El cronotipo
Noches enteras sin dormir. Esto no es vida. Yo quisiera ser como ella, siempre tan despierta, tan fresca desde temprano, en la mañana. Pero el destino ha hecho que tenga que estar siempre alerta, con los ojos muy abiertos, en medio de la oscuridad... Ya se levanta la odiosa alondra.
Escrito por María José Viz Blanco
Está claro que tu protagonista es el búho, siempre alerta durante la noche sin poder dormir. Título acertadisimo a partir del cual has desarrollado todo el relato, genial.
ResponderEliminarBuen relato amig@.
Abrazos
Muchas gracias, Javier. He querido contraponer la vida de la noche y la del día, utilizando los símbolos del búho y la alondra. Siempre me ha llamado la atención lo diferentes (aparentemente) que son. Un saludo.
EliminarNo todos pueden ser lechuza y disfrutar de la noche estrellada y su silencios cómplices
ResponderEliminarDesde luego, Pilar, que la noche tiene muchos encantos. A mi buho le permite dedicarse a reflexionar. Besos y gracias por pasarte.
EliminarEse odio que tiene tu protagonista por la alondra ¿podrá estar mezclado con una pizca de amor?
ResponderEliminarSaludos.
Pablo.
Pues no había pensado en ello, en un principio, Pablo. Pero puede ser una mezcla de amor y odio; o, más bien, de admiración y envidia. Muchas gracias y un saludo.
EliminarComo me ha ocurrido con otros relatos anteriores me siento identificado con tu protagonista, el pobre buho, puesto que yo tampoco duermo demasiado. Y la alondra, tan pizpireta, a recibir alegre la mañana sin acordarse del incansable vigilante noctámbulo. Me ha gustado mucho. Saludos y suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jesús. A veces se asocia la mañana con la alegría y la noche con lo contrario. Pero, por suerte, no siempre es así. Un saludo.
EliminarTan importante el búho como la alondra en el ecosistema. Cada uno, desde su sitio, contribuye al equilibrio de la naturaleza.
ResponderEliminarAleccionador.
Saludos, anónim@.
Tienes mucha razón, Vicente. Todos somos piezas de un mismo engranaje y, por tanto, absolutamente necesarios. Además, los seres humanos pasamos por etapas alternas (ese es mi caso, por lo menos) en las que somos más alondras y, otras, en las que la noche es nuestro verdadero hábitat. Gracias y un saludo.
EliminarMás que odiosa, por lo que dice antes sería envidiada...
ResponderEliminarPasa muy a menudo que nadie está contento on lo que tiene y quiere tener lo que ve en otros.
Saludos!
Carme.
Dices una gran verdad, M. Carme. La insatisfacción forma parte intrínseca del ser humano. Cuando no estamos muy contentos con nuestra labor y queremos mejorar, es un sentimiento positivo. Pero el no valorar lo que uno tiene es algo realmente nefasto y su consecuencia más inmediata es la espantosa envidia. Gracias y saludos.
EliminarSi en la escala del cronotipo, en su parte más alta, está el búho y en su parte más baja la alondra, diré que me siento mucho más cercano al búho que a la alondra. Madrugar me ha costado siempre horrores, en el servicio militar lo pasaba francamente mal cuando sonaba diana –nada que ver con la diosa-, y al saltar de la cama yo era lo más parecido a un zombi.
ResponderEliminarEl paso de los años va arreglando un poco eso, pero, si puedo, no madrugo en absoluto, para mí la hora prudencial para levantarme son las diez de la mañana. Claro está que por la noche me quedo despierto hasta las tantas, y es cuando estoy más despierto –valga o no la redundancia-, por la mañana, por el contrario, hasta estoy de mal humor, y me digo que comenzar el día es como el castigo de Sísifo: hay que repetir todas las tareas que ya hizo uno el día anterior y el anterior y el anterior...
Así que el búho ha de acomodar su vida a lo que la naturaleza le ha dado, y no fijarse en la alondra ni pensar en que es mucho más suertuda que él, cada condición tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero lo que siempre ocurre es aquello tan famoso de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
Un saludo afectuoso y enhorabuena por el microcuento.
Muchas gracias, Enrique, por compartir tus vivencias y visión de la vida. Yo he tenido mis etapas de búho y las de alondra. Las dos tienen su encanto, como bien dices.
ResponderEliminarSaludos afectuosos también para ti.
Yo también soy búho, y comparto todo lo que ha expuesto Enrique. En vacaciones disfruto de mi noctambulidad y la aprovecho escribiendo o leyendo cuando todos duermen y la casa está en silencio. Lo malo viene cuando hay que trabajar al día siguiente, entonces sí me gustaría poder dormir temprano. Una vez escribí un relato llamado "Tempranillos versus vespertinos" que iba de las costumbres que diferenciaban a las personas según sus hábitos de sueño.
ResponderEliminarUn abrazo.
Asun, me gustaría leer el relato al que haces referencia. ¿Está en Cincuenta Palabras?
ResponderEliminarEl problema, como bien dices, surge cuando hay que madrugar. El descanso es muy saludable y necesario. Las noches de insomnio forzosas, por falta de sueño, minan a la persona, aunque sea lentamente.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Hubo una época en mi vida en la que era búho y alondra, aprovechaba el tiempo de lo lindo... Años después la edad va haciendo mella y soy incapaz de ser las dos aves a la vez, así que tengo que ir eligiendo, pero si puedo me quito horas de sueño y me quedo con las dos que la vida es un suspiro y hay que exprimir al máximo.
ResponderEliminarMe encanta el micro.
Un beso. (Creo que sé quién eres... ji, ji, ji).
Malu.
Malu, gracias. Compatibilizar noche y día, es harto complicado para mucha gente. A mí también me está haciendo mella la edad y tengo que optar por más regularidad en el descanso. Había que elegir entre ensoñación o dormir y, últimamente, opto por lo último.
ResponderEliminarUn beso.
Con tu micro nos demuestras que nadie está contento con lo que es o con lo que tiene y envidia lo que son o tienen otros.
ResponderEliminarBuena metáfora!
Besos
Muchas gracias, Pilar, por comentar mi micro. Yo nunca he sabido ver la parte positiva a la envidia, por mucho que se asegure que existe "envidia sana". Saludos.
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