¿Quién les pedirá perdón?
No hay nada que se recuerde tanto como lo que más se quiere olvidar.
Su rostro, marchito, aún se inunda de lágrimas al evocar con voz temblorosa aquellas noches de pavor en los internados del miedo, cuando, amparados por un Dios y la oscuridad, yacían sotanas levantadas sobre inocentes cuerpos.
Escrito por Javier Puchades - Twitter
Su rostro, marchito, aún se inunda de lágrimas al evocar con voz temblorosa aquellas noches de pavor en los internados del miedo, cuando, amparados por un Dios y la oscuridad, yacían sotanas levantadas sobre inocentes cuerpos.
Terrible lo que nos cuentas. Ni el paso inexorable del tiempo consigue aplacar la pesarosa memoria de la infamia.
ResponderEliminarTienes toda la razón Jesús, tanta infamia es difícil de olvidar y como indico en mi primera frase no hay nada que se recuerde más que aquello que más se quiere olvidar.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y por perderte por aquí este mes de agosto.
Besos
Estremecedor relato, en el que con belleza y elegancia abordas un tema tan terrible como este. Lo que sufrieron est@s niñ@s es imposible de olvidar, pero como bien dices en el título ¿Quién les pedirá perdón? Unos hechos deleznable y que nadie ha pagado por ello.
ResponderEliminarMe has emocionado con tus 50 palabras. Enhorabuena anonim@!
Besos
Sí Pilar he intentado utilizar toda la sensibilidad posible para escribir este relato sobre este tema tan duro, pero que aún permanece en nuestros días, ya que como pongo en el titulo muchas víctimas se conformarían con que alguien les pidiera perdón.
EliminarGracias por perderte por aquí este mes de agosto Pilar y comentar mi relato y si te he emocionado me siento recompensada.
Besitos
Opino que has tratado un tema bastante duro y peliagudo de una forma llena de sensibilidad hacia las víctimas, las cuales aún esperan que alguien les pida perdón como muy bien indicas. Y tu frase final es demoledora.
ResponderEliminarBuen relato amig@, me ha gustado mucho.
Abrazos.
Tienes razón, tema muy duro y por ello la máxima sensibilidad al escribirlo. Me alegra que te haya gustado mi frase final, tuve mucho miedo al escribirla.
EliminarGracias por perderte este mes de agosto por aquí Javier y por comentar mi relato.
Besitos.
Poco se puede agregar para condenar un tema tan delicado que no sea otra petición de justicia pronta y expedita.
ResponderEliminarSaludos.
Ojalá te escucharan Vicente, y hubiese justicia, pero hemos topado con la iglesia y con un estado que la protege y ampara, y las víctimas aiguen esperando.
EliminarGracias por perderte este mes de agosto por aquí Vicente y comentar mi relato.
Besos.
Muy bien tratado el tema de la pederastia en el seno de la Iglesia. Las víctimas no pueden olvidar y no se hace justicia.
ResponderEliminarExcelente micro. Un abrazo.
Tienes toda la razón Carmen mientras no haya justicia es muy difícil olvidar. Gracias por tu valoración me siento muy contenta por ello.
EliminarGracias por perderte por aquí este mes de agosto Carmen y comentar mi relato.
Besos.
¡Qué bien contado! Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo estival.
Gracias Margarita por perderte por aquí este mes de agosto para comentar mi relato.
EliminarBesos.
jo, se me ha encogido el corazón, qué doloroso y qué poco se puede perdonar algo semejante; curiosamente algunos curas perdonan y miran, siguen haciéndolo, para otro lado.
ResponderEliminarTienes toda la razón en tu comentario Luisa, y aunque sea triste si se te ha encogido el corazón eso es lo que buscaba al escribir este relato, hacer que todos pensemos en estas víctimas y los abusos que sufrieron y de los cuales nadie se hace responsable aquí.
EliminarGracias por perderte este mes de agosto por aquí Luisa y comentar mi relato.
Besos.
Nadie les pedirá perdón, aunque lo más aconsejable es perdonar y olvidar.
ResponderEliminarBrutal... Enhorabuena.
Besos.
Malu.
Lo que las víctimas quieren Malu es un simple perdón, ellas así se sentirían reconfortadas, pero nadie ha sido capaz de ello. Este relato está basado en hechos reales.
