El nido del viento (Trilogía de un reencuentro III)
Mi ataúd adoptó una posición fetal y comencé a anclar raíces que me irguieron hasta las sendas de la brisa. La piel del aire se arrellanaba entre las yemas de mis ramas disculpándose primero por haberse marchado, susurrándome luego una promesa. Entonces, en el abrazo del viento, reconocí tu voz.
Un reencuentro en el viento, una transformación despues de la muerte, un volver a estar juntos para siempre.
ResponderEliminarAntonio que puedo decirte, un relato lleno de poesía, cada frase es pura poesía,"sendas de la brisa" "la piel del aire" "el abrazo del viento" ... Y el título genial y hermoso.
Antonio me ha gustado, me ha encantado.
Un abrazo.
Gracias Javier. No hace falta que digas más, sólo saber que te ha gustado es una gran satisfacción.
EliminarUn abrazo.
Antonio, nos dejas la reencarnación de una pareja enamorada, él en árbol, ella en viento. Cuando se produce el reencuentro se convierte en tus letras en pura poesía.
ResponderEliminarMagistral!
Besos de admiración Antonio!
Gracias querida Pilar. Poesía es palabra mayor, sí he tratado de dotar de cierto lirismo a la narración. Espero haberlo conseguido.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
De una manera o de otra la vida no se destruye. Un árbol recio, longevo y beneficioso, es un buen destino en el que transformarse. Puede que sea verdad que de la tierra somos y a ella vamos en un bucle infinito. El final de esta trilogía destila pura esperanza, narrada, como bien ha apuntado Javier, con pinceladas poéticas, casi sensuales. La voz que reside en el abrazo del viento es el mejor colofón de este relato de transformación y reencuentro, eslabón de una cadena, pero que puede ser independiente.
ResponderEliminarNo soy quien para indicarte por dónde dirigir tu buen quehacer narrativo, sólo diré que esta trilogía, como otras anteriores, además de todo lo que escribes, invita a relecturas con las que deleitarse; sin ir más lejos, yo acabo de hacerlo.
Un abrazo fuerte, Antonio
La idea de estos tres relatos ha sido incrementar el dramatismo en los dos primeros para liberar cierto alivio en el tercero, siempre con el ojo puesto en la historia global sin perder el sentido individual de cada relato. Espero haberlo conseguido.
EliminarGracias querido Ángel, como siempre, por tus magníficas disecciones.
Un gran abrazo.
Los tres relatos me parecen espléndidos, pero, unidos en uno solo, conforman una historia bellísima. Aplaudo tu valentía y admiro mucho tus apuestas arriesgadas que demuestran que explorar y salirse de los cánones establecidos para escribir microrrelatos produce joyas deslumbrantes.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Gracias, Patricia.
EliminarAlgún día quedaremos para pasear por rutas alejadas de los cánones y me enseñarás esos caminos innombrables que sólo tú conoces, entre camellos ciegos y mapas de tesoros sujetos en el pico de los cuervos.
A tus pies, maña.
Un abrazo.
Leyendo los textos anteriores me doy cuenta de lo que me había perdido. Dejando aparte trama y significados me ha parecido poesía, pero de la buena. Suerte y saludos.
ResponderEliminarGracias Jesús, por valorar con tal calificativo mi relato. Me gusta la poesía, y supongo que eso se nota.
EliminarUn saludo.
Como lo comenté en las primeras entrega de este 'ciento cincuenta palabras', mis expectativas sobre el último episodio eran muchas. Hoy puedo decir, que estaba en lo cierto. El autor nos ha llevado de una triste agonía a un venturoso renacimiento, a través de una prosa poética y que destila honestidad.
ResponderEliminarGracias por compartirlo, Antonio.
Enhorabuena.
Abrazos.
Pues es un alivio no haberte defraudado, Vicente. Me anima mucho saber que le ha gustado a alguien que construye tan buenas historias.
EliminarUn abrazo.
