Estrés laboral
Con la autorización judicial intervinimos el teléfono del sospechoso. Tras una semana de escuchas pedí el cambio de servicio, no podía aguantar más. Todas las llamadas eran de Estela María, Magaly o Vanesa Luz, las mismas que también llamaban a mi móvil todos los días con la oferta de Pelmaphone.
Me gusta el nombre de la empresa, jajaja, es totalmente cierto que las empresas de telefonía (y otras) son realmente pelmas, bueno, lo son los empleados que tienen que captar clientes a toda costa... En el caso de tu relato, no importa si se trata de un sospechoso de una fechoría, ahí llegan, también, las de Pelmaphone a invadirlo. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Ya lo he utilizado en otros micros porque el tema es recurrente y a mí también me tienen un poco hartito.
EliminarGracias, María José.
Abrazos.
Rafa se comprende que a tu protagonista le de estrés laboral, tener que aguantar mientras trabaja las llamadas inaguantables de las compañías telefónicas es mortal.
ResponderEliminarOriginal relato, y al igual que a MªJosé me encanta el nombre de la empresa, muy acertado.
Un abrazo.
Gracias, Javier. Tener que soportar esas llamadas también en horario laboral debe ser terrible.
EliminarAbrazo.
¡Pero si son las mismas que me llaman a mí a la hora de comer!
ResponderEliminarRelato de una realidad que se repite una y otra vez... Por curiosidad, ¿las tarifas de pelmaphone son baratas? ¿Tienes que tener un mínimo de permanencia?
Recuerdo que un buen amigo se quería dar de baja en una de estas compañías, le costó tiempo, sudor y lágrimas, y me decía que quizá antes de hablar con ellos tendría que tomarse un valium.
Después, algo más profundo, está la realidad los comerciales que llaman que si no hacen un mínimo de contratos, pelmaphone los echa a la calle.
Buen relato, amigo Rafa. Con un fino humor que es firma de la casa.
Un abrazo.
Pablo.
Nunca llego a escuchar en qué consisten sus tarifas. Mira, igual resultan interesantes.
EliminarGracias, Pablo.
Pues sí que tiene gracia, al leerlo, tu relato. Sufrir lo que nos cuentas, no tanto. Pensemos un poco en las pobres chicas que con tanto ahínco nos molestan. En ellas, no en sus madres. Muy bueno. Saludos y suerte.
ResponderEliminarSí, las operadoras no tienen culpa, es su trabajo. Y lo que tendrán que aguantar. Pero a los diseñadores de esas campañas me gustaría echármelos a la cara.
EliminarGracias, Jesús.
Abrazo.
Bien traído esta bofetada a las pelmazas (compañías) que, siempre a mediodía, nos masacran a timbrazos. Por otra parte me gusta la situación creada porque le presta una viveza interesante. El tipo vigilando el caso de su vida y está hasta los mismos de atender llamadas que se le duplican. Estupendo. Suerte y saludos.
ResponderEliminarUn trabajo insufrible, sin duda, el del personaje.
EliminarGracias, Manuel.
En las películas nos presentan el trabajo policial como una labor llena de apasionantes riesgos. Este relato pone a las claras lo soporífero que, en realidad, puede llegar a ser. Mil veces antes estar en medio de un peligroso tiroteo que ese raca-raca constante. Los empleados de telefonía, desde luego, no tienen la culpa, pero tampoco el sufrido usuario y menos tu agente protagonista, al que comprendemos perfectamente.
ResponderEliminarMuy simpático, Rafa.
Un abrazo
Amigo Ángel, así es, un personaje digno de toda nuestra conmiseración y simpatía.
EliminarAbrazos.
Jajajajajaja. Me encanta. Estas son las que aprovechan la hora de la siesta para ofrecer lo mejor de lo mejor y se enfadan si no te interesa. Me encanta Jejej. Besos
ResponderEliminarDurante la siesta o cuando acaba de empezar el programa que tanto te gusta. Es su especialidad.
EliminarGracias, Carmen. Un beso.
Pues de este lado del Atlántico, las primas de Estela María, Magaly y Vanesa Luz nos molestan todo el tiempo. Con otro acento, eso sí. Deben pertenecer a la compañía Buphone.
