Ligero de equipaje
—¡Menuda mierda de habitación! ¡Cuidado con la maleta, que te rajo! Y como los gemidos de vuestros clientuchos me molesten, ¡la armo! Díselo al imbécil de abajo. Necesito calma para preparar un trabajito. ¿Qué cojones miras? ¡Pírate!
"Al fin solo. Aquí está: ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en... ¡Sublime!".
Escrito por Jesús Garabato Rodríguez
"Al fin solo. Aquí está: ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en... ¡Sublime!".
A tu protagonista, la poesía lo transporta a un nivel superior. Solo quiere encontrarse con ella y pienso que es mejor que desarrolle su vena artística, puesto que no parece tener un carácter apaciguado, precisamente...
ResponderEliminarFelicidades y un saludo.
No, María José, el hombre no parece muy calmado en su forma de actuar. Gracias por comentarme. Saludos.
EliminarMuchas gracias, Jesús, Por tu comentario. Saludos.
EliminarPor un lado nos muestras como las apariencias engañan y, por otro, que hasta las peores personas pueden tener una notoria sensibilidad para el arte. Suerte y saludos.
ResponderEliminarY cuando llegue el día del último viaje,
ResponderEliminary esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar. Machado.
Lo que pasa es que tu personaje no va muy ligero de equipaje mental. ¿¿Es bipolar, no?? Quiere parecer duro y es un peluche.
Muy bien. Besos.
Gracias, Olga, por comentar. En el título he querido recordar a Machado pero he preferido que el protagonista leyera un verso más "romántico. saludos
EliminarShuuu, no molestéis a don Gustavo Adolfo, que ya sabéis que si se le cabrea, salen fantasmas y demonios de su habitación.
ResponderEliminar¡Qué bueno!
Gracias, Patricia, por tus palabras. Pues tendremos que hablar en voz muy baja.
EliminarPara mí, genial. Una vez más se me viene a las mientes La conjura de los necios, en vez de Machado y Bécquer. Será por aquello de mezclar lo sublime con lo pedestre.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo. Mancantao.
Salut.
Excelente apunte, Dipandra.
EliminarPerdón por la intromisión.
Gracias, dipandra. He leído La conjura de los necios y creo que te pasa un pelín, aunque es verdad que he tratado de hacer esa mezcla de la que hablas.
EliminarMe encanta este relato porque desmitifica a un genio, haciéndolo más cercano, más humano y por tanto, más digno de admiración.
ResponderEliminarEstupendo, anónim@.
Enhorabuena.
Gracias, Vicente, por molestarte en comentar mi texto. Saludos.
EliminarLa poesía al igual que la música amansa a las fieras y tú lo has demostrado con tu relato. Después de tanta amenaza chulesca unos versos y llegó la paz.
ResponderEliminarBuen relato amig@.
Abrazos.
Gracias, Javier, Por tus amables palabras. saludos.
EliminarEs genia!!!!!Me encanta. Todos tenemos un lado oscuro o mas de uno jejejeje.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen, por tu amable comentario. Saludos.
EliminarGenial. Desborda ingenio.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos.
Pablo.
Gracias por dedicarme tus palabras, Pablo. Saludos.
EliminarDecía en una entrevista el escritor Ildefonso Falcones, cuyo mayor éxito fue la novela La catedral del mar –de la que por cierto van a hacer una serie televisiva-, al ser criticado duramente su best seller, que en el mundillo literario todos son dioses y semidioses.
ResponderEliminarHay muchas soberbia y mucho engreimiento en el mundo de la cultura, y eso que el paso del tiempo demuestra que son muy pocas las obras que sobreviven y algunas por puro milagro.
Shakespeare no fue elevado hasta lo más alto del canon literario hasta el siglo XIX, y a Johan Sebastián Bach lo puso de nuevo en el candelero el músico Mendelssohn, por poner un par de ejemplos.
Así que el microcuento ironiza sobre esa especie de locura que invade a quienes escriben, pintan, esculpen o componen música –entre otras actividades culturales y artísticas- de verse en un pedestal que atravesará incólume los siglos.
Tal es el delirio del personaje del microcuento, lo cual se desprende de su forma despreciativa de hablar al botones o empleado de hotel que le ha llevado la maleta hasta la habitación.
Una vez allí, aislado, escribirá esos versos inmortales que, casualmente, se parecen como una gota de agua a otra a los que escribió Bécquer.
El personaje en cuestión es una antítesis de don Antonio Machado, y su equipaje mental no es nada ligero, sino un grumo de confusión que le convierte en un ser ridículo.
Buen varapalo a la vanidad, enhorabuena, un abrazo.
Gracias, Enrique, por tu esclarecedor comentario. Saludos.
EliminarLos hombres duros no leen "mariconadas" (con perdón), o algo así era, ¿no?
ResponderEliminarUn saludo muy masculino
Genial. Me ha evocado a F. Umbral, Fernando Fernán Gómez entre otros y ¿cómo no? a Bécquer, aunque desconocía su faceta de mala leche, quizás la tuviera en algún ángulo oscuro, silenciosa y cubierta de polvo.
ResponderEliminarGracias, Margarita e Isidro, por molestaros en comentarme. Saludos.
ResponderEliminarSe le caería la máscara si le ven con el libro de poesía.
ResponderEliminar¿Por qué nos empeñamos en llevar tantas caretas por el mundo?
Saludos!
Carme.
Gracias, Carme, por tu noctámbulo comentarios. Saludos.
ResponderEliminarJajaja. Divertida desmitificación del artista sublime en su torre de marfil.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Carmen, por tus palabras. Saludos.
ResponderEliminar¡Ay, estoy con el comentario de Margarita!
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Muchas gracias, Malu, por comentar. Saludos.
EliminarCon tu micro nos has presentado una cara del poeta desconocida. No siempre las cosas son como parecen.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Pilar, por tus palabras. Saludos.
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