El amor, más fuerte que la muerte. Los seres que verdaderamente se aman, continúan buscándose más allá de la vida mortal, y solo las metáforas, como esta poderosa que utilizas, que a mí me retrotrae a las bellas historias de las leyendas de los romances, pueden explicarlo. Pienso en la bella historia del Conde Olinos, en cuántos renacimientos hubieron de ser necesarios para que triunfara su amor, después de muertos tantas veces.
ResponderEliminarEl viaje de este cuerpo aferrado a la foto amada, ha sostenido su confianza en en Amor para superar el horror de ser enterrado y convertirse en semilla, para mediante la transformación en el seno maternal de la tierra, aflorar en el cielo y reconocer en el viento el tacto y la voz de ella. Los elementos naturales reencarnando el ciclo del amor indestructible, prestando cauce a un amor tan poderoso y férreo...
Las imágenes que has utilizado (árbol y viento), el cuidado lenguaje, la pausada puesta en escena para hacer crecer la vida de nuevo y encontrarse con ella en el fragor de la brisa, componen un micro y una trilogía de altura. Poético, reflexivo e inspirador. Un abrazo, -Antonio.
Es impresionante el cariño y respeto que vuelcas en tus detallados comentarios, Manuel, que estos sí son de altura, al igual que tus magníficos relatos que, aun siendo pocos, ya muestran el calado del que los escribe.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
Me gusta escribir relatos, pero cuando leo cosas así me siento cual niño de primaria haciendo sumas de 2 cifras frente a un catedrático de universidad, sigue dándonos lecciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Y a mí me gusta mucho leerlos, Jose. Sigue escribiendo sin hacernos esperar tanto entre uno y el siguiente.
EliminarMuchas gracias, viejo amigo.
Un abrazo.
No imagino una manera más bella de plantear el ciclo de la vida que esta que has trazado en tu espléndida trilogía. Excepcionalmente hermosas también las imágenes que nos deja este último capítulo, con ese ataúd, que por momentos parecía crisálida, convertido finalmente en semilla de un robusto árbol, inigualable símbolo de vida. Y, como colofón, ese esperado reencuentro, ay...
ResponderEliminarFantástico en forma y contenido, Antonio. Enhorabuena por esta pequeña gran obra.
Un abrazo.
Pues me dejas más inflado que un cereal del desayuno, Enrique. Aprovechando el calor, ahora mismo me quito la camisa antes de que salten los botones por el aire.
EliminarGracias por calificar de fantástica la forma y el contenido, es muy reconfortante recibir esos comentarios de gente que escribe e imagina de maravilla.
Mil gracias, querido Enrique.
Un fuerte abrazo.
Me quedo sin palabras, Antonio. Qué preciosidad de serie. Qué forma de narrar un encuentro en la otra vida.He leído las tres partes seguidas y ha sido un verdadero placer.
ResponderEliminarEs inmejorable la forma y contenido, como ya te ha dicho Enrique.
Dime cuándo publicas tu libro que me voy a la librería a hacer cola ya.
Un abrazo, Señor Escritor.
Pablo.
Y yo me quedo sin respuesta, querido Pablo, por todo el cariño que vuelcas en éste y en cada comentario que me dedicas.
EliminarLo del libro tendrá que esperar. No vistas a un niño con esmoquin, primero tendrá que crecer.
Mil gracias, ocurrente anónimo ;-)
El amor como fuerza cósmica que provoca la muerte en vida del que lo pierde; que mantiene vivos los espíritus; que enraiza; que transforma; que eleva; que permite seguir hablando aunque ya no existan palabras; que permite que todo comience de nuevo.
ResponderEliminarMaravilloso trabajo, Antonio.
Abrazo.
Maravilloso tu resumen, querido Carles. Has clavado en un párrafo la esencia de la trilogía, aderezada con esa clase que impregnas en todo lo que narras. Y además te ha gustado: ¿qué más puedo pedir?
EliminarGracias y un fuerte abrazo.
Me ha encantado leer tu micro porque es pura prosa poética. Un deleite leerte, Antonio, siempre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, mil gracias por hacerme saber que te ha gustado, María José. Te lo agradezco.
