Inmensamente feliz
Todo era silencio. Le gustaba vivir lejos de la gente. Tanta tranquilidad le fascinaba. No se oía nada. Ni el zumbido de un insecto, ni el gotear de un grifo. Nada. Era inmensamente feliz. De pronto sintió un ligero balanceo y la absoluta oscuridad que lo rodeaba: estaban dándole sepultura.
Maria Luisa que final. Pues no creo que se sintiese inmensamente feliz al descubrir lo que le estaba pasando, más bien inmensamente agobiada.
ResponderEliminarBuen relato María Luisa.
Un abrazo.
Quizás su felicidad no se vea interrumpida, sino incluso se confirme, después de todo. Se dice que quien bien vive, bien muere. Ojalá sea el caso.
ResponderEliminarSaludos, Mª Luisa.
En tu relato el dicho: 'descanse en paz', está demostrado al pie de la letra.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Un beso.
Pablo.
Si después del tránsito la cosa va a ser como la pintas, va a dar cierto gusto pasar el trance, pero no sé si darte cuenta de lo que está ocurriendo nos permitirá seguir sintiendo la placidez primera. Buena manera de llevarnos más allá de las palabras. Saludos.
ResponderEliminarNo me extraña que no oyese nada y estuviese tan feliz. Si tanto le molestaba la gente, se buscó el mejor sitio. Solo y lejos de las incomodidades de la afanosa y ajetreada vida. Muy bueno. Saludos y suerte.
ResponderEliminarMuy bueno María Luisa ! Qué final era un amante del silencio y lo tendría para siempre. !
ResponderEliminarCon razón le llaman el descanso eterno, como también se habla de la paz de los cementerios. Quizá lo que creemos tan traumático y desasosegante, sea tan fácil como dejarse llevar.
ResponderEliminarSaludos, María Jesús
Pues tan tranquilito...
ResponderEliminarLa paz eterna, esa que no deseamos alcanzar demasiado pronto... Me ha gustado, María Jesús.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Ya estaba uno imaginando un pequeño paraíso y vas y con tres palabras lo pones todo en su sitio: el sitio más tranquilo,claro. Buen micro Mª Luisa.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos los que habéis opinado. Realmente estaba muy tranquilo, pues esa paz tan absoluta creo que solo se puede tener de esa manera. Un poquito de "marcha" no va mal ¿o sí?
ResponderEliminarEso dicen los que han vuelto, aunque son tan pocos que no sé si sirven como dato estadístico.
ResponderEliminarUn saludo, Mª Luisa
Muy logrado el final. Saludos.
ResponderEliminarSi es que, ya lo tengo dicho yo, tanta tranquilidad no es buena. Así que mientras estemos vivos vamos a movernos y a disfrutar, que bastante descansados y en silencio estaremos luego.
ResponderEliminarUn beso tocaya.
Malu.
En este mundo tan loco y ruidoso, solo se puede encontrar ese silencio y tranquilidad cuando lo abandonas. Muy bueno, Mª Luisa. Un beso.
ResponderEliminar¡Qué tres palabras finales! Vaya giro al micro, tan bucólico que era todo.
ResponderEliminarY digo yo que algún sitio habrá suficientemente tranquilo para no llegar a esos extremos, no? ;-)
Un beso
La felicidad vestida de silencio y ese anhelo de calma absoluta nos muestran un protagonista cuya vida debe ser una insoportable cacofonía.
ResponderEliminarYo, a veces, tambien encuentro solaz en el silencio, pero al mismo tiempo, sé que no podría vivir sin música.
Saludos cordiales, Mª Luisa.
M. Luisa, aunque el silencio es muy necesario, también es importante vivir la vida.
ResponderEliminarBuen giro final, tan tranquilo e inmovil estaba que le dieron por muerto...
Buen micro.
Besos