico. Entre el injusto mundo actual y ese en el que la Roña, irónicamente, hace limpieza, sería difícil decir con cuál quedarse.
ResponderEliminarTienes capacidad para elaborar historias que a otros ni se nos ocurrirían, y yo te agradezco mucho que las compartas.
Un abrazo de verano, Carles.
Me has dejado boquiabierta con tus Tiempos bizarros, Carles. Fabulosa distopía la que has creado, yo también he podido ver la caída del grandioso y carcomido edificio de la bolsa.
ResponderEliminarEstoy segura de que este relato va a ser uno de los finalistas de este tórrido mes de julio. Me ha encantado el tono aséptico que le has dado a la catástrofe, y la imagen brutal de ese presidente que me temo que va a perder mucho más que la lengua.
Un beso.
Carles, me parece que tu micro tiene mucho de realidad. Nos presentas un futuro apocalíptico tsl vez no muy lejano.
ResponderEliminarMuy buena tu última frase.
Besos
Imagino las turbulencias, la confusión y los nervios antes de que la noticia fuese oficial. Por suerte tú estabas ahí, con tu libreta de espiral y tapa blanda y tu lapicero bien afilado, presto a recoger todos los detalles e informar cuanto antes a la ciudadanía para evitar que las lenguas maliciosas inflaran los dividendos.
ResponderEliminarFelicidades por tu nueva faceta de bizarro corresponsal.
Un beso
Hola, Carles,
ResponderEliminarEl caos de los mercados es sólo otro síntoma de la enfermedad. Como dejas claro en el relato, la Roña ha alcanzado otro bastión, uno de los últimos quizás. Sin embargo, ya hace tiempo que proliferó en otros ambientes no tan lejanos. Me parece que los gritos del presidente se venían cocinando desde hace mucho.
Un abrazo.
Qué gran personaje ese de la Roña. Con ese nombre la sucia corrupción adquiere carácter de cómic. Y que poca paciencia le ha quedado a esas milicias, que ya no están ni para escuchar los lamentos del Presidente.
ResponderEliminarExcepcional relato, Carles. Tanto el tema como la forma que le das lo hacen muy original. Muy genuino tuyo.
Un abrazo.
Quise decir "genuinamente", aunque tampoco me suena bien.
Eliminar"El peso de la podredumbre" tendría que estar haciendo caer tantas cosas ya... A ver si aparece por aquí la Roña y consigue algo, porque como lleguemos a la parte de las milicias populares como apunta alguien por aquí...
ResponderEliminarVaya retrato nos dejas de un futuro no tan imposible como parece :-/
Un petó.
Carme.
Bravo, Carles. Es así la náusea que estamos viviendo, como tú nos la cuentas en pocas palabras, pero firmes. Un abrazo y enhorabuena por tus letras valientes.
ResponderEliminarUna ácida caricatura sobre la corrupción. La propia podredumbre que el poder del dinero genera, ha alcanzado la sala de máquinas, corazón y bastión de lo que nos convierte en simples animales organizados.
ResponderEliminarNo es de extrañar que quien más grite sea el que más dura sufre la caída; el que cae de más arriba.
fabulosa fábula que no solo nos muestra a dónde vamos, sino, lo que es peor, de dónde venimos.
Chapó, Carles. Me ha encantado.
Un abrazo.
Los cascotes del edificio me han sepultado. A mí ni siquiera me queda la lengua para gritar, pero sí me funciona la razón, para clamar a los vientos, que tienes muchísima R A Z Ó N.
ResponderEliminarReal como la vida misma, Carles.
Saludos
Con un poco de suerte toda esta locura acabe como anuncias en tu micro, cayendo por su propio peso de roña y podredumbre. Y ojalá esas milicias sepan estar a la altura y no reconstruyan lo que por justicia se tiene que desmoronar. Me ha gustado mucho tu micro, NotinCarles. :) Un beso.
ResponderEliminarNo sé si han estado muy acertadas las milicias populares, creo que antes de dejar mudo al presidente deberían armarse de jabón y estropajo para luchar contra la Roña. Espero que este micro no sea premonitorio, pero la verdad es que las cosas no pintan nada bien. Muy bueno, Carles. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Carles,me ha encantado tu micro. Simplemente genial. Ya me lo imagino en una película.
ResponderEliminarSaludos.
Carles, este es un MicroCarles genial. También estás creando estilo. La forma tan original de narrar algo que es tan cercano me ha parecido una verdadera lección de cómo escribir un microrrelato. Eres grande, Carles. Hasta le has cortado la lengua a alguien que no queremos escuchar más.
ResponderEliminarMe encantó, genio.
Un abrazo, amigo beodo.
Pablo.
Magnífico relato, no me atrevo a decir micro.
ResponderEliminarEs de una actualidad apabuyante. ¿Cómo se puede confiar en un presidente que te está llevando a la ruina? Pero, así es el ser humano o la masa, en este caso. Yo le hubiera arrancado el corazón.