Ella y yo
Noté que por las mañanas soleadas me seguía y decidí hacer lo mismo con ella por las tardes. No entendía cuáles eran sus motivos ni supongo que tampoco ella los míos.
A pesar de todo yo estaba tranquilo, pero por las noches, en mi duermevela, pensaba: ¿dónde dormirá mi sombra?
A pesar de todo yo estaba tranquilo, pero por las noches, en mi duermevela, pensaba: ¿dónde dormirá mi sombra?
No me extraña que no pueda dormir con tranquilidad al notar la falta a su lado de algo tan íntimo y personal. Suerte y saludos.
ResponderEliminarMuy original :)
ResponderEliminarUn saludo
Pues yo miraría debajo de la cama, puede que esté allí.
ResponderEliminarOriginal relato Josep.
Un abrazo.
Adorable relato, Josep.
ResponderEliminarTe diré un secreto: las sombras no duermen. Sólo se agazapan.
Saludos
Esas noche que todo lo vuelve misterioso, pero también nos da la medida de nosotros mismos, que permite que esas dos mitades en las que la luz nos desdobla a lo largo del día converjan en su verdadera naturaleza unitaria. Apropiado y ocurrente, como el acertado título.
ResponderEliminarUn saludo
Pobrecilla de la sombra, sospecho que a mediodía se siente tan cohibida que casi desaparece. ;)
ResponderEliminarMe ha recordado a «El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas» de Haruki Murakami, una gran libro.
Muy bueno.
Saludos cordiales.
Josep, nos has mantenido intrigados hasta el final, cuando nos has descubierto que hablabas de su sombra.
ResponderEliminarMe parece que las sombras por las noches se convierten en monstruos y nos asustan...
Bien contado.
Besos
Qué mundo el de las sombras. Delante o detrás o desaparecidas, presentes o ausentes, nos inquietan, nos requieren. Buena mano has puesto sobre el tapete. Felicidades.
ResponderEliminarInquietante la naturaleza de las sombras. Muy bien contado. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
El protagonista se preocupa por dónde está su sombra porque se preocupa por ella. Es su otra mitad... ¡como para no echarla de menos!
ResponderEliminarSuerte y saludos.
María José
Una compañera que, como el sol, noche tras noche muere para aparecer nuevamente por la mañana junto a nosotros resucitada. Buen micro, Josep. Saludos.
ResponderEliminarLas sombras tienen mala fama, pero cuando no guían nuestros pasos, nos cubren las espaldas, así que lo mejor es que, por las noches, las dejemos descansar.
ResponderEliminarBuen relato, Josep
Por la noche, las sombras están pegaditas a nosotros, para que no tengamos miedo... Ssssssss, habla bajito, no sea que la despiertes.
ResponderEliminarBesos, Josep.
Malu.