EliminarUn abrazo.
"Lento, débil, lento..." Al fin llegó el anhelado encuentro. La muerte no es suficiente para acabar con el amor y su recuerdo. Un tránsito necesario para volver a escuchar su voz en el abrazo del viento. Una trilogía a la altura de su autor que, por otra parte, cada vez sube más y más el listón. Felicidades, Antonio, da gusto leerte. Un beso grande.
ResponderEliminarNo es que suba el listón, que más quisiera, es que trato de estar a la altura de los que lo ponéis muy alto.
EliminarGracias por tu resumen, querida Inma, por tu comentario, por estar siempre ahí compartiendo tu talento.
Un besazo.
Una maravillosa trilogía de gran altura literaria. La transformación en árbol que crece para unirse con su amada envuelto en el viento es un digno desenlace cuajado de bellas metáforas.
ResponderEliminarTodo un placer leerte, Antonio. Un gran abrazo.
Gracias Carmen, me alegro muchísimo de que te haya gustado. Todo un honor viniendo de la creadora de ese magistral 'desorden gramatical'
EliminarUn fuerte abrazo.
El ataúd que adopta una posición fetal enlaza con el renacer, con la reencarnación, o más bien, con la metempsicosis; quizá, como dice muy bien Ángel, todo sucede en un bucle infinito.
ResponderEliminar¿Seremos una hormiga que trepará por la corteza de un árbol? ¿Seremos un flor cuyos pétalos temblarán con la brisa del atardecer? ¿Seremos un felino tras su presa bajo un sol ardiente?... ¡Quién lo sabe!
Como le dijo Hamlet a su amigo Horacio: “Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía”.
Tu personaje, en su misterio periplo tras su fallecimiento, se convierte en un árbol, primero profundiza en la tierra para luego alzarse hacia el cielo; así, entre esos dos mundos, siente las caricias del viento que le trae misterios de otros mundos, el más esperanzador esa voz que reconoce y que abre una puerta a una larga aventura –puesto que la longevidad de los árboles es muy superior a la de los seres humanos-, seguramente, más sosegada y enriquecedora que la que vivió cuando estaba cubierto de carne y huesos, pues los seres humanos somos una ‘olla’ que contiene muchos ingredientes, los cuales, a veces, no presentan un buen maridaje.
Al final, es la poesía la que nos salva, y esta trilogía tuya, Antonio, es poesía de la más alta calidad. Mi enhorabuena más sincera y un abrazo.
Si algún día hago caso al gran Pablo y decido escribir un libro, ten por seguro que cazaré ideas de tus eruditos comentarios, Enrique.
EliminarCierto, hay más cosas entre el cielo y la tierra, y por suerte, entre ellas, está lo que escribes.
Muchas gracias y un abrazo.
Antonio, el libro, sin duda, ya lo tienes escrito, sólo te falta darle la forma que quieras y vestirlo a tu antojo para su presentación en sociedad.
EliminarHoy en día hay muchas opciones para hacerlo, yo era una idea a la que llevaba tiempo dándole vueltas y que al final me decidí a hacer realidad.
Llevo dos experiencias, en la primera pagué la novatada, en la segunda ya he hilado más fino, supongo que si hay una tercera será mejor que las anteriores. Así que si te animas, quedo a tu disposición –y a la de cualquier compañero de esta página- por si quieres preguntarme alguna cosa al respecto.
En cuanto a lo de mi erudición, sólo son cuatro cosas que he ido aprendiendo de mala manera -no tuve la suerte de recibir una educación selecta- tras muchas lecturas compulsivas –como tituló uno de sus libro Félix de Azúa- y desordenadas.
Así que tengo aún muchas lagunas y carencias, y mucho que aprender en esto de escribir algo medianamente digno.
Muchas gracias por la amabilidad de tu comentario y un abrazo.
Hecho. Si consigo engañarme a mi mismo, ten por seguro que te pediré consejo. Gracias Enrique por el ofrecimiento.
EliminarUn abrazo.