ResponderEliminarMuy divertido y real, Rafa.
Un abrazo.
Pues el acento de las chicas es justamente de ese lado del Atlántico. Si son parientes es que lo llevan en los genes.
EliminarGracias, Vicente.
Abrazo.
El estrés debe ser mutuo, porque las comerciales también tendrán que aguantar los desplantes de los potenciales clientes. Trabajo ingrato y sospecho que muy mal pagado. Yo, para ahorrarme explicaciones, no cojo el fijo a mediodía porque ya sé quién va a estar al otro lado.
ResponderEliminarUn beso y enhorabuena, Rafa.
Las pobres también se llevarán lo suyo, seguro. Yo trato de atenderlas con educación pero, eso sí, cortante, no me trago el "rollo" por nada del mundo.
EliminarGracias, Asun. Besos.
Estrés laboral a un lado y otro del teléfono. Y encima y debajo. ¡Qué haríamos sin estrés! Y sin poderlo contar. Y sin siesta. Y sin trabajo. Y sin amor. Y sin paraguas. Y sin galletas para desayunar. En fin, que esto es un sinvivir. Menos mal que podemos leerte.
ResponderEliminarBesos, Rafa
Si leerme alivia ese estrés ya estoy premiado.
EliminarGracias, Margarita.
Besotes.
Pues yo tengo amenazadas a todas las empresas como Pelmaphone, no puedo con ellos. Siempre les pregunto, ¿de dónde has sacado mi número, por qué me llamas? Bórrame de esa lista... Total, que les machaco moralmente y no me vuelven a llamar. Lo sé, no es lo correcto, pero me funciona.
ResponderEliminarBesos Rafa.
Malu.
Si no vuelven a llamar es que no son compañías auténticas, certificadas, vamos... patas negras. No pasan de sucedáneas.
EliminarBesos, Malu.
Es muy bueno, creo que haré un contrato con esa "compañía" total todas hacen lo mismo...
ResponderEliminarBesicos
Si lo haces es posible que esa, al menos, ya no te llame. Suerte.
EliminarBesicos.
Jajaja, créeme que entiendo perfectamente a tu estresado protagonista. Hasta el gorro de tantas Pelmaphones que se cuelan a cualquier hora en tu casa para darte el tostón. Con preferencia, claro está, por la hora de la comida y la siesta. :) Una vez más nos regalas, junto a tus letras, una buena carga de humor que siempre se agradece. Un beso grande.
ResponderEliminar¿Quién no tiene un Pelmaphone en su vida?
EliminarGracias, Inma. Besos.
Dios mío, Rafa, me imagino la llamada de Luisa Alfonsa a la casa y a la vez de María Estela al móvil del protagonista... le da un síncope seguro, jeje!
ResponderEliminarUn beso
La tortura de extraerte la dentadura, pieza a pieza y sin anestesia se queda en un amable pasatiempos comparada con la que sugieres.
EliminarGraçies, Carme. Petonets.
Espeluznante tarea desde luego, jajjaja. Hay trabajos que no están pagados con nada, Rafa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, hay tareas que a veces se vuelven insufribles.
EliminarGracias, Enrique.
Abrazos.
Ahí lo tienes, ni cobrando soporta uno esas siempre inoportunas llamadas telefónicas.
ResponderEliminarLo cierto, Rafa, es que más allá del tono de tu pluma, siempre hilarante, el relato aborda un tema de más calado, cual es el derecho a no ser importunado, el derecho a decidir en qué momentos no deseamos formar parte de esta economía de mercado hiperagresiva.
Abrazo.
Cierto, Carles. Esa intromisión en el hogar para perturbar cualquier momento de paz debería estar penada con la máxima severidad.
EliminarAbrazo.
Rafa, buen nombre para la compañía telefónica. Has tratado con humor el acoso que sufrimos todos por parte de estas teleoperadoras tan inoportunas y cansinas.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Besos
Celebro que te haya gustado, Pilar. El acoso de las teleoperadoras es un tema que da mucho juego.
EliminarBesos.