Caldo de cultivo
Caminaban a ciegas, uno tras otro, y solo un poco antes de llegar al abismo les cayeron las vendas de los ojos, apenas con el tiempo justo de ver que la inmensa caldera en la que iban a ser arrojados era la misma que surtía de sopa a sus hijos.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. No sabemos si tendrá el mismo efecto el consumo del sabrosos caldo de esas carnes. Dejando las bromas, me ha gustado mucho, Manoli. Enhorabuena. Suerte y saludos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. Mi texto hace referencia a la manipulación. Es la pescadilla que se muerde la cola en un ciclo sin fin, retroalimentándose a sí misma... ¿su sabor? un poco tóxico, sí... Un saludo.
EliminarTal vez traspasando tu relato a la vida real no va muy desencaminado ya que los padres con su manera de ser y actuar alimentan el futuro de sus hijos.
ResponderEliminarBuen relato Manoli.
Un abrazo.
Los padres, el sistema, el ser humano, Javier... sembramos vientos demasiadas veces. Muchas gracias por tus palabras. Otro abrazo para ti.
EliminarDicen la canción que nunca es triste la verdad, pero esta revelación final sin tiempo para la reacción ya, nos coloca ante una visión pesimista de unos seres aborregados que caminan sin ver y sin saber adónde van. Que el destino sea alimentar la sopa boba de las generaciones siguientes, dice poco en favor de un mundo que aspira, digo yo, a mejorarse y aprender de sus errores.
ResponderEliminarMe sobrecoge la atmósfera de premonición apocalíptica que envuelve en el relato y me sorprende cómo tan pocas palabras pueden llegar a tan alto umbral apoyadas en la sencillez formal de narración (tan breve me pareció la primera vez al leerlo que pensé que no tenía 50. El título, redondo, en consonancia con el texto.
Poderoso y portentoso micro, Manoli. Enhorabuena. Un abrazo.
Tus palabras, Manuel, en lo que se refiere al ambiente apocalíptico y al triste destino de la humanidad dan en el centro de la diana de mi relato, pues forman parte de mi primera intención al escribirlo; la segunda intención, concuerda también con tu opinión de que el mundo debería mejorarse, porque intenta que el final lleve al lector a reflexionar y en la reflexión habita la esperanza.
EliminarGracias también por las generosas palabras que me dedicas porque son un poderoso aliciente para seguir escribiendo.
Otro abrazo para ti.
Manoli, nos dejas un micro para la reflexión.
ResponderEliminarEl título en sí mismo contiene la esencia del micro.
Bien contado.
Besos
Muchas gracias, Pilar. He utilizado el tópico de la venda para invitar a esa reflexión de la que hablas. A este respecto, hay un poema de Salinas que me gusta mucho que dice: "Por lo que no puedo ver, llevo los ojos abiertos" en este caso, cuando los abren es ya demasiado tarde. Un abrazo.
Eliminar¡Qué bien elegido el título! Ya por sí solo es un micro. Y sí, el resultado, muy tóxico.
ResponderEliminarEnhorabuena Manoli.
Besos.
Malu.
Gracias, Malu. Y sí, el título condensa la esencia de la sopa, tóxica para las generaciones que la consumen debido a la naturaleza de los ingredientes.
EliminarUn abrazo.
Pienso que ese caldo de cultivo es el que, muchas veces, hace que se reproduzcan tanto los aspectos positivos como los negativos en una familia, e incluso, en la sociedad entera. Buen micro, Manoli, felicidades. Un saludo.
ResponderEliminarMemoria genética o subconsciente colectivo, también educacional, que nos lleva a repetir los mismos pasos con resultados similares no sabría decirte, pero, de vez en cuando la cadena se rompe y se construyen eslabones nuevos que la modifican, o eso creo al menos.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Matrioska (por cierto que me encanta tu nombre y el simbolismo que tiene)
Un saludo.