EliminarGracias por perderte por aquí este mes de agosto Malu, comentar mi relato, y si ese "brutal" indica que te ha gustado, ya estoy muy contenta.
Besitos.
Hay traumas provocados en la infancia que son muy difíciles de borrar, que quedan impresos inevitablemente en la vida del que los sufrió. Tan sólo el perdón, pedido y concedido, podría aliviar la pena. O no, no lo sé... Me ha encantado este duro relato, tan magníficamente contado.
ResponderEliminarSaludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo con tu comentario Maria Jesús, las victimas solo quieren que alguien les pida perdón, pero olvidar esos sucesos causados además por aquellos que "tenian que cuidarlas" es muy dificil de olvidar.
EliminarMe pone muy contenta que te haya gustado.
Gracias por perderte este mes de agosto por aquí Maria Jesús y comentar mi relato.
Besos
La primera frase ya sentencia para mi todo el texto. Algo como lo que describes es imposible de olvidar y ni tan siquiera castigando a los culpables hallarán descanso.
ResponderEliminarEsa niñez que describes se esfumó desde el primer ataque sexual.
Muy duro tu relato. Un beso.
Cuanta razón tienes Olga en tu comentario, imposible de olvidar, una niñez destrozada y una vida marcada para siempre.
EliminarGracias por perderte este mes de agosto por aquí Olga y comentar mi relato.
Besos.
Nadie le pedirá perdón. Y aunque lo hicieran ¿de que sirve? ¿Como se puede perdonar a quien te ha destrozado la vida?
ResponderEliminarSaludos.
Tienes razón, pero si alguien les pide perdón al mismo tiempo reconocerá la culpa y algo de consuelo encontraran las víctimas, aunque será difícil el olvido de tanfo daño.
EliminarGraxias por perderte este mes de agosto por aquí y comentar mi relato.
Besos.
Parece mentira que en el seno de una institución como la Iglesia, que en todo lo que se refiere al sexo mandamiento -¿o era el sexto?- ha sido siempre, y lo es aun hoy en día, de una cerrazón hiriente, con lo que han hecho un daño terrible a miles y miles de personas, estuviese medio oculta esa infamia, que se cumpliese aquello que sus máximas autoridades habrán repetido hasta el hartazgo, o sea, lo de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, y aquí la palabra paja cobra un doble sentido.
ResponderEliminarPero claro, tampoco puede uno olvidar que han apoyado a dictadores y han estado más bien siempre al lado de los poderosos en vez de estarlo de los pobres, las excepciones, como se sabe, confirman la regla.
En lo que me atañe, esto me lleva a no creer en instituciones, sino en los individuos, las instituciones, por mucho boato que le echen y por muchas dignidades con las que se vistan, suelen contener dentro de ellas gérmenes de podredumbre y abyección.
Magnífico y valiente relato poniendo sobre la mesa una de esas verdades que quieren pasar desapercibidas. Saludos afectuosos.
Enrique no puedo quitar ni poner una coma a tu comentario, acertadisimo como siempre, tienes toda la razón en lo que dices de la iglesia, y que son las personas las que hacen el mal, el daño, pero la iglesia como institución ha ocultado y tapado tanto daño causado, tantas víctimas inocentes a las cuales les ha destrozado la vida.
ResponderEliminarGracias por perderte este mes de agosto por aquí Enrique y comentar mi relato, gracias por tu valoración, y agradezco mucho lo de valiente ya que al escribirlo tenia mucho miedo a las reacciones.
Besos.
Ese rostro ya marchito aún siente miedo... Qué gran marca dejan algunos daños pasados.
ResponderEliminarLa primera frase es bien cierta. El título es una buena pregunta abierta (y sin respuesta). La última parte, preciosa en su confección.
Este micro nos impacta con sus pocas pero acertadas palabras.
Un abrazo.
Carme.
Carme has analizado tan bien mi relato que no tengo nada más que añadir, solo decirte que estoy muy feliz y contenta por tus palabras, gracias. Has dicho mucho de lo que pasaba por mi cabeza cuando lo escribí.
EliminarMuchas gracias por perderte este mes de agosto por aquí Carme y comentar mi relato, y te repito muchas gracias.
Besos