Loco como una tapia

En la residencia los lunes tocaba puré. Alfonso escuchó primero un zumbido, y después una voz ronca le susurró:

—Mátalos a todos.
—¿Otra vez tú?
—Míralos: son viejos, desean morir.
—Ni hablar del peluquín.
—¡Mátalos, mátalos, mátalos!
—¡Te he dicho que nooo! —grito irritado.

Desconectó su audífono, y siguió comiendo.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
Anónimo hasta septiembre

14 comentarios :

  1. Parece que en la mente de este anciano hay voces que le incitan al mal. O quizás sea el compañero que tiene al lado, que no le deja comer. Me encanta la expresión: "ni hablar del peluquín", me recuerda a parientes míos que solían usarla.
    Suerte y saludos.

    ResponderEliminar
  2. Tu protagonista estará sordo, pero loco parece que no, yo me inclino por la segunda idea de María José que sea un vecino de mesa que le está dando la paliza. Aunque también sería genial que fuese una voz interior y que él fuera capaz de dejarla de escuchar al desconectar el audífono.
    Amig@ buen realto, me ha gustado.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Ojalá todos fuéramos capaces de desconectar así de las voces interiores y exteriores. Me encantan las expresiones del protagonista. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Intuyo varias interpretaciones pero me quedo con esta: Alfonso, harto de purés, sordera, tristeza y abandono, prefiere no darse por enterado y se deja llevar por lo que la providencia humana le tenga reservado a él y los demás. Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Ese audífono tiene vida propia. Parece que se ha metido en él el diablo. Mejor estar sordo como una tapia y seguir disfrutando del puré.
    Muy bueno. Besos.

    ResponderEliminar
  6. Una buena coincidencia que haya habido relatos sobre residencias de ancianos en días consecutivos.
    Muy ingeniosa la vuelta de tuerca. Cuando damos por sentado que se trata de voces interiores olvidamos que algunas malas influencias son peores que la propia locura.
    Saludos, anónim@.
    Te deseo suerte.

    ResponderEliminar
  7. Aunque nos queda la duda de si se trata de una voz vecina o interior, está bien poder desconectar el audífono y que desaparezca.
    El título es un buen juego de palabras (y me hace pensar que la voz puede ser interior...)
    Saludos!
    Carme.

    ResponderEliminar
  8. Qué fácil sería desoír a nuestros propios demonios desconectando un audífono.
    Muy bien contado. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. La tentación vive en... la residencia. Menos mal que el ancianito, se conforma con el puré de los lunes.
    Suerte y besito virtual.

    ResponderEliminar
  10. Me parece genial la escena que nos presentas.
    Y a este anciano campechano, "y de provincias", que ya ha vivido lo suficiente como para saber acallar sus voces interiores dan ganas de invitarlo a comer todos los días, aunque eso suponga tener que pasar la comida por el pasapurés.
    Un saludo estival y sonriente.

    ResponderEliminar
  11. Si al desconectar el audífono las voces desaparecen, eso me hace pensar que provenían de que está a su lado. Una buena estrategia para no ser molestado.
    Besos

    ResponderEliminar
  12. Nada mejor que desconectar para no escuchar lo que no nos gusta o interesa. No sé por qué me ha venido a la mente una imagen de la infancia... Niñ@ tapándose los oídos y diciendo: "habla chucho, que no te escucho".
    Buena historia y bien contada.
    Besos.
    Malu.

    ResponderEliminar
  13. Ojalá fuera tan fácil acallar las voces interiores...
    La versión demoníaca captada por el micrófono del audífono de Olga... me han llegado a la patata.

    Salu2

    ResponderEliminar
  14. Muchas interpretaciones para este relato y todas interesantes. Me gusta bastante.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!