La cena de los carroñeros
Sobrevolábamos el árido desierto en busca de comida, cuando divisamos a lo lejos algo que se movía lentamente. Se trataba del cuerpo de un hombre joven que agonizaba de sed. Bajamos todos del cielo dispuestos a esperar, en cuanto expirará el último aliento lo devoraríamos hasta dejar solo los huesos.
Escrito por Encarna Cuesta García
Estupenda incursión en la mente de un buitre, animal que al igual que el escorpión de un relato reciente, tiene mucha carga simbólica. Basta citar la segunda acepción de la palabra en el diccionario:
ResponderEliminar«Persona que se ceba en la desgracia de otro».
Buen micro.
Saludos, anónim@.
Se ve venir pero... No por eso pierde fuerza. Felicidades al autor
ResponderEliminarMuy buena descripción de ese vuelo y esa busqueda de algún cadáver.
ResponderEliminarY opino como Vicente, todo este relato se puede llevar a la segunda acepción del diccionario, y en la vida real hay muchos carroñeros.
Buen relato amig@.
Abrazos.
Qué mal rollo me dan esos buitres esperando a que el chico muera para devorarlo. Espero que no se esté dando cuenta de nada, porque el panorama es de lo más desolador y lo has descrito muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa espera de los buitres me ha recordado una terrible foto que ganó el Premio Pulitzer, en la que se ve a un niño sudanés famélico tras el cual hay un ave carroñera esperando su muerte para darse el festín.
ResponderEliminarLo inquietante de la historia es que el niño en cuestión sobrevivió a aquella situación –parece que murió de unas fiebres a los 17 años- y el fotógrafo que la hizo y que ganó el Pulitzer por ello, acabó suicidándose, entre otras causas, por las duras críticas que recibió por no haber auxiliado a aquel niño.
En cuanto a las acepciones que recoge el diccionario para la palabra buitre, la segunda referida a la persona que se ceba en las desgracias de otro es la que más calado tiene, al fin y al cabo, las aves rapaces obedecen al instinto y nada saben de moral o ética, pero los buitres bípedos implumes, como definió Platón a lo que ahora conocemos como homo sapiens, sí que saben lo que hacen, aunque, al parecer, Cristo pidió el perdón para ellos en la cruz porque no sabían lo que hacían.
Mis felicitaciones y un saludo.
Tu relato bien podría ser una metáfora sobre la sociedad actual. Dónde el joven, es cualquier joven con la actual precariedad laboral, el desierto árido el sinuoso y tortuoso camino de la vida, y los buitres el de la compañía del gas, el de la luz, el de la hipoteca del banco...jejeje
ResponderEliminarUn saludo. Buen relato.
Es triste, pero la forma de actuar de muchos humanos con sus congéneres se asemeja demasiado a lo que, tan magníficamente, nos relatas. Saludos y suerte.
ResponderEliminarMe da a mí que también hay carroñeros humanos, gobernantes o pretendientes a serlo, que también dejan a los hombres en los huesos.
ResponderEliminarSaludos.
La patrulla de limpieza del desierto.
ResponderEliminarLos humanos hemos estado estrechamente ligados con estos animales carroñeros. Ahora que los humanos pasamos de consumir carroña a generarla, los buitres se ven beneficiados.
La imagen de tu relato es muy buena. Besos.
Cuantas cosas veo en este relato., y cuantos hambrientos dispuestos a cualquier cosa por dejar de serlo, a costa de lo que sea.
ResponderEliminarBuenísima parábola a nivel animal-humano, o humano-animal!
Besito virtual.
No tengo palabras. Bravo.
ResponderEliminarOriginal relato ya que lo relata un buitre, que habla de la muerte de un humano y como algo natural, ya que se trata de su alimento.
ResponderEliminarCuantos buitres existen entre los humanos, que actúan igual, pero no por hambre si no por avaricia.
Enhorabuena!
Besos
Muy bien elegido el punto de vista del narrador. Excelente metáfora de los tiempos en que vivimos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Un abrazo.