Abandonado
Los que pasaban cerca de él se alejaban. Despedía
un olor fuerte... entre dulzón y putrefacto. Hacía tiempo que su cuerpo no recibía ni la caricia del viento ni la de ninguna mano.
Así acaban todos ellos. Lindas mascotas que, más tarde, mueren en las carreteras abandonadas por sus dueños.
Así acaban todos ellos. Lindas mascotas que, más tarde, mueren en las carreteras abandonadas por sus dueños.
Desgraciadamente hay individuos así, caprichosos y un tanto inhumanos, capaces de dejar a un ser vivo a su suerte. Si hacen esto, es porque llevan dentro la semilla para hacer cosas aún peores. Lo malo es que cuando uno se los encuentra o conoce no hay nada en su apariencia que haga pensar que son malas personas. Seguro que tú, que eres un tío legal y majete, nunca lo harías.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Salvador
Salvador describes a la perfección en tus 50 palabras la imagen que muchísimas veces nos encontramos. Esos desaprensivos que abandonan lo que mucha veces tratan como juguetes en lugar de como seres vivos, creen que cuando les dejan de gustar las pueden abandonar.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
Salvador, nunca entenderé que se abandone o maltrate a un animal, pero por desgracia ocurre demasiado a menudo.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Gracias, Salvador, por compartir tan realista y crudamente el crudo fenómeno del abandono animal. Se agradecen micros "concienciales" como éste.
ResponderEliminarSalut ¡y que vengan muchos más micros!
Nos traes un tema donde la naturaleza humana muestra una de sus peores caras. Si ya, en ocasiones, tratamos mal a nuestros congéneres, qué no haremos con los animales cuando ya no nos sirven o nos estorban. Suerte y saludos.
ResponderEliminarUna viñeta tan triste como genial, Salvador. Las mascotas no merecen pagar por la amargura de sus dueños.
ResponderEliminar¡Felicitaciones!
Un gran abrazo.
No sé si el pobre animal abandonado y rechazado por todos se sentirá poeta, si así fuere, podría recitar aquellos versos de La canción desesperada de Neruda: “Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, ¡oh abandonado! (...) Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos”.
ResponderEliminarEl animal en cuestión diría: “se retuerce en mis patas”. Y, seguramente, acabaría con ese clamor del poema nerudiano: “Es la hora de partir. ¡Oh abandonado!”
Y partiría hacia la soledad, hacia el peligro, hacia la muerte como apuntas en tu microcuento. Pues hay todavía niveles más bajos de maldad, como los de quienes apedrean, cuelgan y matan, por diversión, por puro placer y salvajismo, no sólo al mejor amigo del hombre, sino a cualquier bicho viviente que se les ponga por delante.
A Mohs le faltó añadir un ‘mineral’ más en su escala, uno que supera en dureza al diamante: el corazón de algunos seres humanos.
Mi enhorabuena, Salvador, por tu microcuento-denuncia. Un abrazo.
Duro. Y poco más puedo añadir.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador
El tema del maltrato animal me parece aberrante y me ha gustado que tú, Salvador, lo hayas sacado a la luz en tu magnífico microrrelato.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Usar y tirar es el lema de este sistema que impera en nuestras sociedades "avanzadas". Las mascotas son un entretenimiento más y cuando aburren o cansan, se abandonan. Es cruel el desenlace que tu relato nos presenta, como cruel la indiferencia de los que lo hacen y lo repiten una y otra vez. Clavas, con acierto, un dardo ardiente, justo ahí, donde más duele. Felicidades.
ResponderEliminarUn relato duro sobre un hecho al que no debemos acostumbrarnos. Parece que la especie humana no evoluciona, o involuciona.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador.
Triste realidad nos muestras. Nunca he comprendido cómo pueden abandonarlos, hay caprichos que deberían prohibirse.
ResponderEliminarUn 50 con un mensaje de denuncia. Buen micro Salvador. Un abrazo.
Real como el atropello mismo. ¡Triste y de vergüenza!.
ResponderEliminarSaludos
Nos induces a pensar que quien sufre el abandono es una persona, y cuando nuestra compasión está centrada en eso, nos lo cambias por un animal, igualmente digno de compasión ante el abandono y el sufrimiento. Me ha parecido muy bueno, Salvador. Un abrazo.
ResponderEliminarPotente relato Salvador, con una estrofa final que enrostra la verguenza que debiéramos sentir por esto...
ResponderEliminarSaludos amigo mio y un abrazo.
Me uno a tu denuncia, Salvador.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Cruel y, desgraciadamente, real en ocasiones.
ResponderEliminarTambién me uno a esa denuncia. Se me quedó el corazón encogido.
Un abrazo, Salvador.
Pablo.
Triste realidad que existe y es más frecuente de lo que creemos. Me uno a tu denuncia, Salvador, un beso.
ResponderEliminarMalu.