Ay ho, ay ho, nos vamos a cenar...
Los hombrecillos masticaban en silencio, saboreando la carne lentamente. El invierno había sido duro, las heladas arruinaron la cosecha y la caza escaseaba en el bosque. Pero aquella noche cambió su suerte cuando una mujer allanó su hogar. Al verla, ninguno de ellos dudó de que ella sería su cena...
Hola, Perraka,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu «Blancanieves», versión antropofágica. Es más «realista» que la original.
Saludos.
Qué curioso, unos hombres que prefieren la carne femenina tal cual... Es broma. Muy bueno. Suerte y saludos
ResponderEliminarEstos enanitos no me los querría encontrar yo, se comen a la madrastra y al principe también.
ResponderEliminarOriginal versión del cuento de Blancanieves.
Buen relato Perraka.
Un abrazo.
Perraka se me olvidó, bienvenida a 50palabras.
EliminarUn abrazo.
Pobre Blancalimento. Con esta nueva versión del cuento se acabó soñar, ni espejo ni manzana, ¡a la olla directo! Cruel encanto el de tu relato, Perraka. Saludos.
ResponderEliminarUna historia contada de "atrás a delante" y cuya única pista contextual es el título. Te diría que muy bien, pero me has destrozado la infancia ;)
ResponderEliminarUn saludo, Perraka
Me alegra que te hayas unido a la familia de cincuenta.
ResponderEliminarDecirte que los cuentos transformados y pasados opor cincuenta palabras, me chiflan.
Gran estreno, Perraka.
Saludos.
Pablo
Creía que venía un cuento alegre y light, cuando leo el título, y luego viene el batacazo mortal... Muy bueno, Perraka. ¡¡Te doy la bienvenida a la Familia!!
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Por fin alguien saca la versión para adultos de este cuento, jeje. Bienvenida y saludos.
ResponderEliminarCaramba con los "hombrecillos"... ¡Cómo ha cambiado el cuento!
ResponderEliminarEstá muy bien darle la vuelta a las historias conocidas, y sorprendernos a todos con el final inesperado :-)
Bienvenida!
Carme.
¿Pero qué pasa con los cuentos de la infancia? Pobre Blancanieves. Se libra de la madrastra y cae en la mesa de estos enanitos antropófagos.
ResponderEliminarY llevamos dos este mes de aficionados a la carne humana.
Muy original tu relato, Perraka. Bienvenido a la casa y un abrazo.
Macabra versión del cuento infantil,Perraka, me ha encantado este giro que le das y que lo hace diferente e interesante. Abrazos.
ResponderEliminarCon ese nick tan increíblemente estupendo Perraka, no esperaba menos de tu maravillosa versión de blancanieves. Ya te digo, muy fan de Perraka a partir de ahora.
ResponderEliminarUn saludo
El hambre es implacable y no hace distinciones entre clases sociales, y afecta por igual a todos los seres vivos, sea cual sea su estatura. La princesa sólo ha sido un aviso. Que se vayan preparando la reina bruja y el príncipe.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido
Perraca, bienvenida a la familia.
ResponderEliminarVaya versión de Blancanieves! Nunca veré a los enanitos de la misma manera.
Pobre blancanieves...
Bien contado.
Besos
Lo de Cincuenta con los cuentos infantiles no tiene nombre, menos mal que ya tengo cubierto el cupo de traumas. Lo siento, Perraka, no veo a la cándida Blancanieves con una manzana en la boca sobre la mesa. Muy bueno, felicidades y bienvenida. Un saludo.
ResponderEliminarPor lo menos Blancanieves estaría tiernecita... Un giro inesperado para un cuento tan blanco.
ResponderEliminarBienvenida a cincuenta.
Un beso.
Malu.
Lo triste es que resultan más versosímiles estos enanos hambrientos que los tiernos personajes de Disney.
ResponderEliminarSaludos, Perraka.