Para ser un relato surrealista, lo narras con tal sencillez y eficacia que al terminar de leerlo te deja una sensación de naturalidad. Me gusta mucho el guión de la historia, pero me gusta aún más su desarrollo.
ResponderEliminarAprovecho para felicitarte también por tu relato de agosto, ESPEJOS; es absolutamente fantástico.
Espero que sigas creando historias cono éstas porque sospecho que nos vas a dejar relatos de mucha altura.
Un abrazo.
Muchas gracias, Antonio, por tus generosas palabras. No se si será mucha tu expectativa, pero haré lo posible ;) Me gusta el estilo directo. Te agradezco también la mención que haces a mi anterior relato y me alegra que te gustase.
EliminarOtro abrazo para ti.
Excelente, Manoli. Leyendo una de tus respuestas a los comentarios veoa que haces referencia a la pescadilla que se muerde la cola, un tema parecido al del uróboros, para resaltar el carácter cíclico de la vida. No puedo estar más de acuerdo. Se dice que la vida en el planeta pudo surgir a partir de un caldo o sopa primigenia. Seguimos dentro del proceso evolutivo, eso es seguro.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.
Gracias, Vicente, por tu interesante reflexión. Muy acertada esa mención al Uróboros, esa serpiente que vuelve sobre sí misma, e interesante apunte el que haces sobre el origen de la vida a partir de "un caldo de cultivo" asociación que en principio me había pasado desapercibida y que concuerda con el tema.
EliminarSaludos.
Oye, Vicente, ¿tú no podrías darme unas clases particulares? ;)
EliminarSólo si tú haces lo mismo, Margarita.
Eliminar:)
Atronador el "glu, glu" del caldo hirviendo, y el vaho que desprende borra los contornos del paisaje.
ResponderEliminarUn saludo, Manoli.
Muchas gracias por tu visual comentario, Margarita, que escenifica muy bien mi relato, te agradezco tus palabras.
EliminarUn saludo.
Nada se destruye, sino que se transforma para que todo pueda renovarse. Sobre las cenizas y el fin del ciclo de los que nos precedieron hemos construido nuestros cimientos. A su vez, somos la materia necesaria para que los que ya están entre nosotros prosperen, de la misma forma que un hijo necesita a sus padres, de cuyos saberes, medios y esfuerzos se alimenta hasta dejarles exhaustos. Hay una rueda que no cesa de girar, con nosotros como dientes de ese engranaje que terminan por ser sustituidos. Podría escribirse sobre ello, y así se ha hecho, un largo ensayo o un tratado extenso, pero no hace falta, tus tres líneas que son una síntesis muy completa del ciclo de todo lo que vive.
ResponderEliminarUn abrazo, Manoli
Gracias, Ángel, por tu lectura tan positiva. Cierto que nos "alimentamos" de nuestros antecesores a la vez que nutrimos o lo intentamos a las generaciones venideras, aunque mis líneas hacen más bien referencia al ciclo inverso, pues se alimentan de la fermentación de esos cuerpos, no de su esencia espiritual.
EliminarUn abrazo, compañero.
Inquietante fábula de la que se pueden sacar tantas conclusiones como interpretaciones, que a mi entender son muchas.
ResponderEliminarMuy bueno, Manoli.
Un abrazo
Gracias, Enrique. Me gusta eso que has dicho de las diferentes interpretaciones, tantas como lectores, sin duda.
EliminarOtro abrazo para ti.
¡Oh, qué inquietante relato! ¿Somos el alimento de nuestros hijos? ¿Somos meros despojos? ¿Damos realmente sustancia o sólo sabor? y, por otra parte, si somos lo que comemos, qué somos realmente?
ResponderEliminarEn fin, un relato que da que pensar.
Saludos, Manoli.
Más que el alimento de nuestros hijos, el alimento de un sistema que se retroalimenta y nos utiliza como masa, cosa que por otra parte ya hace también la propia naturaleza, puede decirse que sí, que somos abono, materia, fluido que fluye...
EliminarMuchas gracias, Carles.