Qué belleza argumentativa, como una enredadera te va escarbando la epidermis sensitiva y sensible. La imagen del ataúd en posición fetal es rotunda. Muchas gracias por rociar,Antonio, con poesía narrada este cuartito de septiembre.
ResponderEliminarGracias a ti, por esparcir tus palabras en mi puerta, Dipandra. Te lo agradezco mucho.
EliminarUn abrazo.
Como dice Dipandra es una belleza de relato. Te enreda con su musicalidad, y las imágenes de ensoñación que te va generando, y además tiene contenido.
ResponderEliminarUn relato extraordinario y una buena trilogía Antonio. Mi felicitación.
Celebro que te guste Raquel. Gracias por dedicarme tan gratos elogios.
EliminarQue la musicalidad e imágenes que han conseguido enredarte, sirvan de abrazo.
Pura poesía en tu 50. Raíces, que se hacen versos. Brisa que estremece en un ataúd con forma fetal que adormece.
ResponderEliminarPromesas de viento y voz propia que se reconoce por tu talento.
Una maravilla leerte siempre Antonio.
Cuando el arte se hace en pocas palabras...
Un beso arrellanado en el viento.
¿Y tú me hablas de poesía, dama de arte?
EliminarGracias por hacer revolotear las palabras en tu considerado comentario. Un placer leerte, siempre.
Un besazo.
Un final bello, etéreo, inmortal que se escapa de las manos y te las deja impregnadas de aromas a espliego y azahar.
ResponderEliminarPero no quiero dejar de señalar la transformación de los títulos de tu trilogía: desde la pesada y asfixiante losa de la soledad hasta ese viento inmaterial que derriba los muros densos de tierra para convertirlos en un nido, símbolo de un nuevo hogar.
¡Enhorabuena, Antonio!
Un beso
Gracias Margarita. Siempre que pasas por mis pequeños rincones, dejas esos aromas que tanto cuerpo dan a los relatos, ecos incorpóreos que los impregnan y dejan tu huella inconfundible.
EliminarUn placer recibirte, un placer leerte.
Un beso.
Toda la trilogía rezuma sensibilidad, pero este desenlace es ya puro lirismo. Sublime, Antonio. En este mundo convulso que vivimos textos así son un soplo de aire fresco que ayuda a serenar el espíritu. ¡Enhorabuena! Un abrazo.
ResponderEliminarTu comentario sí es un soplo de aire fresco a mi motivación, Juana. Muchas gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo
Hola Antonio, ahora con mas tiempo puedo disfrutar de tu trilogía entera.
ResponderEliminarEs de una belleza única la forma en que escribes y las historias, cada una, un tipo de soledad en la tumba. En los tres vislumbro una muerte que no es, la primera muerto por fuera (para los demás), pero no por dentro; la segunda una muerte que no es (o despertar de la muerte en vida) y la tercera una muerte reencarnada. (Je, bueno, es como lo veo yo).
Enhorabuena Antonio, un abrazo
Es una interesante forma de verlo, Jean. Desde luego, la muerte es uno de los hilos conductores de la historia y ese juego mutuo que apuntas entre vida y muerte, es de lo más sugerente.
EliminarTe agradezco mucho tu comentario.
Un abrazo.
Raíces que se levantan hasta las sendas de la brisa.
ResponderEliminarLa piel del aire entre las yemas de las ramas.
El abrazo del viento.
Perdona, Antonio, me ha entrado una "mota" en el ojo y estoy limpiándome...
P R E C I O S O
Maravilloso de principio a fin.
Llego muy tarde y está todo más que dicho, solo me queda darte la gracias por estos regalos en paquetitos de cincuenta palabras, tienes una sensibilidad escribiendo que emociona.
Beso grande.
Malu.
Diciéndome esas cosas, puedes llegar todo lo tarde que quieras ;-)
EliminarUn beso muy grande, Malu y muchas gracias por dejarme tus sensaciones.
Pura poesía tu micro, Antonio. "La piel del aire" se transforma en letras con tus palabras. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Manoli. Y repito lo dicho, espero leerte por aquí.
Eliminar