Babel: El hijo del conserje
Me paso el día entero jugando con el ascensor. Pulso números al azar en el tablero. Voy por los pasillos del edificio escuchando detrás de las puertas numeradas. Aprendo palabras en swahili, japonés, alemán e inglés. Nadie se entiende con otro. Quizás por eso nunca se enteraron de mi muerte.
Escrito por Vicente Varas - Twitter
Al leer el titulo e ir leyendo tu relato pense que era un niño que jugaba por el edificio donde su padre es el conserje, pero la última palabra de tu relato da un giro total y una nueva dimensión a la historia.
ResponderEliminarMuy buen relato amig@, me ha gustado.
Abrazos.
Fantástico relato el que nos ofreces, haciéndonos ver la confusión producida tras las puertas de la muerte. Además, me toca la fibra sensible el título, en el que me veo reflejado, al acordarte de esos trabajadores, en demasiadas ocasiones, víctimas del desprecio. Suerte y saludos.
ResponderEliminarEspero que ese niño encuentre pronto algún amigo que hable su idioma esté en su misma situación, porque la muerte que lleva es de lo más aburrida.
ResponderEliminarMuy buen relato, me ha gustado.
Muy original esa Torre de Babel moderna –puesto que tiene ascensor- con fantasma de niño rondando por sus alturas y vericuetos, pasando ante despachos en los que, sin duda, se tratan cuestiones oscuras que afectarán a individuos que viven en lejanos lugares del mundo y que son ignorantes de que gran parte de su futuro depende de esas conversaciones -seguramente en la lengua del Imperio por más que aquello sea Babel-, mantenidas por quienes manejan el cotarro. En esos despachos sí que se entenderán, a sus ocupantes no les afectará la maldición de la confusión de lenguas, me temo.
ResponderEliminarPor otra parte, queda por saber cómo perdió la vida ese niño. ¿Se cayó por el hueco del ascensor? En fin, bastante inquietante y con muchas ramificaciones la historia.
Enhorabuena y un saludo.
Me he imaginado,no sé porqué, al protagonista cómo actor niño del resplandor... ¿Quién sabe quizá en un final alternativo??
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un saludo.
Un fantasma muy fisgón. Y un final muy sorprendente. Me ha gustado.
ResponderEliminarSaludos.
Pablo.
¿Hay turistas tanzanos?
ResponderEliminarPlacido, me sorprende tu pregunta.
EliminarMaria Jesús, supongo que Plácido lo dice por el idioma swahili que menciona el autor, hablado sobre todo en Tanzania.
EliminarSaludos!!
Ni los fantasmas se libran del cotilleo.
ResponderEliminarBuen final.
Inquietante final nos depara el hijo del conserje. (¿Quizá es conserje de un hotel que se asemeja a Babel por los idiomas de los turistas?)
ResponderEliminarComo dice Asun, el pobre niño-fantasma se aburre mucho.
¡Saludos!
Carme.
Me imagino que Babel es el nombre del niño, que vaga su fantasma por un hotel donde trabaja su padre. Los clientes de un hotel son de nacionalidades diferentes. Se van unos y vienen otros, así no se han enterado de su existencia ni de su muerte.
ResponderEliminarBuen relato, con sorpresa al final. Nos haces creer que trata de un niño que juega y nos desvelas que se trata de un fantasma.
Besos