Una
Le serví el café en el sofá.
Cuando vi que el mando de la tele se le escurría, creí que era el momento de decirle, como siempre hizo él, que ansiaba su perdón y que lo quería mucho. También le dije que no volvería a ocurrir, pero aquí no mentía.
Cuando vi que el mando de la tele se le escurría, creí que era el momento de decirle, como siempre hizo él, que ansiaba su perdón y que lo quería mucho. También le dije que no volvería a ocurrir, pero aquí no mentía.
En este caso la venganza, intuyo que legítima, se sirve caliente, y claro que no se volverá a repetir: dos tazas serían demasiadas, podrían quitarle el sueño, :).
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
Una vez hecha la venganza, viene el arrepentimiento, pero ya llega demasiado tarde. Muy buen relato, Javier. Te felicito.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Atrapados en medio de un hervidero de ira acumulada, el desenlace de esta pareja ha sido muy desafortunado. Al final, creo que la venganza no otorga todo lo que promete aunque a veces parezca ser la única puerta disponible para escapar.
ResponderEliminarBuena historia.
Saludos, Javier.
Simplemente te puedo decir que has escrito una genialidad, Javier. Una manera muy sutil de contar una venganza en la que las palabras de tu protagonista, para culminar el relato, son verdaderas.
ResponderEliminarMe encantó.
Un abrazo.
Pablo
Tu protagonista ha servido su venganza caliente y en taza. Su acción ha sido única e irrepetible, pero al leerte parece que ella ha tenido que aguantar mucho.
ResponderEliminarJavier buen relato, me ha gustado, una historia muy bien contada.
Un abrazo.
Javier, me ha gustado mucho la manera que ella actúa devolviéndole la misma forma de actuar de él con ella, hasta ver su final.
ResponderEliminarEnhorabuena!
Besos
Un micro que lleva a preguntarse qué puede haber movido a esa mujer para actuar de esa manera. Su proceder, desde luego, no es digno de elogio ni se puede justificar, pero algo hace pensar que el de su compañero envenenado tampoco debió de ser correcto.
ResponderEliminarUn abrazo de verano, Javier
Cuantas mentiras, golpes, humillaciones y vete a saber qué más habrá soportado esta mujer para llegar este punto. Ese "te quiero" que recibía... Brrrrr.
ResponderEliminarMuy bien relatado.
Un beso.
Carme
Una y no más, como Santo Tomás. Suficiente para decir "hasta aquí hemos llegado". Suficiente e irreversible, también.
ResponderEliminarBien contado, Javier.
Saludos cordiales.
Nos has servido una taza de café bien amargo que hay que beber sorbo a sorbo para paladearlo.
ResponderEliminarMe gusta.
Un saludo, Javier
Muy bueno, Javier. Un acto de venganza con ese envenenamiento narrado con tanta sutileza, que más que un acto criminal, parece un susurro. Felicidades y un beso.
ResponderEliminar